El candidato del área Metropolitana es Alberto Kornblihtt, doctor en Ciencias Químicas por la Universidad de Buenos Aires e Investigador Superior del Conicet. Dirige el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (Ifibyne) y se desempeña como docente del Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
–¿Qué evaluación hace del Directorio actual del Conicet al que aspira formar parte?
–En principio, pienso que es importante que las autoridades reconozcan públicamente el ajuste presupuestario. Este proceso de recortes ha impedido cumplir con un programa de subsidios (proyectos de unidades ejecutoras) que había sido planificado por ellos mismos; ha dificultado el pago en tiempo y forma de las cuotas de funcionamiento de los institutos; así como también ha reducido el número de ingresos a la CIC (Carrera del Investigador Científico). Aunque algunos quieren vestir la situación como una “política de rediseño del Conicet”, se trata de un pretexto para maquillar una realidad que todos conocemos.
–¿Y qué propone al respecto?
–A partir del reconocimiento de la realidad que le toca afrontar al Consejo, el objetivo será acompañar la lucha de la comunidad científica y participar de las reuniones de la Comisión de Ciencia y Técnica de la Cámara de Diputados y Senadores, para explicar a los legisladores por qué hace falta más dinero en el Conicet.
–¿Qué le explicaría a los legisladores?
–En 2017 tuvimos una experiencia muy valiosa, con la participación de científicos en una reunión de la Comisión en Diputados. Logramos que saliera un anteproyecto de ley de financiamiento para el área, con el objetivo de incrementar los porcentajes destinados al sector (hasta el 1,5 por ciento del PBI). Fue apoyado, incluso, por legisladores de Cambiemos que, no obstante, se bajaron al poco tiempo. Lo más preocupante fue que las autoridades del MinCyT y del Conicet no estaban presentes ni respaldaron la necesidad del reclamo.
–¿Cómo convencerlos de la importancia de financiar el área cuando el modelo económico del gobierno intenta prescindir de su contribución?
–La estrategia es demostrar que no existe ningún país que haya podido prescindir de la ciencia y la tecnología para mejorar su situación; que es esencial para fomentar el pensamiento crítico; y fundamental para informar a la población sobre decisiones que deben tomar sobre temáticas bien diversas como aborto, vacunación, salud reproductiva, organismos genéticamente modificados, alimentación saludable, calentamiento global y megaminería. Hay miles de temas que la ciudadanía no puede abordar de manera confiable si está desprovista de la evidencia científica. Son inversiones a largo plazo, en efecto, no es factible pretender soluciones inmediatas así como tampoco interrumpir abruptamente la tendencia de mejora. Más allá de los tiempos que estamos viviendo no nos vamos a cansar de luchar; no solo por nuestros propios trabajos sino también porque estamos convencidos de que es bueno para el país.
–Siempre ha sido difícil persuadir a los sectores del poder real –el económico– sobre la relevancia de la investigación y el desarrollo...
–Coincido. Por el simple hecho de que cuando la situación no les conviene entran en la bicicleta financiera y relegan la generación de conocimiento nacional. Consideran que es más barato importar las tecnologías al tiempo que desprecian los aportes provenientes del campo científico autóctono, sobre todo, porque vienen acompañados de pensamiento crítico que no es afín a sus dogmas y a su propia educación. No nos olvidemos que provienen de universidades privadas, instituciones que –en general– carecen de reflexión científica.
–¿Qué piensa del sistema de evaluación? ¿Cómo es posible mejorar este aspecto? La burocracia pesa…
–Más allá de los errores –que perjudican o benefician a postulantes de manera injusta– pienso que ha mejorado, prácticamente, desde los tiempos del retorno a la democracia. Incluso es ejemplar para muchos otros estamentos de la sociedad, ya que como dice el colega Ernesto Calvo: “somos empleados estatales evaluados por jurados internacionales”. La mayor parte de nuestra producción científica es examinada en el extranjero por personas que no nos conocen. En este sentido, me parece que es un aspecto rescatable aunque propondría estrategias de acción para lograr valorar más la calidad por sobre la cantidad de los trabajos entregados.
–Por otra parte, ¿qué propuesta tiene para federalizar y descentralizar el Conicet?
–No hay federalismo sin fondos; no se puede seguir promoviendo la frazada corta en las que se apoya a algunos mientras se perjudica a otros. A partir de aquí es posible crear condiciones más atractivas (infraestructura, subsidios) para que los jóvenes investigadores desarrollen sus trabajos en los sitios más alejados de las grandes ciudades.
–Por último, más allá del resultado de las elecciones, el PEN tiene la potestad de escoger el representante del área entre los candidatos más votados. Podría ocurrir que usted ganase las elecciones pero no fuera designado, o bien que fuese nombrado a pesar de no salir primero.
–No aceptaría ser nombrado si no obtengo la mayoría de los votos de mis pares, por más que el reglamento así lo permita. Sostengo que quien obtenga la mayoría debe ser designado. El antecedente que tenemos con Roberto Salvarezza es que esta situación ya ocurrió en una clara situación de discriminación política, bajo el supuesto subyacente de que quien es nombrado no puede desarrollar ideas opositoras frente al gobierno de turno.