Desde San Francisco
Ya no hay casetes, pero la historia de Hannah Baker develará a la vez nuevas piezas de información y otros misterios. Hoy subió a la plataforma Netflix la segunda temporada completa de 13 Reasons Why, la serie que el año pasado consiguió el objetivo de máxima de atraer tanto al público adolescente como a sus padres, y disparar una ardiente discusión pública sobre el ambiente en las escuelas secundarias (de los Estados Unidos, pero también de muchos otros países). Más allá de la extraña acusación de “glamorizar” el suicidio –no hay nada de glamoroso en la historia de Hannah, y menos que menos en su sobrecogedora escena final en la bañera–, el de- sarrollo de la serie creada por Brian Yorkey sobre el best seller de Jay Asher terminó destapando asuntos que recién entonces empezaban a explotar en la opinión pública, y que hoy son temática usual.
Es que, al cabo, el suicidio de Hannah está íntimamente ligado con el bullying y en especial con haber sido violada por Bryce Walker, la estrella deportiva de la Liberty High School. Un típico matoncito de escuela ricachón que abusó de otra joven –Jessica–, acostumbrado a salirse con la suya, pero que en la segunda temporada al fin se verá amenazado por el juicio que los Baker iniciaron a la escuela. Junto a un grupo de periodistas de todo el mundo, PáginaI12 participó de una visita al set de filmación (ver aparte) y tuvo una jugosa charla con Yorkey.
–¿Cuáles fueron los desafíos para esta temporada? No teniendo que depender ya del libro, que solo cubre los sucesos de la primera, ¿qué elegir entre las muchas posibilidades?
–El libro de Jay nos dio una gran historia y grandes personajes; avanzando en la primera temporada decíamos “tenemos que seguir contando su historia si tenemos la oportunidad”. Podíamos tener más tiempo para saber más de ellos más allá del libro. Teníamos este grupo de gente maravillosa que solo estaba empezando a entender lo que les pasó, el drama de la muerte de Hannah y su parte en eso, y que solo están comenzando a curarse de lo que atravesaron. Había mucho para explorar. Tuvimos que decidir cuál iba a ser la estructura de la temporada, ya no era la escucha de las cintas. Decidimos que lo que iba a impulsarnos es contar la historia de estos personajes, hacia dónde va todo después de ese big bang de la historia.
–¿En qué punto se dio cuenta que esto podía seguir, que podían ser 13 razones o 26 o 39?
–Podríamos haber intentado algo como True Detective, iniciar una temporada con un nuevo elenco, pero nos parecía que había mucho por contar. Un gran ejemplo es la historia de Jessica. Alguna gente puede pensar “bueno, al fin lo pudo contar, se terminó” pero nada está más alejado de la verdad que eso. A menudo en la TV estadounidense uno encuentra que todo se termina y resuelve en un episodio o tres. La historia de una violación se resuelve al día siguiente, o cuando la víctima logra vencer su resistencia y puede contarlo entre lágrimas, y un médico la conforta y es todo lo que se necesita. Pero sabemos muy bien que recuperarse de una violación es un proceso que lleva una vida, y es algo a lo que está especialmente expuesta la gente joven, y es importante hacerles saber que no están solos. No quiero dejar a estos personajes ahí. Si el mundo del gran entretenimiento nos da la oportunidad de seguir contando la historia, tenemos que hacerlo. ¿Qué pasa en tu vida seis meses después de que la chica que querías se suicidó? Es demasiado interesante para dejarlo ahí. Por otra parte, vimos que había comunidades de chicos que realmente querían a Hannah y se enojaron con la actitud de otros que quizá no abusaron de ella como Bryce o como Justin pero no fueron buenos amigos, como Alex y Jessica, que no supieron acompañarla cuando estaba en crisis. Cómo toda la comunidad le falló. La pregunta que me resulta interesante en esta temporada es qué aprendieron de la experiencia y si hacen algo por mejorar.
–Dylan Minnette dijo que su personaje, Clay, comienza queriendo ser feliz, pero a la vez descubre que no va a ser nada fácil.
–Y es un punto interesante, porque hay muchos programas adolescentes que están llenos de conflictos, pero a menudo eluden la pregunta de cómo seguís adelante con tu vida y qué hacés con los efectos que deja eso que te pasó. No queríamos hacer un programa solo sobre el conflicto, sino sobre cómo te moldea eso.
–¿Qué responsabilidades implica contar esta historia para un público mayoritariamente adolescente?
–Nos aseguramos de montar un website con fuentes de consulta y de ayuda, conectar a la gente con entidades de ayuda y que fuera bien visible. Nuestro objetivo es que la gente joven la vea y hable entre sí, y mi esperanza es que también hablen con sus padres, y que incluso inviten a sus padres a verla, o que ellos la vean por sí. Eso sucede mucho; a veces la ven juntos, a veces la ven los jóvenes y sus padres la ven dos o tres semanas después, pero después pueden hablar de lo que vieron, qué impacto tuvo en ellos, qué piensan. Desde el principio sabíamos que para los chicos es difícil decir “yo siento lo mismo” o “a mí me pasó lo mismo”; quizá es más fácil decir “Hannah se sintió así” o “Eso que le pasó a Jessica”, y de allí tener una base para poder decir “yo también me he sentido de esa manera”. Esa ha sido una de las fuerzas más potentes detrás de lo que hacemos.
–Katherine Langford dijo que habrá nuevos secretos revelados, que habrá un momento que “va a romper internet”.
–Sí, algunos se van a enojar mucho... encaramos esta temporada con la idea de que Hannah contó su historia del modo en que la entendió, y creo que dijo la verdad, pero desde su perspectiva. Y no lo dijo todo. Construyó un caso sobre un grupo de gente a la que responsabilizó por lo que hizo. Y ahora, naturalmente, durante el juicio cada uno irá revelando información exculpatoria. Hay detalles que quedaron guardados durante la primera temporada.
–Se ha mencionado la crudeza de algunos pasajes de la serie, incluso de modo crítico.
–Queríamos disparar conversaciones y creo que lo logramos, y ese sigue siendo nuestro objetivo. Contar estas historias de manera honesta es algo que buscamos muy conscientemente con cuestiones como los ataques a Jessica y Hannah y el suicidio de Hannah. Nos propusimos no huir de la parte más difícil. Muy a menudo, en shows para público joven tocan estos temas pero le escapan a lo más duro. Esa es una mentira peligrosa. Si mirás a otro lado, o cortás, o fundís a negro, si estetizás la experiencia o la presentás casi en un modo de ensoñación, le estás ocultando a la gente el verdadero horror de esas experiencias. Sabemos que es la elección más desagradable, pero hay escenas necesarias y no vamos a escapar a abordar estos temas, tratando de ser lo más cuidadosos posible pero sin esconder la verdad, para que sirva como llamado de atención. No es la manera más fácil de hacerlo, pero es la manera en que la gente puede enfrentar lo que es y hablar sobre eso. Queremos que jóvenes que sufren bullying, deseos suicidas, abusos sexuales, lo vean y digan “mierda, no estoy solo”. Que hay alguien, o un grupo de personas, que saben lo que pasa. Porque además no se trata solo de los jóvenes, todos tuvimos esa edad y sabemos cómo se sienten ciertas cosas. Y si sos afortunado podés encontrar un film, un libro, un artículo periodístico, una canción que lo representa y hace que digas “un minuto, no estoy solo”. A mí las canciones de The Smiths me hicieron sentir que no estaba solo.
–No sólo tienen peso los personajes que hacen cosas, sino aquellos que eligen el silencio, y que pueden producir identificación en otros.
–Absolutamente. En el libro de Jay me identifiqué con cosas. Yo nunca fui un bully, pero sí el tipo de persona que ve cosas pero no hace nada. Hay abusadores muy desagradables en el mundo, sin ir más lejos en la Casa Blanca, pero también hay gente desagradable que se queda a un lado. Ojalá este show también haga que esas personas digan “no voy a quedarme más a un lado, callado y sin hacer nada frente a algo que está mal”.
–¿Cómo afectan hechos públicos de abuso al trabajo de los guionistas?
–Somos nueve escritores, y a medida que íbamos trabajando empezaron a aparecer cosas como #MeToo, el caso de Harvey Weinstein y lo que le siguió, y nosotros veníamos escribiendo desde febrero... cuando empezó a aparecer todo eso no podíamos creer que estuviera tan en sintonía con lo que habíamos escrito. La historia de Jessica tiene mucho peso esta temporada, porque es una sobreviviente, y hay una atención especial en si dirá o no el nombre de la persona que abusó de ella. Cuál es el costo de eso, de decir que fue Bryce siendo una persona de tal popularidad. Qué discusión surgirá, si se discutirá si fue una violación o no. Es interesante, pero también queremos dejar claro que se trata de un desarrollo de lo que le viene sucediendo a nuestros personajes y no un simple reflejo de lo que sucede en la sociedad. Al mismo tiempo, si nuestra intención fue provocar una discusión pública sobre los abusos sexuales y lo que atraviesan las víctimas, que eso esté cada vez más presente en la sociedad es bueno.
–A propósito de ese “disparar la discusión en la sociedad”, ¿cuáles son los objetivos que le gustaría alcanzar?
–Una de nuestras preocupaciones más importantes fue poner la mirada en el modo en que criamos a nuestros hijos para convertirse en hombres en esta sociedad, y el modo en que tratamos a las mujeres. La manera en que se moldean los chicos y lo que deben atravesar las chicas y cómo eso moldea su vida adulta. Creo que en la conducta de Harvey Weinstein o de Donald Trump hay muchos ecos de la conducta de Bryce Walker: un chico rico a quien nadie le fijó límites, a quien no se le enseñó que no está habilitado a tomar lo que quiera, que la gente importa. Hay demasiadas personas en los Estados Unidos que se sienten de la misma manera. Todo empieza en el modo en que son criados, en el modo en que aprenden a relacionarse con las mujeres, el modo en que las mujeres deben aprender a protegerse y poder crecer. Espero que este show pueda seguir mostrando eso, de manera desafiante, que lo puedan ver los jóvenes y a los no tan jóvenes. Y que piensen sobre ello.