La detención de Milagro Sala es una espina que nos clavaron en el corazón. Nos duele y nos rebela por lo injusto y arbitrario pero también por lo que encarna: el odio de clase y de raza, la defensa de una estructura social en donde debe quedar meridianamente claro quién manda y quién obedece. ¿Qué hacer? ¿Cuáles son los caminos para forzar al gobierno de Cambiemos a que cumpla con las resoluciones de ONU y la OEA y libere a Milagro Sala? ¿Cómo poner sobre la mesa las verdaderas motivaciones que están detrás del encarcelamiento de luchadores populares?
Lo que hacemos, como universitarios e investigadores, es hablar…, instalar el tema entre nuestros colegas, en los laboratorios, las aulas y los distintos foros en los que participamos. Pero también escuchamos. Escuchamos, por un lado, voces de solidaridad y, por otro, de apatía e indiferencia. Cuando interpelamos a quienes miran la detención de Milagro Sala como espectadores, sin involucrarse, nos encontramos con una serie de argumentos que cuestionan la intervención activa de la comunidad científica y universitaria en este tema. Estos argumentos pueden resumirse en dos grupos: (a) “Esto no es asunto nuestro, somos investigadores y universitarios y no tenemos que salir como tales a defender causas ajenas”; y (b) “Es muy riesgoso tomar partido y que en el futuro se prueben actos de corrupción por parte de Milagro Sala”. Como estos cuestionamientos son planteados, en muchos casos honestamente, es importante pensar en ellos.
¿Tenemos nosotros, en tanto universitarios e investigadores, que opinar de esto? Sí. Además del componente humano, hay detrás de este caso un ataque al pensamiento crítico, a la posibilidad de mirar la realidad de otra manera y de operar sobre ella de manera distinta. Es la descalificación y la mentira para clausurar el debate lo que como científicos nos pone del lado de Milagro. Es un ataque a nosotros también.
Tomamos partido porque el eje del problema es la necesidad de un juicio justo: la detención arbitraria y las irregularidades procesales son los temas que (como a la OEA y la ONU) nos preocupan. Queremos que Milagro tenga el mismo trato que tuvieron Macri o Sturzenegger cuando estuvieron procesados. Claramente no se trata de un tema estrictamente judicial, sino de un caso atravesado por la historia reciente, en el que están involucrados muchos actores. No sólo la Tupac Amaru, también los socios de Cambiemos y los medios de comunicación. La manipulación del Poder Judicial jujeño por parte del gobernador Morales es un ingrediente central del proceso, la tergiversación de las denuncias es otro. Los medios hegemónicos hablan sólo de corrupción pero buena parte de la decena de causas que se presentaron no tienen que ver con manejo de fondos sino con reclamos y acciones ligadas a la defensa de conquistas populares. Aun haciendo un análisis cuidadoso del caso podemos equivocarnos, claro, pero nosotros optamos por correr el riesgo de defenderla. No de manera irracional, lo hacemos porque valoramos su obra social. Porque estamos del lado de quienes luchan por la equidad, la inclusión, la diversidad, la dignidad humana. También porque guardamos registro de los intereses que defendieron y de las actitudes que tuvieron en el pasado los distintos actores, con el gobernador Morales a la cabeza.
Porque estamos convencidos que nos incumbe como investigadores científicos y universitarios, porque desde el retorno de la Democracia Ciencia y Derechos Humanos van de la mano en nuestro país, tomamos partido y visitamos a Milagro Sala en el penal de Alto Comedero para expresarle nuestra solidaridad y reclamar al gobierno provincial y nacional su inmediata liberación.
* Jorge Geffner, José Paruelo, Juan Pablo Paz, Marcelo Ruiz, Mirta Iriondo, Osvaldo Uchitel, Roberto Salvarezza, Rolando Gonzalez-José, Sandra Carli, Eduardo Dvorkin, Félix Requejo, Ana Franchi, Andrés Kreiner, Carolina Mera y Diego Hurtado.