Desde Caracas
Poco antes de las cinco de la mañana en la mayoría de las plazas de la capital venezolana comenzó a desarrollarse una especie de ritual pagano electoral que el chavismo denomina como “la diana” y desde allí se convoca a votar a través de un ruidazo que incluye clarines, fuegos de artificio y el griterío de los que hasta allí se acercan para participar en la votación. En esta oportunidad, para el chavismo esta ceremonia tiene un valor especial porque lo que se buscó es evitar el abstencionismo que promovió un sector de la oposición más radicalizada. En esa línea fue el discurso de Nicolás Maduro que llegó a su centro de votación antes de que se abra su mesa de votación: “A votar, a votar, a votar”, fue el mensaje del presidente poco después de emitir su sufragio pero una vez más convocó a formar “un gobierno de reconciliación nacional” para transformar lo que considera será su continuidad en el gobierno.
En el discurso de Maduro se repite las palabras diálogo y reconciliación pero también cambio. “El cambio se debe expresar en nuestro mismo gobierno porque hace falta reencontrarnos, reagruparnos y dejar de lado los enfrentamientos”. Es más, señaló que es su intención de generar con todos los sectores de la sociedad “una nueva economía porque la actual fue infectada de neoliberalismo. Debemos instalar un nuevo sistema de precios para que no nos roben”, indicó.
Pero mucho antes de que él votara en la plaza Sucre, ubicada en la parroquia de Catia, los activistas fueron llegando en silencio e instalaron los grandes parlantes y unos metros más allá colocaron los dispositivos desde donde se lanzará más tarde los cohetes. Y a las cinco en punto, un locutor tomó el micrófono y comenzó a llamar a votar para defender la democracia, la paz en Venezuela y también la revolución bolivariana. Cada tanto, desde los parlantes se escuchaba la voz de Hugo Chávez: “Los que quieran patria, vengan conmigo”, repetía como una letanía. Y así empezaron a llegar los militantes y cuando estaban todos apareció otra de las características de las movilizaciones chavista, la alegría.
“El presidente cuenta con nosotros y nosotras contamos con él”, grita Milbia Abreu mientras secaba el sudor de su frente. No había salido el sol todavía y estaba fresco pero ella había estado bailando mientras hacía flamear una bandera de Venezuela. “Los chavistas somos alegres a pesar de la guerra económica con rodilla en tierra defendemos la revolución”, agrega para regresar al festejo convocante. Evangelina es otra de las que se acercó a la plaza para participar del llamado a la votación: “Hay que votar para defender nuestra democracia. Eso lo tienen que entender todos y sobre todo ese (Donald) Trump”, sostiene acezante por el andar saltando con el resto que festejan ya los fuegos de arficios. Pero algo se le viene a la mente y se acerca al cronista de PáginaI12 para asegurar que “la patria no se vende, se defiende”.
Poco después, no muy lejos de allí está la escuela donde vota Maduro. “He sido el primer votante de la patria. Es un día histórico, de celebración, de libertad, de la libertad de acción, de trabajo, de expresión y de elegir. Ustedes son la soberanía”, sostiene después de sufragar. La votación en Caracas es rápida porque sólo se elige presidente y por ello las filas se mueven con una velocidad mayor a otras anteriores. Pero en esta coyuntura, el objetivo del oficialismo es sumar la mayor cantidad de electores para desarmar la estrategia de un sector de la oposición más radicalizada que promovió la abstensión. Es por eso que el discurso de la madrugada de Maduro apuntó a que la mayor cantidad de personas vayan a votar a primera hora: “Hoy es preciso movilizar al pueblo y nuestro pueblo es el que saldrá a defender los resultados”, dijo. En la puerta de la escuela Miguel Antonio Caro, donde votó Maduro, también está Magdalena que es ama de casa y se suma a la convocatoria de su presidente: “Es un error abstenerse, hay que demostrar nuestro derecho como venezolano que somos un país hermoso y con mucha democracia”.
La escuela tiene otra sede cruzando la avenida. Allí ayudado por su bastón Héctor Trujillo camina cerca de donde se encuentran pegados las mesas y el padrón correspondiente. Los electores se arriman a mirar cuál mesa les corresponde. Hacia estos se acerca Trujillo y les dice a voz en cuello que “si necesitan que alguien les lea pues acá estoy. Yo les digo donde deben emitir su voto que es su derecho”, dice. Su entusiasmo no pasa inadvertido y explica la razón de su decisión: “Votar es el hecho de la verdad y eso hay que defenderlo. Yo soy chavista y comunista así que voto acompañando una política, una ideología y no una persona”, sostiene.