La llamada Marcha por la Vida, realizada ayer por organizaciones de todo el país que se oponen al aborto legal, seguro y gratuito, reunió a miles de familias que caminaron desde Plaza de Mayo al Congreso para pedirle “por favor” a los legisladores que desechen el reclamo que, desde hace décadas, vienen manifestando millones de mujeres. Marcharon alineados detrás de “Alma”, como fue bautizado el muñeco de dos metros de altura que representa en forma simbólica al “feto de 12 semanas al que las hordas feministas quieren asesinar”, le dijo a PáginaI12 María del Carmen, una candorosa abuela de 82 años que estaba con sus hijos y nietos. Sin alzar mucho la voz y hasta con sonrisas, las consignas y pancartas señalaron el mismo duro camino de rechazo, que en algunos casos llegó a posturas como los militantes del Proyecto Segunda República (PSR), que llegaron a afirmar en los corrillos que “los verdaderos genocidas que hay en este país son los que quieren que se legalice el aborto”.
“La pobreza es la excusa, la muerte es la solución = 500.000 abortos = 500.000 asesinatos. No sea cómplice de una masacre”. La idea fue la que prevaleció a lo largo de una manifestación que, según los organizadores, reunió a “tres millones de personas” en todo el país, superando según ellos a los “más de dos millones que habían marchado el 25 de marzo pasado”. En Buenos Aires, los manifestantes llenaron algo más de cuatro cuadras a lo largo de Avenida de Mayo, pero no todos llegaron hasta el Congreso, donde se había montado el escenario, de espaldas al Palacio Legislativo, sin interrumpir la circulación de vehículos por la avenida Entre Ríos y su continuación, Callao. El propósito fue el de mostrar “que esta es una marcha pacífica”, a punto tal que cuando comenzó la desconcentración, se recomendó por las fuentes de audio que “todos recojan la basura que pueden haber tirado y llevenla a sus casas”.
La convocatoria era en la Plaza de Mayo, pero eso no fue posible porque en las inmediaciones, dos de las principales avenidas estaban ocupadas por otros eventos. Sobre Diagonal Sur, como todos los fines de semana, funcionó la feria de artesanías y productos varios que ocupa toda una cuadra. En Avenida de Mayo, mientras tanto, la comunidad paraguaya estaba reunida en una fiesta llamada Celebra Paraguay, que incluyó la instalación de un escenario en la esquina de Perú. Un grupo de niñas de la Villa 21-24 bailó “Galopera”, entre aplausos y vivas. Los convocados por la Marcha por la Vida, entre entretenidos y desorientados, tardaron en comprender que debían concentrarse en la esquina de Chacabuco y desde allí partir.
“Diputados, senadores, se los pido por favor, que legislen por la vida, por la vida de los dos”, en referencia a la madre y al “niño por nacer”. Los cánticos empezaron a unificar a los manifestantes, en su mayoría familias con niños pequeños, que se expresaron cantando: “Dicen que no tienen vida, dicen que no tienen voz, aquí estamos los que marchan por la vida de los dos”. Las pancartas señalaban, unas tras otras: “Argentina despierta, nuestros niños por nacer tienen derechos humanos”. En medio de la euforia, algunos de los presentes se negaron, mal o con una sonrisa, a dialogar con este diario.
“¿Qué si vamos a luchar también contra el aborto ilegal? Lo que queremos es que no se legalice porque si se legaliza la muerte, los muertos van a ser millones de inocentes”, respondió Rodolfo, de 57 años, vecino del barrio de Monserrat, ante una consulta sobre un flagelo que produce miles de muertes anuales entre mujeres jóvenes que interrumpen sus embarazos en lugares y reales, en lugares que funcionan sin control alguno. Roberto Sampedro, de 49 años, se presentó como “católico, apostólico, romano y peronista, todo junto”. Luego de exponer su currículum ante PáginaI12, se declaró “en contra del aborto, porque sería un nuevo genocidio”, pero al mismo tiempo se quejó porque “me trajeron desde La Plata en un micro amarillo (el color que identifica a Cambiemos), cuando lo único que yo sigo son los colores de la bandera argentina”.
Ya en el Congreso, uno de los primeros revuelos lo provocó entre sus fans la cocinera y animadora de televisión Maru Botana, que vino para expresar su solidaridad con la convocatoria, junto con los periodistas Rolando Hanglin y Gastón Recondo, que subieron al escenario. En un gesto que denotó el estilo formal que se le dio al encuentro, se hizo ingresar a una “bandera de ceremonia” y luego se cantó el Himno Nacional. Algunas mujeres ubicadas cerca del escenario, declinaron cantar el final porque el “Oh juremos con gloria morir, no tiene mucha cabida en una marcha que es por la vida”, aclararon Mónica y María Teresa, dos amigas que llegaron de Flores, abrigadas y exultantes.
Desde el escenario se tiraron cifras de manifestantes en todo el país que en algunos momentos llegaron a los “seis millones que forman parte de otra Argentina”, mientras que las ciudades movilizadas pasaron de 100 a 250, según el nivel de euforia del que tomara el micrófono. El documento aprobado por las organizaciones “Pro-Vida” de todo el país fue leído por la periodista y ex candidata a diputada por Santa Fe Amalia Granata, ovacionada por el público. El texto fue presentado como un petitorio dirigido a los legisladores “para exigir la defensa de la vida desde la concepción y pedir la derogación del permiso de aborto en situaciones extremas o excepcionales que rige en nueve provincias”. Se aclaró que la postura “no es para discutir una ideología sino por valores humanos”.
“Estamos en contra de la legalización del aborto porque creemos que es la solución fácil, consideramos que no se han tomado las medidas preventivas para no llegar al extremo que una mujer muera abortando”, dijo luego Granata al tomar contacto con algunos periodistas. Consideró, en coincidencia con los organizadores de la marcha, que “es muy importante que se escuchen las dos campanas, obviamente sin violencia, situación que es difícil porque cuando hay un proyecto de ley por salir y ambas partes se ponen eufóricas por defender su postura, todo se complica”.
Aunque desde el palco no se hizo mención en ningún momento al gobierno de Cambiemos, una pancarta de grandes dimensiones, con la cara del presidente de la Nación advertía: “Mauricio Macri: prometiste que ibas a defender la vida. Ahora no te podés echar atrás”. Sobre el final, dos militantes del PSR, el grupo nacionalista que había echo una formación casi militar a un costado de la Plaza Lorea, se iban con sus banderas y sus posturas: “Los racistas y genocidas son los que quieren el aborto legal”.