El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cumplirá su promesa de campaña y abrirá hoy, en contraste con la posición de la comunidad internacional, una embajada en Jerusalén, ciudad señalada por los palestinos como territorio ocupado y capital de su futuro Estado, en una jornada en la que el ejército israelí reforzó sus tropas ante la probabilidad de disturbios.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, celebró ayer la polémica decisión de EEUU en un acto en el que llamó a todos los países del mundo a imitar a Trump, pero que dejó reflejado que -como sucedió en el rechazo de Wahsington al pacto nuclear con Irán- las potencias europeas se enfrentan a la Casa Blanca. En el acto, al que asistió Jared Kushner, yerno y asesor de Trump, Netanyahu convocó a los líderes mundiales a seguir los pasos de Trump, pero lo hizo ante las relevantes ausencias de representantes de Reino Unido, Francia, España e Italia, entre otros países centrales.
El ejército israelí reforzó sus tropas alrededor de la frontera con Gaza y advirtió a la población del enclave que no se acerque a la divisoria, en preparación ante las protestas masivas que se esperan hoy y mañana en coincidencia con el traslado de la embajada.
Trabajadores palestinos plantaron flores de color rojo, blanco y morado para formar las barras de la bandera de Estados Unidos en el jardín de la que a partir de hoy será la nueva sede de la embajada estadounidense en Jerusalén.
La mudanza de la sede diplomática, anunciada en diciembre por Trump, rompió con el consenso internacional que sostiene que la Ciudad Santa debe ser la capital compartida del Estado de Israel y de un futuro estado palestino.
La fecha elegida no fue al azar: este 14 de mayo Israel celebra 70 años de su creación, fecha que precede al Día de la Nakba (tragedia, en árabe) palestina, el éxodo de miles de árabes expulsados de sus territorios con la llegada de los judíos de Europa.
El traslado de la embajada es una promesa electoral de Trump, que cumple con un antiguo mandato del Congreso de Estados Unidos, que en 1995 acordó el cambio de sede pero lo postergó por razones de “seguridad nacional”.
Un funcionario estadounidense citado por la cadena de noticias CNN reveló que todas las sedes diplomáticas de Washington en el mundo islámico reforzaron su seguridad de cara a la inauguración de la sede diplomática.
El mandatario, tras coquetear con viajar a Jerusalén para el evento, finalmente decidió la semana pasada enviar a su hija Ivanka y a Kushner.
La delegación estadounidense estará dirigida por el subsecretario de Estado, John Sullivan, y contará también con la asistencia del secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, informó la Casa Blanca en un comunicado.
La representación la completarán el embajador estadounidense en Israel, David Friedman y el asesor presidencial para asuntos internacionales, Jason Greenblatt.
El acto de inauguración será algo simbólico, ya que en realidad no se trata de un nuevo edificio sino que la embajada comenzará a funcionar en una sede consular ubicada en el barrio de Arnona, en la “línea verde” entre Jerusalén occidental y oriental.
Según el Departamento de Estado, allí se establecerán las oficinas del embajador y una pequeña plantilla de trabajadores, pero todavía no está decidido si se quedarán en ese edificio a largo plazo.
Estados Unidos tiene, además, un edificio en el centro de la ciudad en el que funciona el consulado general y mantendrá abierta la sede diplomática de Tel Aviv para que los israelíes puedan realizar trámites de visado en la que, para la comunidad internacional, es la capital de Israel.
Para poder usar el consulado como embajada, los estadounidenses debieron iniciar una serie de obras, como la construcción de una vía de evacuación, y tienen previsto levantar un muro de tres metros de altura en lugar de la valla de metal que rodea el edificio, informaron medios israelíes.
Betty Herscham, de la organización civil Ir Amim (ciudad de los pueblos) criticó que para la obra en la embajada se hayan pasado por alto normas de planeamiento urbanístico mientras se “reprime por completo la posibilidad de los palestinos de desarrollar sus barrios en Jerusalén Este”.
Los palestinos, que mañana participarán de una gran manifestación en la capital palestina, Ramallah, por el Día de la Nakba, llamaron a boicotear el acto de inauguración.
Fuentes policiales confirmaron que hay unidades de la Policía israelí desplegadas en torno a la embajada y que se han instalado nuevas cámaras de seguridad para controlar el terreno.
En diciembre, Trump reconoció a Jerusalén como capital de Israel y anunció el traslado de la embajada en Tel Aviv, decisión rechazada por la comunidad internacional, con la Unión Europea (UE) a la cabeza y secundada por Guatemala, Paraguay y República Checa.
Honduras, en tanto, espera ratificar una moción parlamentaria para hacer el traslado, mientras que Rumania mostró disposición a hacerlo aunque luego no avanzó en sus planes.
Tras la creación del Estado de Israel a raíz de la partición de la Palestina bajo mandato británico, Jerusalén quedó dividida en un sector occidental, que Israel declaró su capital, y otro oriental, con población palestina y bajo control jordano.
En 1967 Israel ocupó Jerusalén Este, que incluye la Ciudad Vieja con sus sitios santos para las tres religiones monoteístas, y lo anexionó a su territorio sin obtener el reconocimiento internacional.
La comunidad internacional sostiene que el estatus final de la ciudad santa debe quedar establecido en un acuerdo de paz definitivo entre palestinos e israelíes, en conformidad con la solución de los dos Estados.