La fortaleza de la economía estadounidense es una mala noticia para el resto del mundo, principalmente para la Argentina. El rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a diez años trepó ayer a 3,104 por ciento, su valor más alto desde 2011, convirtiéndose en una aspiradora de fondos globales en busca de activos rentables y seguros. La administración Trump anunció ayer una caída en el nivel de desempleo de abril al 3,9 por ciento, su mínimo desde el año 2000. Si bien podría implicar un alivio para el mundo, anticipando un escenario de gradualismo en la suba de la tasa de interés rectora por parte de la Reserva Federal, los buenos datos de actividad en Estados Unidos aceleraron el flujo de fondos hacia esa economía limitando el crédito para el resto del mundo y fortaleciendo el dólar contra las principales monedas. A esto se suma que la Fed inició un ciclo de ventas de títulos que estimula la suba de tasa de corto plazo. “En el corto plazo vemos un rendimiento a diez años del 3,25 por ciento y eso para la Argentina implica cada vez menos posibilidades de financiamiento; por eso el Gobierno se apuró en un acuerdo con el Fondo Monetario”, dijo a PáginaI12 Leandro Zicarelli, analista de Finanzas del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).
Tras la suba de los rendimientos de los activos estadounidenses, cuyo movimiento es la contracara de una caída en los precios por exceso de oferta, se volvió a hacer referencia al fly to quality (vuelo hacia la calidad). Los papeles de Estados Unidos son considerados libres de riesgo por, entre otras cuestiones, tener ese país la “máquina de hacer billetes verdes”. Pero lo habitual es que la contracara sea una tasa de retribución baja respecto de la que ofrecen bonos similares de países más riesgosos. El peor escenario para estos últimos es cuando Estados Unidos comienza a pagar bien por sus bonos, porque los capitales golondrinas abandonan sus posiciones en títulos públicos de economías más riesgosas para ir a activos de ese país.
La FED, banca central estadounidense, está endureciendo su política monetaria y, junto con la suba gradual de la tasa de corto plazo, que se ubica entre 1,5 y 1,75 por ciento, recorta la liquidez vendiendo parte de su cartera de bonos. “Apenas vendió el 5 por ciento y los rendimientos volaron porque bajan los precios. Es impensado el daño que puede provocar con el 95 restante”, explicó Ziccarelli. En medio del “supermartes” financiero que vivió la Argentina, la tasa del bono norteamericano a diez años se ubicó en 3,072 por ciento y desató una guerra de monedas contra la apreciación del dólar.
Ayer, el rendimiento del bono a diez años estadounidense superó el 3,10 por ciento y el euro, principal moneda de cotejo contra la divisa estadounidense, se posicionó en su mínimo desde mediados de diciembre. El Banco Central Europeo fijó el tipo de cambio de referencia del euro en 1,1784 dólar. En la región, Brasil, moneda de importancia para el comercio bilateral con Argentina, sufrió una depreciación de su moneda del 0,9 por ciento y finalizó en 3,679 reales la venta del tipo de cambio comercial contra el dólar.
Esto genera dos efectos negativos para la Argentina. Por un lado, la suba de tasas de Estados Unidos encarece el crédito en el mundo y aleja a la Argentina de la posibilidad de financiarse en el mercado internacional. La segunda es la apreciación del dólar, que presiona sobre un mercado de cambios argentino desregulado hacia una depreciación del peso, lo que impacta de manera decisiva en los precios internos. Estos efectos se ven amplificados ante la falta de un esquema de regulación y protección contra los ataques especulativos y un modelo económico sustentado en el endeudamiento, para lo cual se mantiene aceitada la cadena de la bicicleta financiera. El ex director argentino ante el Fondo Monetario Internacional, Claudio Loser, reconoció que “el 75 por ciento del problema de Argentina surge dentro de sus propias fronteras. El disparador puede haber sido el hecho de que la Reserva Federal está más fuerte. Pero fundamentalmente el tema argentino es la fragilidad macroeconómica”, dijo el economista en una entrevista con la BBC, quien, fiel a su estilo, recomendó más ajuste fiscal. Desde el CEPA argumentan que la corrida tiene más que ver con la “total liberalización del mercado cambiario, con el objetivo de que Argentina sea más atractiva para que los flujos de capitales decidan invertir en la plaza local”, que con el nivel de la tasa estadounidense.