“Creo que soy escritor. Todo lo que tengo es un hijo recién nacido que debe morir pronto”, anuncia el protagonista de El hijo eterno, un hombre que había puesto todas sus expectativas en el acto de convertirse en padre hasta que es informado de que su hijo nació con un trastorno genético. Basada en la novela del mismo nombre escrita por el brasileño Cristóvão Tezza, esta historia tiene una nueva versión teatral interpretada por Michel Noher. Dirigida por Daniel Herz, el mismo que condujo este unipersonal en Porto Alegre, donde estuvo en cartel 8 años, la obra cuenta con la adaptación de la novela al castellano de Bruno Lara. Que la  producción de esta pieza que se acaba de estrenar en la sala Alberdi del Centro Cultural San Martín haya estado a cargo del actor Jean Pierre Noher, padre del protagonista, no es un dato casual para ninguno de los componentes del equipo que se formó para llevar adelante este proyecto, integrado, según cuentan, por un grupo de hombres sensibilizados por la historia que narra la pieza.  

“Cada proyecto tiene una energía propia”, considera Michel Noher, junto a Herz, en la entrevista con PáginaI12, “y esta obra que mi padre vio hace unos años en Brasil, al proponérmela y al comenzar a trabajar con el director tuvo como consecuencia que nos potenciáramos y que encontráramos un lenguaje en común”, explica y subraya que su trabajo actoral no sigue los mismos lineamientos expresivos de la versión brasileña aunque sí coincide con el ascetismo de aquella puesta. La obra muestra la transformación de ese padre primerizo que debe vencer la decepción y el rencor que siente al comprobar que su hijo no es tal como él lo esperaba. Porque antes de saber de su condición, el padre piensa que un hijo debería dar “las pruebas definitivas de las cualidades de un padre”, y así convertirse en una suerte de “arena de su propia visión del mundo”.

“La novela es autobiográfica”, detalla Herz. “El autor la escribió 20 años después del nacimiento de su primer hijo, recién cuando pudo aceptar que era padre de un niño Down. Y lo que asombra es que, a pesar de haber escrito otras anteriormente, esa novela es la que lo hizo famoso”, resume el director, poniendo énfasis en que el autor creía que la dedicación que le demandaría un hijo de esas características iba a terminar con la libertad que necesitaba para triunfar como escritor.

–¿Qué características tiene esta puesta? 

Daniel Herz: –No quería replicar lo que habíamos hecho en Brasil. Así que tuvimos la suerte de encontrar un lenguaje común entre los dos, aunque no nos conocíamos previamente. Fue un verdadero encuentro. Lo que sí quise mantener fue la concepción de la puesta original,  basada en el encanto de la narración, de lo fascinante que es contar una historia al espectador. 

Michel Noher: –Una historia que además de ser contada ocurre delante del público...

D. H.: –Sí, porque Michel tiene el desafío de lograr diferentes dinámicas en cada personaje: un narrador y dos padres, el que habla en el comienzo de la historia y el padre en el que se convertirá con el tiempo. Y hay solamente una silla para ubicar al espectador en los diferentes espacios de la obra.

–¿Podría decirse que es una obra sobre cómo enfrentarse con el hecho de tener un hijo diferente? 

M. N.: –Así es, porque no queremos reducir la obra al problema de un padre que tiene un hijo con síndrome de Down. Es mucho más que eso, porque se habla de un padre frente a “lo otro”, a lo no deseado por él para su hijo.

D. H.: –Todos los padres tenemos respecto de nuestro hijo una proyección narcisista porque queremos que sea una proyección mejorada de nosotros mismos.  Por eso pensamos que es una obra que trata sobre algo universal. La obra nos habla del amor y de la necesidad de aceptar que un padre no tiene el control sobre su hijo. 

M. N.: –Se puede referir también a un padre que tiene un hijo que tomó el camino que él no hubiera deseado para él en lo ideológico, lo religioso o lo sexual.

–Sin embargo, la enfermedad tiene el peso de lo inevitable porque no se elige.

M. N.: –A veces creemos que elegimos y en realidad las cosas se dan así. Podríamos pensar en un hombre que se siente atraído por otro hombre y que esto no se da por elección sino porque simplemente sucede. Muchos padres se enojan con sus hijos, porque creen que hacen una elección incorrecta y en contra de ellos.

–¿Cómo describe el cambio que se produce en el padre?

M. N.: –Como una transformación que veo como un signo de su madurez, porque aprende a amar lo que es diferente y a aceptar que las cosas no son siempre como uno las espera. 

* El hijo eterno, Sala Alberdi del Cultural San Martín (Sarmiento 1551), viernes y sábados a las 20 hs.