El mexicano Juan Villoro podría destacarse como el extranjero de un equipo nacional de escritores integrado por Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa, Juan Sasturain y Eduardo Sacheri. Por otro lado, se lo podría comparar con aquel Burruchaga ochentoso que jugaba en cualquier puesto y que si tenía que ir al arco, iba sin problemas: Villoro la rompe en el ensayo (acaba de publicar por Anagrama La utilidad del deseo, que compone trilogía con los anteriores Efectos personales y De eso se trata), es buenísimo en los cuentos, crónicas y novelas y da cátedra con los textos de fútbol. Su libro Dios es redondo es un justificado clásico del género, que se suma al no menor Balón dividido. Hincha del Necaxa (contradijo a su padre, de Los Pumas) y viajero, se estableció unos años en Barcelona, donde se maravilló viendo crecer a Lionel Messi, de quien también habla en esta entrevista con Líbero durante su paso por Buenos Aires.
–Viajero como es, ¿irá a Rusia a ver el Mundial?
–No. Hoy los mundiales son patrimonio de las televisoras. Antes podías ir a contarlos para un diario. Pero en estos tiempos hay que hacerlo para la televisión y no me gusta. Lo hice, pero no es un medio en el que me sienta cómodo. No es lo mismo que escribir.
–¿El fútbol es una manera de volver a la infancia?
–Javier Marías decía que el fútbol es la recuperación de la infancia y tenía razón. Es una frase muy afortunada. Cuando ves al colega de la oficina, serio, que se pinta la cara el domingo y grita desaforado en el estadio y llora por un gol en contra y te abraza como si te adorara por un gol a favor… todas esas gestualidades tienen que ver con la recuperación de otra etapa de la vida. El tener ídolos, por ejemplo, es más fácil en la infancia que en la vida adulta. El fútbol es esa reserva de infancia... siempre digo que los estadios son como mecanismos para que el tiempo regrese. En lo individual y en lo colectivo. En lo individual regresa hacia el niño que fuimos, y en lo colectivo hacia las tribus del comienzo: “Esto es un equipo y estos sus seguidores”.
–Hablaba de la facilidad de tener ídolos en la infancia. ¿Quiénes fueron los suyos?
–En el fútbol tuve muchos. En México, un gran jugador, era Salvador “El Chava” Reyes, figura del Mundial del 62 (autor del gol que clasificó a su selección a ese torneo, en Chile). También Enrique Borja (segundo goleador del equipo nacional). De niño vi jugar a Pelé. Estuve en el Mundial de México ‘70. Y también en el del ‘86, cuando vi a Maradona, a quien seguí en el Mundial del 90. Pude ver a Beckenbauer, Cruyff. Todos fueron de distinta manera ídolos. Y pude ver el crecimiento de Messi, cuando vivía en Barcelona. Vi grandísimos jugadores. Todos distintos.
–¿Cómo cree que le irá a México en el Mundial?
–Mal. Lo veo mal. En primer lugar porque empezamos con Alemania, que es la peor tragedia que le puede pasar a cualquier equipo. Y porque tuvimos una selección ordenada, que actuó con regularidad, pero que fracasó cada vez que tuvo un desafío mayúsculo. La mexicana es una selección preparada para lo normal pero no para lo extraordinario. Además, el entrenador (el colombiano Juan Carlos Osorio) anunció que se va después del Mundial y no es muy halagüeño que ya se está despidiendo. Encima tenemos una liga mexicana muy mala, con demasiados extranjeros, donde los equipos nacionales perdieron perfil, no hay planes a largo plazo y por lo tanto no hay regularidad. Entonces, en una liga tan inestable y dominada por extranjeros es difícil tener una buena selección. Creo que se pagará el precio de todo esto.
–¿Tiene esperanzas en Hirving Lozano?
–El Chucky es el mejor de todos. Es el mejor del equipo. Pero no podemos depender sólo de él, aunque sea extraordinario. Es un crack que logra goles imposibles. Pero es un crack de última jugada. Requiere de un acompañamiento. La última jugada debe tener una preparación previa para suceder. Y al Chucky puede pasarle lo que le pasó tantas veces a Hugo Sánchez, que también era un jugador de último toque... Pero cómo vas a dar el último toque si no te llegan los toques previos.
–En estos tiempos de tanta difusión, Lozano se destaca, además, por su perfil bajo.
–Es sano, extraordinario. Y es bueno que tenga perfil bajo. Pero no basta. El Chicharito (Javier Hernández) también era así, sencillo, pero tuvo la enorme desventaja de contar con promotores que lo situaron en equipos que no le convenían. Una cosa interesante de Hirving es que aceptó un fútbol donde puede engancharse y puede jugar. Espero que no caiga en la tentación, después del Mundial, de irse como suplente a un gran equipo, que fue lo que le pasó a El Chicharito. Porque todos quieren ir al Real Madrid, al Manchester United, pero después juegan sólo 10 minutos. Eso no le conviene a un jugador. Porque más allá de la personalidad también están las decisiones profesionales.
–¿Qué imagina de la Selección Argentina en Rusia?
–La veo bipolar. Argentina tiene una selección extraordinaria de mitad de cancha hacia arriba; de las mejores del mundo. Y una floja Selección de la mitad para abajo. Entonces el problema no es cómo ataca Argentina sino cómo se defiende. Habrá que ver de qué manera negocia con esta descompensación tan clara que tiene ahora.
–¿Qué tan salvador puede ser Messi?
–Me preocupa porque es terrible que el ostensiblemente mejor jugador del mundo no haya podido lograr algo que quiere, tanto como sus seguidores, que le han reprochado tanto. Seguramente con injusticia, porque lo que logró es maravilloso. Las estadísticas de Messi son superiores a las de cualquier jugador de cualquier época. La cantidad de goles notables que hizo... El museo de goles extraordinarios de Messi es el mayor museo de goles extraordinarios del balompié. Nadie se compara con él, ni Pelé ni nadie, en cuanto a goles. Ahora, luego viene la condición mítica de los goles: dónde los metió, cuándo, contra quién. Ahí es donde empieza a perder con otros jugadores, incluyendo a Zinedine Zidane. Nadie pondría a Zinedine Zidane entre los mejores cinco jugadores del mundo, pero los goles estratégicos que logró en finales de Copa de Europa o Copa del Mundo o Champions… Era un maestro del gol mitológico. El cariño y la satisfacción que despertó por eso fueron extraordinarios, más allá de su muy dramática última jugada: el cabezazo contra Materazzi, que también lo inscribe en la mitología. Entonces Messi es como un jugador antimitológico, es una perfección que no pudo todavía cristalizar en el ánimo de la gente como merece. Me gustaría muchísimo que éste fuera un grandísimo Mundial para él y que sacara adelante a esta selección. Maradona lo hizo en el 86 con la Argentina de Bilardo, que la verdad sea dicha no era muy buena. Jorge Valdano se enoja conmigo cuando lo digo porque me dice “parece que nosotros no servíamos de nada”, pero, sin criticarlos de ese modo, creo que era una selección que batallaba pero que requirió de la inspiración de Diego para modificar ese Mundial.
–Una vez escribió que “a nivel récords, Messi será el 10 definitivo”, en referencia a su lugar en la historia. ¿Lo sigue pensando?
–Desde el punto de vista deportivo, sí. No creo que nadie haya logrado deportivamente lo que él hizo. Pero eso es una cosa y otra cosa es meter el gol que la gente quiere que meta en el momento decisivo. Lo ha hecho con el Barcelona cientos de veces. Ahora, si lo lograra con la Argentina eso se redondearía en forma absolutamente extraordinaria. Valdano dijo que “Messi es Maradona todos los días”. Y, claro, se refería los éxitos deportivos tan repetidos.
–En términos generales, ¿qué Mundial se verá en Rusia?
–Imagino un Mundial demasiado largo, con demasiados equipos, agraviado por el clima. Siempre los ejércitos invasores han temido al invierno ruso y ahora tendrán que temer al calor ruso, porque desgraciadamente por intereses comerciales de las ligas el fútbol se juega en una época en la que no debería jugarse. Sin embargo habrá cosas muy interesantes. Creo que hay grandes jugadores en Brasil y en Francia que pueden convertirse en figuras. Y hablo de jugadores, no de equipos. No creo que sean selecciones muy conjuntadas, pero tienen jugadores de primerísima. Está (Mohamed) Salah, el grandísimo jugador egipcio que llega en estado de gracia: a ver qué hace con su equipo. Como conjuntos están la fuerza tradicional demoledora de Alemania con algunos jugadores muy poco alemanes, como Leroy Sané, por ejemplo, que es un brasileño en cámara rápida, con un dribling, una capacidad de desborde extraordinaria y una gran velocidad. Está también España jugando de una manera que no se veía desde Sudáfrica, cuando fue campeona. Muy conjuntada, con extraordinaria capacidad de toque. Un tiki-taka revolucionado, muy notable. Y hay equipos menores a los que uno quiere ver jugar, como Croacia, que tiene grandes individualidades. Y el regreso de Perú me tiene muy ilusionado. Espero que les vaya bien a los peruanos. Ahí están mis expectativas.
–El campeón será…
–Alemania o España son los que imagino.