La Federación Universitaria Argentina (FUA), institución que nuclea a los alumnos de todas las universidades públicas del país, eligió como nuevo presidente a Bernardo Weber, un jóven de 27 años integrante del Frente Reformista.

Ex secretario general de la Regional La Plata de Franja Morada, y consejero directivo y superior del claustro estudiantil de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata, el flamante presidente conversó con Universidad acerca del rol de la  FUA, el legado de la Reforma Universitaria, los desafíos pendientes del sistema universitario y la participación actual de los movimientos estudiantiles.  

¿En qué consiste la Federación Universitaria Argentina? ¿Cuál es su rol? ¿Que implica ser el presidente de la FUA?

La Federación Universitaria Argentina es el órgano que nuclea a todos los centros de estudiantes del país. Es la representación gremial de cerca de dos millones de compañeros que estudian en todas las universidades públicas de Argentina. 

Ser presidente de la FUA es un orgullo enorme, que viene acompañado de una gran responsabilidad. Este cargo implica ser la voz de miles de compañeros y representarlos para construir una mejor universidad, con acceso gratuito para todos, buscando igualdad de oportunidades y entendiendo a la educación como un pilar que garantiza una movilidad social.

¿Cuál es el legado de la Reforma Universitaria? ¿Qué deudas están aún pendientes?

La reforma universitaria fue uno de los acontecimientos revolucionarios más importantes en la historia argentina. Su legado sigue vigente. Actualmente los estudiantes no podemos concebir a la universidad pública como una institución ajena a la realidad social. 

Sus consecuencias se reflejan, por ejemplo, en las tareas que se desarrollan en las áreas de bienestar estudiantil, donde se les da herramientas a los alumnos para que puedan adaptarse a la vida universitaria, la investigación y la extensión. Esta concepción universitaria que hoy nos parece cotidiana, existe gracias a estos principios reformistas.

También hubo cambios radicales en la manera de gestionar las universidades. Se logró instaurar el cogobierno, dándole voz y voto a todos los claustros, pluralizando la toma de decisiones. Se logró la autonomía, permitiéndoles a las universidades contar con un presupuesto y administración propia.

Es por eso que es nuestra responsabilidad garantizar estos principios cada vez que se quiere avasallar cualquiera de los derechos conquistados en 1918.

¿Cómo evalúas la participación de los jóvenes? ¿Considerás que los estudiantes secundarios y universitarios se involucran con los temas sociales y políticos?

Creo que en el último congreso de la FUA se notó un gran marco de movilización, donde más de 10.000 estudiantes de todos el país participaron de dicho congreso, representando a todo el arco político, debatiendo en las comisiones y poniendo en discusión el movimiento estudiantil que queremos.

En cuanto a la participación de los jóvenes en la política, creo que es fundamental, no sólo porque conocemos las problemáticas que nos golpean a un gran sector de la sociedad, como puede ser el primer empleo y el acceso de la vivienda, entre otras cosas, sino también porque aportamos nuevas formas de entender la realidad aggiornadas a nuestra época.

Son muchos los estudiantes que se involucran en los temas sociales y políticos. Hoy por ejemplo, podemos ver como miles de jóvenes se movilizan a lo largo y a lo ancho del país luchando por el aborto legal, seguro y gratuito. Este es un reclamo de toda la sociedad, pero somos los jóvenes los que lo estamos motorizando. Entiendo que la juventud debe comprometerse para que toda la sociedad se movilice en la política. Para esto necesitamos ser capaces de generar propuestas claras, que convoquen, enamoren y muestren que realmente es posible cambiar la realidad. Creo que esa es nuestra responsabilidad y en pos de eso debemos seguir trabajando.

¿Cuáles creés que son los principales​ desafíos ​del movimiento estudiantil para los​ próximos años​?​

Creo que debemos seguir profundizando las discusiones en materia de bienestar estudiantil. Si bien se avanzó mucho en el último tiempo, necesitamos seguir avanzando en cuanto a la política de becas, para darle la posibilidad a miles de compañeros que hoy no pueden acceder a la educación superior. También necesitamos discutir la Ley de Educación Superior, para dejar de entender a la educación como un servicio y empezar a comprenderla como un bien público y un derecho humano que debemos garantizar.

Por otro lado, tenemos que exigir presupuestos que no solo empaten con la inflación, sino que permitan un real desarrollo de la investigación y la extensión. Al mismo tiempo, seguir jerarquizando la enseñanza para mantener el nivel de excelencia de nuestras universidades nacionales.

Tenemos que dejar de ver a las universidades públicas como una isla. Necesitamos que sean un actor de peso en la sociedad y para eso debemos ser protagonistas en el rol de generar un proyecto orientado con las metas históricas de la reforma universitaria. Es decir, una transformación social en favor de la igualdad, con condiciones materiales que posibiliten el efectivo derecho a la ciudadanía plena.