Shelby Lorman es una joven ilustradora y escritora con base en Brooklyn, New York, que está haciendo olitas con Awards for Good Boys: sardónica cuenta instagram donde crea premios y trofeos para varones que se consideran dignos merecedores de loas por la sencilla razón de no ser ciento por ciento terribles. Pues, en tono declaradamente mordaz, Lorman les cumple el deseo y –con altísimas dosis de ironía– los congratula, volviéndolos receptores de la simbólica coronita de “chico bueno” en las más diversas categorías. Está la medalla para “el varón que en teoría está dispuesto a reconocer que se ha equivocado frente a una chica”; para “el tipo que vagamente, ocasionalmente encuentra el clítoris”; o bien, para “el hombre que ve el titular de una nota sobre masculinidad tóxica y, aunque no la lee, no teme compartirla en su Facebook”. Héroes, todos héroes…
“Muchos tipos esperan que los felicitemos por no ser agresores, depredadores sexuales o perversos narcisistas. Como si el mero hecho de no atacar físicamente a mujeres los volviera un ejemplo de vida”, se despacha la damisela de 24 años que, humor mediante, pretende aclararles que hacer lo mínimo indispensable no es sinónimo de pelear por la equidad, que sencillamente no es suficiente. Busca además mostrarles que ellos también aplican micromachismos a diario, aunque no sean necesariamente conscientes. Detrás de las metafóricas –y condescendientes– palmaditas a los good boys (mote que les endilga “a los hombres que esperan ser ponderados por no ser absolutos monstruos”), hay otro propósito, explicita la propia Lorman: “Poner sobre el tapete cierta doble moral sexista, socialmente extendida: que mientras los tipos son bañados de halagos por cualquier gesto menor, para las mujeres la vara es altísima y solo son consideradas dignas de elogios cuando alcanzan estándares prácticamente imposibles”.
“Siempre he encontrado que el humor es una herramienta increíblemente valiosa para lidiar con situaciones difíciles y motorizar cambios. Si a partir de la risa, alguien se cuestiona su postura en vez de emitir un juicio directo, se genera una especio para que comencemos un diálogo saludable, superador. No hay detrás de estos galardones una intención maliciosa: solo intentar que admitan cuando marginan a la mujer, intencionalmente o no, que bajen la guardia, que reconsideren cómo se comportan”, postula la muchacha que mixtura crítica e ilustración en la mentada cuenta de IG, trazando sencillos trofeos, medallas, laureles que, en sus ternas, desvelan actitudes perniciosas, largamente arraigadas. Su público, chocho de contento: porque, acorde a Shelby, si bien no han faltado ofendidos, con el ego herido, que le han enviado las ya clásicas epístolas de odio, la vasta mayoría –tantos hombres como mujeres– le ha hecho saber que, en la era del #Me Too, “se agradece ver piezas que, aunque críticas, mantienen cierta ligereza”.
Por lo demás, va una muestra de algunas medallas que ha pergeñado la veinteañera; en muchos casos, compartidas por sus casi 100 mil seguidores/a a quienes ellos/as mismos/as consideran mecedores del “honor”. Hay para todos los gustos. A saber… Está, por caso, el premio “al tipo que no tiene miedo de declararse feminista… si ha tomado varias copas y solo está en compañía de mujeres”. “El que solo se siente amenazado por tu vibrador cuando está prendido”. “El que no te macho-explica solo te clarifica efusivamente”. Está el premio “al hombre que piensa que es súper simpático que te defiendas solita públicamente”. “El que no se considera un feminista per se, pero va a las marchas de las mujeres, y eso tiene que contar para algo, ¿no es cierto?”. “El que no defiende a un predador sexual: solo hace de abogado del diablo”. “El que te felicita por jugar bastante bien a los videogames (bastante bien para ser una mujer)”. “El que piensa que las mujeres merecen ser respetadas, no porque podrían ser sus hijas… porque podrían ser sus madres o hermanas”. El chico que “piensa que tu chiste es brillante… pero de inmediato te aclara que a él se le ocurrió la misma humorada hace tres años”. “El que siente la necesidad de decirte que aprueba tu elección de no depilarte”. Y, claro, especial mención al varón “que sigue la cuenta de Awards for Good Boys a pesar de no ser merecedor de ninguno de los laureles”. En fin, buenos muchachos, buenísimos...