¿Quién es el auténtico autor de una historieta cuando son dos –o más– quienes trabajan en ella? Con esa pregunta como disparador se pusieron a intercambiar mails, bocetos, guiones Lautaro Ortiz y El Tomi. El resultado de esas reflexiones son ocho historietas cortas que se publicaron originalmente en la revista Fierro entre 2013 y 2016 y fueron recopiladas en Interior / Noche, un libro de reciente aparición por Ediciones de la Flor. Con la particularidad, extra, de la distancia: Ortiz vive –y dirige la Fierro– desde Buenos Aires. El Tomi dibujaba y era figura omnipresente en la anterior etapa de la revista, pero desde Barcelona. A la hora de hablar del material, Ortiz prefiere que sea su compañero quien ponga en palabras las ideas de la dupla (acaso porque, como todo guionista sabe que sus textos dependen siempre del dibujante).
En conjunto, estas historias son una serie de reflexiones sobre la historieta misma, sobre su guión, su dibujo, su lectura, su capacidad transformadora y sobre su multiplicidad de sentidos y diálogos posibles.
Para el Tomi hay un dato por demás importante: este trabajo es una excepción metodológica dentro de su obra. Él es lo que habitualmente se llama un “autor integral”: tiene en sus manos el conjunto de la responsabilidad sobre el resultado de la historieta. En Interior / Noche, sin embargo, trabajó con guiones ajenos.
–¿Cómo es la relación con Lautaro? ¿Cómo trabajan juntos?
–Como Lautaro vive en Buenos Aires y yo soy residente en Barcelona ninguno de los dos logra inmiscuirse demasiado en las deformaciones profesionales propias de uno y de otro, lo que hace que trabajar separados sea tan llevadero que al final sea como trabajar juntos.
–¿Cómo le parece que se cruzan sus trabajos habituales con la propuesta de Lautaro para este libro?
–De todos modos, cabe explicar que los guiones que Lautaro escribió para los distintos capítulos de Interior/Noche no tienen en absoluto el aspecto del clásico guión académico, con la inamovible cantidad de cuadritos por página, los estructurados enfoques paisajísticos o la irreversible ubicación del texto en cada globito, no, los guiones de Lautaro fueron deliciosos mensajes en clave de novela negra, que invitaban al más delirante devaneo creativo y libertinaje artístico. En pocas palabras, me incitaban a patear el tablero mientras ilustraba cada viñeta, y esto, en el arte, es jodidamente necesario.
–Interior/Noche es un trabajo metahistorietístico. ¿Cuál es su mirada sobre la historieta como lenguaje? ¿Cómo engancha con este libro?
–En un capítulo de una de mis historietas, el desmitificador argentino está sentado en la mesa de un bar cerca de la mesa en la que está sentado Borges y, mientras lo observa de reojo, piensa: “Historieta, según el diccionario de la Real Academia Española, es una fábula, cuento o relación breve de aventura o suceso de poca importancia”. Y mientras se rasca la barbilla, especifica: “Poca importancia quiere decir justamente eso, poca importancia”. En las viñetas subsiguientes, como metáfora de la poca importancia, se lo ve a Borges haciendo dibujitos con la punta del dedo índice en el vidrio empañado de la ventana del bar. Dibuja en la humedad un corazón mientras recita: “Buenos Aires es una mezcla de amor...”, hasta que de repente tacha el corazón con una cruz y termina: “...Y odio”. El desmitificador argentino, que sigue sus movimientos atentamente, sonríe y reflexiona: “En el bar que yo frecuento, la inmensa escritura de Borges hace dibujitos de mierda en la vidriera empañada”. En el cuadrito final, Borges ya borró con la palma de la mano todo el dibujo del corazón tachado y el desmitificador argentino, perdido entre las penumbras de las mesitas del bar, cabizbajo, dice: “En el bar que yo frecuento se comenta que por eso no le dieron el Nobel, es decir, un poco por amor y otro poco por odio”. Y ya muy recostado sobre el respaldo de la silla, concluye: “Eso sí, tengamos en cuenta que historieta, según otra definición del diccionario de la Real Academia Española, es un diminutivo de historia”. Esa es, poco más o menos, mi mirada sobre la historieta.
–¿Por qué le interesa tanto trabajar los desnudos en sus historietas? Aquí vuelve sobre ese recurso.
–Sobre todo para un artista de mi calaña, que aborrece los fondos complejos con horizontes de rascacielos y ventanitas iluminadas, los planos de calles con edificios fugados plagados de balcones en correctísima perspectiva, que desprecia la arquitectura aplicada a la historieta hasta tal punto que ha ido dejando el fondo de las viñetas vacío, sin nada, y desnudando a los personajes todo lo posible, para que el paisaje pueda leerse en la carne, en la piel, en el sexo, en al amor sin vergüenza, al aire libre.
–¿En qué se distingue Interior/Noche del resto de sus trabajos?
–Creo que salvo en que los guiones no los escribí yo, en nada. Aunque debo aclarar que, básicamente, no me interesa desmenuzar la hechura de una obra, soy un fanático empedernido de aquella paradigmática frase que dice que ‘el arte no se explica’.