Todos mis malos deseos al productor de TV que me mandó a bajar cinco kilos antes de tomarme una prueba para conducir. No alcanzaban parece, todos los kilos de años en los medios, faltaba mi cuerpo a disposición de la garantía de que en televisión no aparezcan gordas o gorditas, salvo como papeles secundarios o graciosos aparentando una cosmética amplitud que no tienen.
Mis malos deseos porque me recordó la frase que escuchaba en algunos hombres de mi familia “las gordas no son mujeres”, y yo deseaba no serlo ( ¡gorda!), porque me recordó cómo se reían de mi tía, como se burlaban de su cuerpo gordo, como ella era un chiste para todxs.
Mis malos deseos al compañero de trabajo, que me dijo: si bajás 10 kilitos la rompés, y vos goma ¿qué sabés si no la rompo así también?
Mis malos deseos a la policía de los cuerpos que todos llevamos dentro, que aparece cuando me miro la panza, amplia, sobresaliente y quisiera que no esté. Mi malos deseos, los peores, a todxs los que nos hacen sentir mal con nuestros cuerpos disidentes. Mis malos deseos a la vendedora que me dice (mirándome con cierto desprecio) que no hay talla de la pilcha que me gusta, y mis peorísimos deseos a lxs que diseñan y hacen ropa solo pensando que las mujeres deben ser esbeltas y flacas. Mis malísimos deseos a todo eso que no me permite tocarme y gustarme. Mis malísimos deseos a todo lo que no sea quererme y a sus agentes del mal. Malísimos, los peores para el 2017, porque pienso seguir brindando, gozando, hacer valer cada kilos de los 77 que tengo en lucha para que cada mujer invierta un minuto más en quererse y menos en odiarse.
* Periodista, escritora y conductora de radio. Se dedica a la difusión de poesía y literatura y coordina talleres de lectura. Autora del libro de relatos poéticos “Océano”, de Editorial Lamás Medula.