El presidente de Nucleoeléctrica Argentina, Rubén Omar Semmoloni, les informó el martes a los gerentes de la empresa que el Gobierno finalmente decidió no construir la central nuclear Atucha III, que se iba a financiar con un préstamo de China. El inicio de la obra se venía postergado desde que Mauricio Macri asumió la presidencia en diciembre de 2015, pero las autoridades habían asegurado en distintas ocasiones que la central se iba a llevar adelante. Ahora la novedad sobre la cancelación del proyecto se filtró a la prensa a través de la jefatura de Gabinete, pero ningún funcionario lo confirmó públicamente. Fuentes de Nucleoléctrica aseguraron a PáginaI12 que unos 600 trabajadores perderían su empleo, la inmensa mayoría de los que integran la Unidad de Gestión de Proyectos Nucleares que iba a tener a cargo la obra.
El acuerdo con China lo cerró el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. El 18 de julio de 2014, el entonces ministro de Planificación, Julio de Vido, dio el puntapié inicial al firmar con el director de la Administración Nacional de Energía de China, Xu Xinxiong, un convenio de cooperación para la construcción de una cuarta y una quinta central, que se iban a sumar a Embalse, Atucha I y Atucha II. A partir de entonces, se comenzaron a negociar los detalles y el 15 de noviembre de 2015 ambos países le pusieron la firma a los convenios técnicos y comerciales de Atucha III en la ciudad turca de Antalya. Además, en aquel encuentro se acordó la versión final del contrato marco por la quinta central nuclear.
Atucha III iba a ser un reactor de uranio natural y agua pesada para aprovechar la experiencia y los recursos que el país tiene en esa área luego de haber concluido Atucha II. Sin embargo, el interés principal de los chinos era venderle al país su reactor PWR de uranio enriquecido y agua liviana, tecnología hacia la cual Argentina tenía decidido migrar pero de modo gradual. Para conformar a ambas partes, el acuerdo contempló financiamiento chino para la construcción de una cuarta central de uranio natural y agua pesada de 760 MW y una quinta de uranio enriquecido y agua liviana de 1000 MW.
Inicialmente estaba previsto que las obras comenzaran en 2016, pero luego del cambio de gobierno el ministro de Energía, Juan José Aranguren, y el subsecretario del área, Julián Gadano, confirmaron que ese año no habría novedades porque se estaban revisando los contratos.
Como parte de esa revisión, a fines de 2016 Argentina propuso avanzar primero con la central que menos interés les genera a los chinos y postergar dos años la que más los seduce. No parecía una oferta muy tentadora para el gigante asiático y, como era de esperar, no prosperó. Pese a ello, desde el gobierno siguieron diciendo que el proyecto estaba en marcha e incluso en abril filtraron al portal Infobae que finalmente se había firmado el contrato con China para la construcción de Atucha III. Un mes después fue ese mismo portal quien informó que el proyecto quedó cancelado por “restricciones presupuestarias”, pese a que el acuerdo preveía un período de gracia que permitía comenzar a pagarle a China recién cuando Atucha III estuviese funcionando. Ante la consulta de PáginaI12 en Energía se limitaron a responder: “Sin comentarios”.
La crisis del sector nuclear, que comenzó con este gobierno, se agudizará a partir de ahora, pues a los despidos que se esperan en Nucleoléctrica se le sumará la profundización del conflicto en la Planta Industrial de Agua Pesada de Arroyito, compañía estatal que está sin producir desde el año pasado y tenía centradas sus expectativas en la construcción de Atucha III.