En su rica, riquísima filmografía, la siempre grácil Cate Blanchett (Melbourne, 1969) ha dado sobradas pruebas de una flexibilidad interpretativa sin par, cambiando las convincentes pieles según el caso, convirtiéndose incluso enelfaGaladriel del clan Noldor, enReina Virgen, en Bob Dylan. Si quedaba, empero, algún resquicio de duda acerca de su camaleónica habilidad, una video-instalación de Park AvenueArmory, Nueva York, acabará por convencer a cualquier vacilante. Se trata de Manifesto, del multipremiado artista berlinés JulianRosefeldt, que tras pasearse por diversos festivales, galerías, museos, estaciona momentáneamente en la Gran Manzana con su provocativo lema “Todo el arte actual es falso”, y una atractiva puesta que, en 13 pantallas, presenta simultáneamente 13 cortos estelarizados por Blanchett en roles ciertamente disímiles. En todos y cada uno, retomando y reinterpretando los manifiestos de las vanguardias artísticas del arte occidental del siglo XX, recogiendo los discursos de las corrientes más resonantes de la historia reciente…
“En Manifesto,Rosefeldt y Blanchett advierten cuán irreales serían los manifiestos políticos y artísticos si los defendiéramos hoy tal y como fueron creados”, sincretiza la periodista ibérica Ángela Molina, en referencia a este “collage de situaciones que dan una inquietante segunda vida a la literatura artística y filosófica de poetas, arquitectos, coreógrafos y cineastas que liberaron su rabia y sus ideales en los manifiestos marxistas, futuristas, dadaístas, situacionistas, pop, constructivistas o deconstructivistas”.
A través, dicho sea de paso, de fragmentos de más de 50 discursos que la plástica actriz interpreta con su característica maestría. Deviniendo, en palabras de la citada colega, “una joven punk llena de beligerancia sexual que cita a Vicente Huidobro y a NaumGabo, o una enfática coreógrafa rusa que invoca a YvonneRainer y a George Maciunas mientras se mueve por el escenario como una escultura que Picasso hubiera cortado a pedazos. Por no hablar de la grimosa ama de casa sureña que el Día de Acción de Gracias reza junto a su marido y sus tres hijos extravagantes oraciones pop (…) En estas distopías, es también la trabajadora de una planta de reciclaje que manipula el brazo de la grúa absorta en las ideas de Robert Venturi y Bruno Taut; y un homeless que esputa a un cielo estigio proclamas antielitistas de los círculos radicales del John Reed Clubs de Nueva York”. Cate Blachett es todxs; aunque nadie sea como Cate Blanchett.
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