Desde Moscú
La primera parada del equipo argentino es la capital rusa, un monstruo refinado de cemento donde ya se palpita la ansiada llegada del verano, y el comienzo del próximo Mundial. Moscú será un hervidero de fanáticos de todos los colores, que se mezclarán entre los millones de moscovitas que esperan con expectativa la mayor fiesta del fútbol.
A partir de la figura de Lionel Messi, Argentina será un imán para muchos amantes del deporte más popular del mundo. Pero los dirigidos por Jorge Sampaoli tendrán una dura competencia con España, Alemania, Brasil, Francia y, claro, Rusia, para ganar el favor moscovita.
Parte de la verdad se sabrá cuando se enfrente a Islandia el 16 de junio en el estadio Otkrito Arena, la casa del club de fútbol Spartak. El recinto se inauguró en el 2014, y es uno de los más modernos de Rusia. Cuenta con capacidad para 45 mil personas, y ha sido retocado de cara al certamen. Se construyeron vestuarios extra, y se amplió el área de prensa, entre otros detalles. La Argentina puede contar aquí con un as bajo la manga. Si al estadio acuden los moscovitas que siguen al Spartak, se acordarán de Marcos Rojo, que pasó por el club en el año 2010, al igual que otras figuras Argentinas como Fernando Cavenaghi o Nicolás Pareja.
El segundo destino es Nizhni Nóvgorod, la quinta ciudad en importancia de la Federación Rusa. El estadio donde jugará el seleccionado se inauguró en el 2018, y es una obra arquitectónica modesta pero enigmática. Quizás debido al paisaje que la rodea: el cruce de los ríos Volga y Oka, y la catedral Alexander Nevski, una bella iglesia ortodoxa del siglo XIX.
Sus 45 mil asientos, al igual que las membranas que se colocaron sobre la segunda bandeja para frenar el viento, son de color blanco, celeste y azul. A la distancia, cualquier jugador o hincha argentino podrá imaginarse que una gran bandera nacional se extendió sobre las tribunas. Pero ese no es el único factor que favorece a la Selección. Argentina es la preferida entre el resto de equipos que jugarán en esta sede: Inglaterra, Suiza, Corea del Sur, Suecia, Costa Rica, Panamá y Croacia.
El caso del joven Donat Belov sirve de ejemplo. Si bien compró entradas para todos los encuentros que se jugarán en la ciudad, su favorito es el que disputará la Selección frente al combinado croata. “Quiero ver a estrellas mundiales como Messi y Agüero, y observar el estilo de juego argentino”, afirma ansioso.
Nizhni Nóvgorod es una ciudad ancestral con más de 800 años. Recorrerla es viajar en la historia. El símbolo más importante es el Kremlin, que se construyó en el siglo XVI, y es uno de los más bellos y antiguos de Rusia. Pero a pocos metros, comienza la peatonal destacada de la urbe, Bolshaia Pokrovskaya. Allí se pueden apreciar maravillas de la arquitectura zarista, como el impresionante banco estatal del Imperio Ruso.
Los argentinos que visiten esta ciudad dominada por el río Volga deberán, sobre todo, recordar el monumento de Minin y Pozharski, en la plaza central. La estatua de los dos héroes locales que defendieron al país de la invasión polaca será la puerta de entrada del Fan Fest, donde se podrán reunir los hinchas durante y después de los partidos.
El encuentro con Croacia debería servir para enamorar a los locales, ya que dependiendo de cuál sea el recorrido que siga Argentina en la fase de grupos, podría regresar a Nizhni Nóvgorod en octavos o en cuartos de final.
La última parada de la ronda clasificatoria es San Petersburgo, la antigua capital del imperio ruso. La joya que ordenó construir Pedro I siguiendo los planos mentales que guardaba de Venecia, una ciudad que admiraba profundamente. El estadio donde el seleccionado cerrará la fase ante Nigeria será el espléndido y controvertido Zenith Arena o Krestovski, valuado en más de 650 millones de dólares, y fruto de una década de idas y vueltas entre los constructores y los dueños: el club peterburgués Zenith. Fue inaugurado en el 2017 para los encuentros de la Copa Confederaciones que ganó Portugal, y es una obra de arte por dentro y por fuera.
Aproximándose por el bulevar de ingreso, el edificio evoca una nave especial. No es casualidad, el fallecido diseñador japonés Kisho Kurosawa se imaginó la obra como un plato volador aterrizando en el Golfo de Finlandia.
El interior es igual de imponente. Cuenta con dos enormes bandejas con más de 67 mil asientos, y una cubierta completamente retráctil que convierte el estadio en un teatro deportivo de última generación. El volante Leandro Paredes es jugador del Zenith y uno de los convocados en la lista de los 35 preseleccionados. Si llegara a integrar la lista de los 23 finales podrá contarle a sus compañeros qué se siente jugar en ese sensacional estadio. Un conocimiento que comparte con otros compatriotas (Kranevitter, Rigoni, Driussi, y Mammana), que también visten la casaca turquesa del equipo local.
Con casi la mitad del equipo del club compuesta por argentinos, los hinchas del Zenith podrían inclinarse por Argentina. Es lo que piensa Egor Ivanov, ciudadano peterburgués que asistirá a varios encuentros del Mundial. Sin embargo, para él, hay un factor que será “determinante” para que los elegidos por Sampaoli se ganen el apoyo local, “Lionel Messi”. Nada que llame la atención. Es la misma centralidad que le brinda el técnico nacional, y millones de argentinos.
En la Venecia rusa, el seleccionado concluirá el periplo de la ronda de grupos. Un recorrido nada desdeñable si se quiere conocer la geografía de la Federación Rusa. Pero si lo que se busca es conocer el mítico estadio Luzhniki, Argentina deberá volver a Moscú y llegar hasta la instancia donde se defina quién será el próximo campeón del mundo.