En 2010, en nombre del desarrollo de la salud pública de la Ciudad, el por entonces jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri presentó un proyecto para unificar los hospitales de infecciosas Francisco Javier Muñiz, de rehabilitación respiratoria María Ferrer y de gastroenterología Carlos Bonorino Udaondo. La iniciativa naufragó en la Legislatura, acusada de encubrir un enorme negocio inmobiliario. El actual jefe de Gobierno reflotó el proyecto pero superó al maestro inspirador: su Complejo Hospitalario Sur pretende unificar esos tres más el Marie Curie y el Instituto de Rehabilitación Psicofísica (IREP), todos en el predio de Parque Patricios.
El 11 de abril llegó a las direcciones de los hospitales en cuestión un documento firmado por el subsecretario de Planificación Sanitaria de la Ciudad, Daniel Ferrante, donde se explica que “de acuerdo con lo solicitado en 2017 por el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta”, la subsecretaría se abocó a “evaluar la factibilidad de desarrollar un nuevo hospital de alta complejidad” que se sumaría a la red pública (una forma peculiar de ver la conversión de cinco hospitales autónomos en uno solo). Según el cronograma propuesto, en caso de que esta vez la Legislatura apruebe el proyecto, 2018 se dedicaría a “Acuerdos y documentación”, los primeros seis meses de 2019 se usarían para la licitación y las obras se realizarían entre junio de 2019 y diciembre de 2021. Sobre el final del proyecto aparecen los “Aspectos críticos de éxito”, entre los que el gobierno plantea los acuerdos políticos con los gremios por el solapamiento de todas las estructuras jerárquicas, un plan para evitar los motivos de judicialización más probables y contingencia para cada caso, un programa presupuestario en base cero que no arrastre los vicios actuales y la mudanza de casos críticos para no tener que mantener en paralelo las instituciones funcionando.
Pero los trabajadores de los centros de salud resisten la fusión porque entienden que representa “el cierre de los hospitales” y el fin de la atención pública sanitaria para ceder terreno a las clínicas privadas. La oposición se manifiesta con actos, abrazos simbólicos a las instituciones y la realización de una conferencia de prensa en la sala Arturo Jauretche de la Legislatura porteña hoy, a las 10 de la mañana, en la que “legisladores y legisladoras de Unidad Ciudadana acompañarán a los trabajadores y trabajadoras de la salud porteños que encabezarán una conferencia de prensa para manifestar su preocupación por el pedido del Jefe de Gobierno Rodríguez Larreta de unificar varios hospitales en el denominado Complejo Hospitalario Sur”, según reza el comunicado de los trabajadores. El martes 24 de abril, los médicos y profesionales de la salud del Muñiz realizaron una asamblea en rechazo “al proyecto de demolición del hospital con el único objetivo de proyecto inmobiliario”. “Está en juego la salud de la gente pobre y a más de uno de ustedes les solucionamos más que sus obras sociales”, resaltaron.
Según el Gobierno de la Ciudad, los profesionales médicos están muy de acuerdo con el proyecto y apoyan esta aseveración en el respaldo que recibe de la Asociación de Médicos Municipales de la CABA. Pero la realidad no es tan así como la pintan. Muchos médicos se oponen (ya quedó claro con los del Muñiz) y algunos aseguran que son más los que rechazan el proyecto que los que lo apoyan, pero que la conducción de la asociación que los nuclea no les da espacio a las voces disidentes.
El doctor Gabriel Zutelman, jefe de urgencias del oncológico Marie Curie, plantea sus objeciones, que se basan sobre todo en aspectos sanitarios: “El Marie Curie es un hospital monovalente (es decir, se ocupa de una patología específica, a diferencia de los generales) y es el tercer instituto Curie de todo el mundo. El primero está en París, el segundo en Polonia y el tercero es el nuestro. Esto tiene implicancias en la atención al público y en la formación de profesionales. Acá se ejerce una medicina humana, en base a la excelencia académica y al respeto por el paciente. Porque no se puede ser un buen profesional si se pierde de vista la relación con el paciente. Un ejemplo, nomás. Hace unos días, cuando se hizo el abrazo al Curie, se me acerca un señor y me pregunta si me acuerdo de él. Y lo reconocí. Fue paciente mío hace 21 años, lo traté y lo operé. Y todavía lo recuerdo. Eso para mí es ejercer la medicina, ocuparse del ser humano, no sólo facturar prestaciones”. Y con respecto al proyecto de unificación, asegura: “Hay muchos motivos para oponerse. En principio, está mal, es peligroso, que convivan pacientes inmunosuprimidos, como los que son tratados con quimioterapia o con rayos, con pacientes infectocontagiosos, aunque sean pabellones distintos. Si es la misma institución, se multiplican los riesgos. El Curie es el único hospital municipal y gratuito que atiende problemas oncológicos (el Roffo es universitario y está arancelado). Y está ubicado en el centro geográfico de la ciudad. El traslado al sur, en una zona de difícil acceso, genera muchos problemas a los pacientes”.
Esta misma observación hacen los profesionales y pacientes del IREP, ubicado en Echeverría 955, en el Bajo Belgrano. Uno de los servicios que presta es la atención psicológica y psiquiátrica para niños y adolescentes. Por eso los trabajadores y usuarios expresan que trasladarlo a la otra punta de la ciudad, literalmente, es restringir el acceso a la salud. Con el agravante de que el Hospital Muñiz, sede propuesta para el complejo hospitalario, está ubicado a pocas cuadras del Hospital Neuropsiquiátrico Infanto-Juvenil Carolina Tobar García, que también presta atención a niños y adolescentes. De concretarse el traslado, quedaría desprotegida la zona norte de la ciudad y del conurbano. Y habría dos centros de atención neuropsiquiátrica para niñez a muy poca distancia entre sí. A la atención psiquiátrica se suman los trastornos que implicaría para los usuarios de los servicios de rehabilitación física el tener que atravesar la ciudad de punta a punta para ser atendidos.
Uno de los argumentos del gobierno es la posibilidad de mejorar la infraestructura y el equipamiento de los hospitales, cuya gestión se vería favorecida con la unificación. “Es mentira que el Curie esté agotado. Lo que ocurre es que desde hace unos años, no sé si por desidia o adrede, lo están vaciando. A veces me parece que es un chantaje: ‘O lo traslado o lo cierro’. Entonces, hace años que no invierten, que no traen una cama –y esto es literal–. ¿Por qué en lugar de semejante movida como implica el Proyecto Sur no usan la plata en reequipar lo que ya está y funciona bien? Porque el desabastecimiento se refleja en recursos humanos (muchos profesionales se están yendo), físicos (instalaciones inadecuadas) y materiales”, asegura Zutelman.
La alerta por un vaciamiento provocado para favorecer el traslado también se replica en los trabajadores del IREP, que a fines de marzo organizaron un abrazo simbólico al instituto en una protesta que incluyó un corte en Avenida del Libertador y Juramento. Se manifestaron contra el cierre del Instituto y denunciaron que, como parte de esa política, las autoridades trasladaron a 13 enfermeros/as bajo el pretexto de que hay superpoblación de personal.
“Estamos haciendo esta medida de fuerza, convocando a todos los sectores a que nos vengan a acompañar, para defender un centro de salud que es público y que por día atiende a más de 400 pacientes. Hoy lo están cerrando y por eso resistimos”, dijo Eduardo Mamani, delegado general de ATE IREP. Una de las consignas era “No sobran enfermeros, lo que sobran son supervisores”. Se referían a los 17 supervisores que están a las órdenes de Elena Fox, subgerenta de Enfermería, a la que consideran brazo ejecutor del ajuste. Fox trasladó a otros centros a 13 enfermeros del IREP y planteó el traslado de otros 33 profesionales, tras el cierre de la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos Crónicos, servicio inaugurado hace dos años pero que nunca se puso en pleno funcionamiento.
A modo de conclusión en cuanto al Curie y los traslados, Zutelman recuerda: “No es la primera vez que tratan de trasladar el Curie. Ya Grosso, en el 89, lo intentó. Fue una situación difícil, pero el entonces director del hospital tuvo una idea genial. Puso en el hall de entrada un busto de Marie Curie, le cambió el nombre (antes se llamaba Hospital Oncológico Municipal) por Instituto Oncológico Marie Curie y pidió el patronazgo de la embajada francesa, que lo aceptó. Entonces Grosso apareció quince días más tarde y con toda pompa inauguró el tercer instituto Curie del mundo. Como no pudo destruirnos, se quedó con los laureles, aunque no le pertenecían”. ¿Habrá que recurrir de nuevo al ingenio para salvar al Curie?
Hay otros aspectos a tener en cuenta en un proyecto de esta envergadura. Natalia Castrogiovanni es presidenta de la Asociación de Profesionales de Servicios Sociales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, entidad gremial que integra la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y explica por qué los trabajadores sociales rechazan la unificación: “Este proyecto se enmarca en la reforma sanitaria que impulsa el gobierno. El ariete de la reforma es la Cobertura Nacional de Salud, que no es más que un recorte y un desguace del sistema de salud pública. La unificación implica recortes a las prestaciones, a la accesibilidad a los hospitales (y por lo tanto a la atención). Cierran cinco hospitales y abren cinco institutos. En el camino se pierden puestos de trabajo, cargos, servicios, camas para internación...”