Eduardo Ceccarelli, candidato por la región del Litoral, es doctor en Bioquímica por la Universidad Nacional de Rosario y director de Departamento de Ciencias Biológicas de la misma institución. Se desempeña, además, como Investigador Superior del Conicet en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR).
–¿Qué propone para revertir la crisis presupuestaria que atraviesa el Conicet?
–Si bien en los últimos años Conicet ha tenido mejores infraestructuras, equipamiento y aumentado sus ingresos a Carrera; en la actualidad afronta un conflicto presupuestario que requiere de un política pública que reconozca la importancia de financiar los espacios de ciencia y tecnología para el desarrollo del país. Sobre todo, con el propósito de generar una proyección adecuada de cara al futuro. Se requiere más dinero pero también facilitar los canales para que eso ocurra.
–¿Cuáles serían los canales a los que usted apuntaría en caso de integrar el Directorio?
–Promovería el diálogo y fortalecería los lazos con aquellos actores que tienen poder de decisión y se encargan de formalizar los pedidos de incremento presupuestario. Comenzaría por el Presidente del Conicet, con el objetivo de generar una mesa de análisis y negociaciones permanente. No considero que se deban desarrollar canales alternativos, más bien, se trata de una responsabilidad del Estado proveer los instrumentos necesarios para que la institución pueda desarrollarse.
–¿Qué diferencia habría con lo que ya se viene haciendo?
–La clave estará, en este caso, en la conexión permanente con los actores relevantes de la vida política. Del mismo modo, es necesario ordenar criterios y sostener las políticas de ingresos a la Carrera pero justificada a partir de la disponibilidad de recursos. Es contraproducente ofrecer cargos si después no hay fondos para cubrirlos; ya observamos lo que ha ocurrido. De cualquier forma, no advierto una fuga de cerebros que se diferencie de épocas anteriores; además, recursos humanos tan calificados como los que tenemos no necesariamente deben trabajar en el Conicet, pues, también podrían desempeñarse en otros ámbitos.
–¿Las empresas están dispuestas a eso? ¿Cuántas cuentan con áreas de I+D?
–Muchas tienen la necesidad de contar con gente formada entre sus filas. En el agro, por ejemplo, hay instituciones privadas que desarrollan actividades en biología molecular; así como en el campo de la salud, muchos laboratorios se han beneficiado con el ingreso de recursos humanos formados por el Conicet. Como es lógico, si no contamos con una economía en expansión la diversificación laboral no será posible. No depende del Consejo la generación de oportunidades diferentes a las propias que pueda ofrecer.
–¿Qué opina de los sistemas de evaluación y el caudal de papeles e informes que los investigadores deben completar?
–Conicet cuenta con un buen sistema de evaluación aunque, por supuesto, puede perfeccionarse. Mi propuesta es reducir la información innecesaria en las presentaciones así como también organizar entrevistas entre los candidatos y las comisiones, con el propósito de solucionar dudas y diversas necesidades que puedan surgir. En esta línea, las comisiones deben estar integradas de la manera más federal posible, con el propósito de que sean capaces de autorregular su funcionamiento.
–Esto se vincula con otro de los puntos que enfatiza su plataforma, la federalización. Una preocupación común a los tres candidatos.
–Una de las principales formas que existen para lograr el desarrollo de áreas de vacancia es que investigadores jóvenes –pero formados y que cuenten con sus propias líneas de investigación– se muden con sus grupos y sean apoyados con instrumentos específicos de financiamiento. Por otra parte, es necesario integrar las actividades de los CCT regionales respecto al Conicet central, esto es, generar canales directos para el intercambio de ideas e información. Se trata de instituciones que necesitan un mayor grado de libertad de acción, aunque finalmente sea el Consejo quien oriente las políticas científicas rectoras.
–¿Cómo se puede aceitar ese engranaje que traslada los logros del laboratorio hacia la vida de las personas?
–Pienso que no es necesario desarrollar sistemas de transferencia forzados, porque si se produce ciencia de primer nivel, indefectiblemente, ese conocimiento se transferirá a la sociedad. No tenemos que tener un Conicet que realice servicios menores que pueden ser desarrollados por otros espacios ya abocados. Ciencia y tecnología no pueden pensarse de modo divorciado.
–Por último, ¿por qué quiere formar parte del Directorio del Conicet?
–Porque es una institución que quiero mucho, en la que he trabajado toda mi vida. Considero que tengo la capacidad, pero sobre todo la verdadera intención de mejorar el futuro del Conicet. Necesitamos que el Consejo tenga el lugar que se merece en el espacio público.