En Francia a fines del siglo XVIII, con la conducción intelectual de un médico, surgió la corriente de pensamiento liberal denominada los fisiócratas. Sintéticamente, sostenía que la riqueza nacía de la producción extraída de la tierra y luego, el excedente se distribuía en el resto del cuerpo social que estaba conformado por órganos improductivos. El actual presidente en su campaña electoral, en muchas oportunidades expresaba un discurso que parecía desprenderse de un manual de pensamiento simplificado de la anterior corriente. Decía algo así: “liberando las trabas de la producción del campo se irradiará rápidamente su riqueza en el resto de la sociedad”.

Cuando asumió la presidencia, con la compañía de sus amigos, socios y colegas del mundo empresarial, aplicó sobradamente la idea de liberar los flujos internos y externos de bienes, servicios y activos financieros creando las condiciones objetivas de un modelo extractivista agrario, minero y urbano. Desde el inicio mantuvo un discurso optimista, prometiendo la pronta llegada del bienestar extendido a todos los segmentos sociales; haciendo oídos sordos a que se estaba generando una gran inestabilidad en el funcionamiento de la economía y, en las últimas semanas, a lo que ocurre en el ámbito cambiario, con el registro de la suba del dólar que desmiente cotidianamente la narrativa gubernamental. 

El gobierno considera que solo puede contener este alza vendiendo dólares, dólares que, dicho sea de paso, forman parte del fenomenal endeudamiento externo de los últimos tiempos, llegando a constituirse en una de las marcas coyunturales más sobresalientes de la política económica actual. Asimismo, nos enfrentamos con el desastre generado por la bicicleta financiera, tanto durante la última dictadura cívico-militar, como durante el gobierno de De la Rúa, y que en este último caso condujo al notable esperpento económico denominado el “corralito”. Estas políticas neoliberales que habilitaron un intenso canal de “extracción al exterior de excedentes financieros”, condujeron al desplome económico y a situaciones de gran penuria social, enmarcadas en protestas populares y represión estatal.   

En la actualidad, mientras aparecen zonas de turbulencias recesivas, el gobierno sigue con su política global de desmontar el conjunto de los derechos adquiridos. No le bastó echar multitudes del sector público aumentando significativamente la desocupación. De igual forma abrió la economía a importaciones masivas de productos industriales incidiendo sobre el aumento de la desocupación en el sector privado. Ahora arremete con un alza fenomenal de las tarifas públicas que solo parece buscar la extracción del ingreso de la población. Se trata de un torniquete adicional sobre los segmentos sociales de menores ingresos, dado que los aumentos afectan directamente las condiciones de vida y reproducción de los mismos, apuntando a los elementos que forman parte de las necesidades básicas esenciales de la población. Lo que pretende el gobierno es ir completando el cuadro regresivo con reformas previsionales, laborales y jubilatorias: todo en aras de reducir ingresos y salarios del conjunto de la población, apuntalando a la extracción de las ganancias extraordinarias que se trasladan al exterior y/o quedan en manos de determinados sectores concentrados de altos ingresos. 

Teniendo presente estas cuestiones: ¿a qué apunta la  política económica actual? ¿Qué elementos configuran los objetivos de estas políticas económicas? ¿En qué teorías económicas se sustentan? 

Existe una tendencia en el capitalismo occidental de aplicar políticas económicas que manifiestan tener los siguientes objetivos: aumentar el producto global de las economías locales, achicar la regresividad creciente en la distribución de los ingresos, reducir los márgenes de la pobreza y cuidar el medio ambiente. Estos objetivos que se interrelacionan entre sí, no configuran los objetivos de las políticas neoliberales de perfil extractivista del actual gobierno. Todo lo contrario. Por una parte, el gobierno no parece tener ninguna intención de reducir los márgenes de la pobreza de vastos sectores sociales por más que exprese lo contrario. Esa regresividad en la distribución de los ingresos incide en el crecimiento económico global. 

Los gestores de este modelo gubernamental parecen estar en manos de un equipo de pragmáticos, indiferentes a las confrontaciones analíticas y a los efectos dolorosos de sus medidas en el seno de las relaciones sociales.

* Profesor consulto de la UBA.

** Profesor consulto de la UNQ.