Entre las múltiples consecuencias de la crisis financiera desatada la semana pasada, el Gobierno decidió dar un giro y hacer una reorganización de sus estructuras de toma de decisiones. El macrismo le pidió a sus aliados de Cambiemos que se incorporen en las reuniones diarias de coordinación y también decidió ampliar la mesa chica política. Le transmitió esto al gobernador de Mendoza y titular de la UCR, Alfredo Cornejo, quien les dijo que no podía descuidar la gestión provincial y que lo consultaría con su par Gerardo Morales. El jujeño respondió lo mismo y entonces propusieron que se incorpore nuevamente a Ernesto Sanz. El ex senador y ex presidente del Comité Nacional volverá así a frecuentar la Casa Rosada, convirtiéndose otra vez en el interlocutor del radicalismo con el Poder Ejecutivo. El regreso de uno de los fundadores de Cambiemos fue el segundo paso tras la reincorporación de dos figuras claves del “ala política” del Gobierno, que hasta ahora venían relegados: Rogelio Frigerio y Emilio Monzó. La decisión de Macri implica un golpe para el jefe de Gabinete, Marcos Peña, quien si las reuniones tienen efectivamente consecuencias prácticas, verá licuado buena parte del poder que había concentrado en los últimos meses.
Así como la economía dio una pequeña tregua ayer, luego de la fuerte “turbulencia” (según el eufemismo que utilizó el ministro de Finanzas, Luis Caputo) de los últimos días, la política todavía está reacomodándose. Desde el Gobierno difundieron que a las reuniones diarias de coordinación se sumarían Sanz y Fernándo Sánchez, actual secretario de Fortalecimiento Institucional y mano derecha de Elisa Carrió. Con esta decisión, la líder de la Coalición Cívica tendrá a través suyo una mayor participación en el día a día de la gestión. Esos encuentros serán completados por Peña, la vicepresidenta Gabriela Michetti, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y los vicejefes de Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Sin embargo, fuentes del radicalismo aseguraron a PáginaI12 que Sanz no estará todos los días en la Rosada ni será parte de esas reuniones, sino que se integrará a la “mesa política” que será citada una vez a la semana.
De esa última reunión participan Peña, la gobernadora María Eugenia Vidal, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta y ahora Frigerio y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. La pretensión del macrismo era que allí estuvieran presentes Cornejo y Morales, pero ambos declinaron la propuesta para no desatender sus obligaciones en sus provincias.
Por lo bajo, los radicales mascullan bronca: vienen advirtiendo hace meses que hace falta mayor diálogo y apertura en las decisiones pero el PRO los convoca recién ahora, cuando la situación es crítica. “Está bien que se discutan líneas de acción y estrategias políticas para dar gobernabilidad. No haberlo hecho antes trajo algunos problemas, ¿no?”, decía con cierta ironía un importante dirigente radical tras conocerse las novedades. En la UCR subrayaban que “la noticia de que están dispuestos a abrir y convocar impactó favorablemente en la economía”.
Hasta ayer, ni siquiera los propios actores involucrados tenían del todo claro cómo será la nueva dinámica de funcionamiento. La agencia oficial Télam informó que “se decidirá más adelante si finalmente Sanz ocupará o no un lugar en la mesa política”, algo que los radicales ya daban ayer por descontado.
Lo que si quedó claro es que en el Gobierno tienen una necesidad de modificar la base de sustentación de la decisiones políticas y que el regreso de Monzó, aún cuando había anunciado anticipadamente que se alejaría de la Cámara de Diputados en 2019, implica una marcha atrás en el proceso de concentración de poder que capitalizaba Peña. “Me alegro de que esté de vuelta en la política, porque es una mirada y una operación valiosa para la Argentina”, remarcó el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, respecto del titular de la Cámara baja.