Desde Santa Fe
Casi de despedida ya que en tres semanas dejará su cargo, el arzobispo de Santa Fe monseñor José María Arancedo le apuntó ayer a la reforma constitucional de Miguel Lifschitz porque el gobernador propuso en el mensaje que envió a la Legislatura la "neutralidad religiosa" del Estado provincial. "Yo creo que quitar a Dios" de la Constitución de Santa Fe "es una falta de sabiduría, incluso política", sorprendió el prelado.
El gobernador propuso derogar el artículo 3 de la Constitución de Santa Fe: "La religión de la provincia es la Católica, Apostólica y Romana, a la que le prestará su protección más decidida, sin perjuicio de la libertad religiosa que gozan sus habitantes". Y reemplazarlo por otro que adopta la "neutralidad religiosa" del Estado provincial, como sostuvo en su mensaje a la Legislatura el 1º de mayo, con Arancedo en primera fila.
En ese momento, el planteo del gobernador quedó en un segundo plano ‑acaso por su insistencia con la reelección‑, pero ayer la colega Ivana Fux marcó el contrapunto al preguntarle a Arancedo por el proyecto de Lifschitz que cambia la "protección" a la Iglesia Católica por la "neutralidad religiosa". "Para mí, la palabra Dios tiene un gran significado -le contestó el arzobispo-. Los mayores cuando hablaban de Dios no era sólo desde un punto de vista de un credo; era algo más. Dios es Padre y principio, y nuestros mayores cuando aludían a él era para todos, no para un credo".
"Incluso, Santa Fe ha sido uno de los primeros lugares del diálogo interreligioso y ecuménico. Yo creo que quitar a Dios es falta de sabiduría, incluso política", criticó Arancedo. "La dimensión espiritual trascendente del hombre es un derecho. Es un tema para conversar, pero creo que es sabia la Constitución que habla de Dios sin una opción partidaria o de una religión determinada. Dice que Dios es fuente de toda razón y justicia; lo fue para nuestros mayores y muchos de ellos no eran católicos".
"Dios no ocupa el lugar de nadie; garantiza la dignidad de todos. Entonces, la dimensión espiritual y trascendente obliga a tener mucho cuidado. Un dirigente que no tenga en cuenta eso, hace una lectura muy parcial de lo que es la realidad del hombre. Y cuando no hay claridad en eso aparecen sustitutos; aparece la magia, lo irracional, y terminamos con cosas muy feas desde el punto de vista del manipuleo de conciencias porque se ha perdido la dimensión correcta de lo que es Dios como principio y Creador. La garantía de Dios preserva al hombre y a la misma naturaleza".
Mañana, 25 de mayo, Lifschitz y Arancedo compartirán su último acto oficial porque el 2 de junio el arzobispo celebrará su última misa, y el 9 de junio, lo reemplazará su sucesor, Sergio Fenoy, ex obispo auxiliar de Rosario y titular de San Miguel.