Allá por enero de 2002, poco tiempo después del colapso del plan de convertibilidad de la dupla Cavallo-Menem y sostenido por otra dupla Cavallo-De La Rúa. Plan que dejó un tendal de muertos y heridos por las fuerzas del Estado y del capital en diciembre de 2001.

Emergieron en diversas ciudades de la región Argentina asambleas espontáneas de vecinas y vecinos.

Por entonces, volvíamos de encuentro con miembros de movimientos sociales, Mtd, militantes populares en Roca Negra cerca de Monte Chingolo.

Estábamos en ronda de mate en el local de la Federación Libertaria Argentina en el barrio de Constitución, el médico y psiquiatra anarquista Julio César Cupeta ante la inquietud colectiva de qué hacer en medio de ese marasmo social de exclusión y miserias provocado por la burguesía propuso un juego.

Preguntó Julio ¿qué hay detrás de esa puerta? ¿Acaso una habitación en penumbras? Obviamente eso nos produce incertidumbre.

¿Cómo la superamos? Abriendo la puerta y encendiendo algo que alumbre y observando, es decir actuando, rompiendo la pasividad.

¿Y si lo hacemos colectivamente? Entonces es seguro que el apoyo mutuo y la solidaridad nos ayudarán a accionar, a superar los miedos, la angustia y a ponernos en marcha para enfrentar las maniobras autoritarias. Las emboscadas.

Esto, para construir autónomos, por fuera de caudillos y burócratas, de estructuras verticales, asambleariamente.

En estos tiempos sombríos debemos encontrarnos, en las calles, en las aulas, en las plazas, en las fábricas, en los barrios, en todos ámbitos activando la resistencia a los tarifazos, la especulación mercantil, a la explotación y la dominación, a la exclusión social económica y material, a la violencia institucional, etc.

¿Y si comenzamos ahora? ¿Si continuamos las luchas?

Si lo hacemos y lo seguimos haciendo.

Seremos invencibles. Como decía Jack London: seremos un gran puño de hierro contra las injusticias.