Ante el agravamiento de la situación económica, los movimientos sociales buscan reagruparse y seguir trabajando por una unidad opositora. Los movimientos sociales que encabezan la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Barrios de Pie (BdP) y la Corriente Clasista y Combativa (CCC) lanzaron la Marcha Federal que arrancará el 28 de mayo con cuatro columnas que atravesarán todo el país para confluir el primero de junio frente al Congreso Nacional para reclamar por “Pan y Trabajo”. Mientras tanto, ya arrancaron el proceso de debate interno para unificarse en un sindicato, que agruparía cerca de medio millón de trabajadores informales organizados y pedir su incorporación a la CGT, en paralelo a la discusión sobre la nueva conducción de la central obrera y frente a la política económica del Gobierno de ajuste, tarifazos y el acuerdo con el FMI.

  “Si el acuerdo al cual está convocando el Gobierno está vinculado a la reducción del déficit fiscal, por supuesto que estamos parados en la vereda de enfrente porque consideramos que son perjudiciales para la argentina. Vemos que es un acuerdo basado en el ajuste y entendemos que los acuerdos con el Fondo Monetario han tenido siempre consecuencias sociales que nunca se pudieron revertir. De todas maneras, sí estamos dispuestos a tender puentes con todos pero para lograr medidas positivas como la declaración de la Emergencia Social”, dice Gildo Onorato, de la CTEP y el Movimiento Evita sobre el llamado al diálogo del Gobierno. 

  Estos movimientos sociales ya habían sorprendido con su capacidad de movilización el 7 de agosto de 2016, cuando marcharon desde San Cayetano hasta Plaza de Mayo bajo la consigna de “Tierra, Techo y Trabajo”, con el acompañamiento de gremios de la CGT y la CTA. Ahora, buscarán ratificarla con una Marcha Federal que durante cuatro días recorrerá el país con los trabajadores marginados de un sistema económico, agravado por la crisis financiera, el endeudamiento externo y el acuerdo con el FMI.

El 28 de mayo arrancarán cinco columnas. Dos desde el Norte. Una comenzará en Posadas, Formosa y Resistencia, para cruzar Santa Fe y Rosario. La otra, irá desde La Quiaca, San Salvador de Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y Entre Ríos. Ambas llegarán a Retiro. Desde la zona cordillerana atravesaran La Rioja, San Juan, Mendoza y Córdoba para hacer el último tramo desde Liniers. Otras dos cruzaran el sur. Una comenzará en Bariloche, pasará por Neuquén, General Roca, La Pampa, Bahía Blanca, Mar del Plata. La otra desde mucho mas lejos: Ushuaia, Río Gallegos, Caleta Olivia, Comodoro Rivadavia, Trelew, Puerto Madryn, Bahía Blanca y Viedma. Ambas se juntarán en Constitución. Todas confluirán el primero de junio frente al Congreso, donde también habrá acompañamiento de gremios de distintas centrales sindicales.

 Antes, los movimientos sociales acompañarán la protesta que realizarám gremios y organismos de derechos humanos  en el Obelisco, así como también participaron de la manifestación a Plaza de Mayo contra el FMI que se hizo esta semana, con el objetivo de sentar las bases para un acuerdo de unidad opositora para 2019.

Sindicato

  Pero la apuesta mas audaz de los movimientos sociales es la convergencia en un solo sindicato. Para lo que servirá de base la personería social que obtuvo la CTEP en el final del gobierno de CFK, al que le modificarán parte del estatuto y el nombre incorporando la palabra sindicato, para luego insistir en la incorporación a la CGT en representación de los trabajadores informales. Ese sindicato agruparía en principio al menos medio millón de personas y pasaría a ser el gremio más importante de la central obrera. A esta propuesta, además de la CTEP, BdP y la CCC, se sumaron el Frente Popular Darío Santillán, el Frente de Organizaciones en Lucha y otras organizaciones menores.

  “Nuestros movimiento surgieron en los 90 en un escenario de pobreza considerable y desocupación importante. Nuestro objetivo era resolver el hambre y generar esquemas de trabajo para los trabajadores que quedaron fuera del mercado laboral en un país desindustrializado”, señaló Daniel Menéndez de BdP. “La actual estructura mecánica del capitalismo no genera empleo formal, destruye el estado de bienestar que se había alcanzado en algunos lugares y es absolutamente insuficiente para incorporar a todos. Sumado al proceso de tecnificación y robotización que destruye empleo”, agregó. Por eso, desde la distintas organizaciones sostienen que en las actuales condiciones existe al menos un 30 por ciento de la sociedad está en “estado de supervivencia” y que esto no se modificará sino que se consolidará. Es un núcleo duro que integran cuentapropistas, monotributistas, talleres familiares, tercerizados, vendedores ambulantes, feriantes, y de la agricultura familiar, entre otros.   

Los movimientos sociales lograron paliar la situación con la “emergencia social” que le arrancaron al Gobierno en el Congreso, que incluyó el “sueldo complementario” para los trabajadores informales. Se trata de un ingreso que está atado al Salario Mínimo, Vital y Móvil, que comenzará a discutirse dentro de poco en un contexto de inflación y devaluación galopante. “Todos trabajan, todos hacen algo. La idea de crear un sindicato es para consolidad la identidad de trabajador, no de pobre”, sentenció Menéndez.

Quizá el debate mas duro sobre la idea de confluir en un sindicato se de en la CCC, que tiene previsto un plenario nacional el 24 y 25 de mayo para definirlo. “Tiene que ver con las características de nuestra organización política-sindical, donde también hay trabajadores sindicalizados que son parte del movimiento obrero como los zafreros de Salta y Jujuy que participarán de la Marcha Federal”,  explicó su referente Juan Carlos Alderete a Página/12.                  

“La principal preocupación de nuestros compañeros es si vamos a ser parte de una CGT pegada a Macri y que no lucha permanentemente contra los despidos y en defensa de nuestros derechos, aunque hemos compartidos espacios con varios de sus dirigentes”, agregó Alderete, y ratificó que independientemente de la decisión que adopte su organización, el objetivo es no dañar la unidad que alcanzaron las organizaciones sociales.

Juan Grabois, dirigente de la CTEP (ver aparte) señaló que cree “necesaria la actualización orgánica de la CGT” y que “tiene que ser por autoreforma porque sino la debilidad del sindicalismo va a terminar en flexibilización laboral, destrucción de las negociaciones colectivas, las paritarias y las leyes laborales. Sería gravísimo y sería regalarle nuestra patria a los sectores del capital internacional”.