Suena un disco de tango parejo, puro y crudo (guitarra y voz pelada) cuando, de repente, aparece un giro inesperado: “Tomo lo que encuentro”, de Virus, en una versión extraña, onírica y milongueada. “Lo que trato de hacer es dejar en evidencia el tango que hay dentro de las canciones de rock”, explica Cucuza Castiello, ideólogo del quiebre. El cantor está a punto de estrenar Castiellos, hoy a las 21 en El Faro (Avenida Constituyentes 4099). “La letra de ese tema de Julio Moura tiene mucho de tanguera, aunque delate cierta ‘modernidad’. Lo que hice fue sacarle ese jugo y llevarlo para el lado del tango”, fundamenta Castiello padre sobre cierta intrepidez, que contrasta con el grueso del material: un mix de clásicos del tango con obras nuevas. De un lado, “Fangal” (Discépolo y los dos Expósito) o “Soledad”, de Gardel-Le Pera, entre más. Del otro, “Te vas a hacer golpear”, de Acho Estol, o “Vuelvo al taxi”, del tándem De Mattei-Sampaoli. “Como el disco intenta ser abierto, el hecho de darle a un tema de un grupo pop-rock un aire de milonga campera creo que no desentona”, sostiene el cantor ante PáginaI12.
El énfasis antepuesto en el “Castiello padre” y la pluralidad del apellido que titula el disco vienen de la participación de Mateo, hijo de Cucuza, guitarrista y tanguero de profesión. Padre + hijo = dúo, es la fórmula química que completan otros elementos afines al palo Cucuza: la voz de Dolores Solá y la guitarra de Estol, en el tema del bandoneonista de La Chicana; la voz de Dema, el petitero, que aparece en la mencionada “Vuelvo al taxi” y en la escueta “De nariz al piso” (ambas de su autoría); y la guitarra de Horacio Avilano, que apuntala la belleza intrínseca de otro clásico: “Sobre el pucho”. Completan el cuadro las pasionales intervenciones de Fabián Castiello y Sebastián Linardi en un bonus azul y oro: la marcha de Atlanta.
“Este es un disco que, desde el nombre, tiene una raíz, una idea familiar, y la familia de mi viejo, del abuelo de Mateo (Nelson) era toda nacida en Villa Crespo e hincha de Atlanta”, argumenta otra vez el cantor. “Lo de familiero se extiende también a que fueron mis viejos los nos que pasaron el gen tanguero. Fue mi viejo el que me transmitió la pasión por el fútbol, y creo ser yo también quien le contagio la ‘enfermedad’ a Mateo. Así que, a modo de símbolo, siempre terminamos nuestras presentaciones en vivo con la marcha. Y el disco no podía cerrar de otra manera”, señala el hombre, que compartirá el show de hoy con casi todos los invitados del álbum.
–¿Cuándo y cómo se dieron cuenta de que podían funcionar bien juntos?
–Naturalmente. Mateo se crió en un ambiente de música, de ensayos en casa, de noches en El Faro, donde canto desde hace más de diez años. El empezó de muy pibe y hoy, con 20 años, tiene un “prontuario” más que interesante.
–Mateo no canta, pero su voz se escucha en el penúltimo tema (“Sobre el pucho”) exclamando “¡Qué cosa este tema, eh!”...
–(Risas.) Lo dice sencillamente porque le gusta mucho y además lo toca con Avilano, un guitarrista a quien él admira un montón. Cosas de la jerga, bah.
–El talante de rock (o pop) argentino que conlleva el disco reaparece en la introducción de “Este cuore”: la melodía es la de “Canción para mi muerte”, de Sui Generis.
–Capaz que simbólicamente “Este cuore” es la síntesis no buscada de ese espíritu que siento que hay entre el tango y nuestro rock. Melingo y Centeya son los autores de ese tema, y casi no habría más nada que explicar. Ahí está el asunto: la raíz, Centeya, y lo “nuevo” con raíz, Melingo.
La tendencia de Cucuza a incorporar guiños rockeros en su tango esencial tiene su origen en La Menesunda Tangolencia Rockera, un proyecto conceptual que presenta en vivo desde 2013, cuyo repertorio recrea piezas de Luis Alberto Spinetta, Los Visitantes, Peligrosos Gorriones, Andrés Calamaro, Fito Paez, Gustavo Cerati, Me Darás Mil Hijos, Sumo y los Redondos, entre otros. También se espeja en la obra a dos puntas del “muso inspirador”, que para Castiello padre es Acho Estol. “Eslabón encontrado entre tango y rock, a mi sentir”, remarca. “¿Otro ejemplo? Miremos esta letra de Charly: “Dos tipos en un bar, se toman las manos / Prenden un grabador y bailan un tango, de verdad / Y yo los miro sin querer mirar, enciendo un faso para despistar / me quedo piola y empiezo a pensar / que no hay que pescar dos veces con la misma red”. ¿Qué agregar a esto, no?
–Volviendo al dúo, ¿hasta qué punto se da el “de tal palo, tal astilla”? O, dicho de otra manera, ¿dónde estaría la autonomía de Mateo?
–El “de tal palo...” tiene que ver con la pasión de Mateo por la música, pero el dicho, en nuestro caso, pierde algo de sentido, ya que yo con los instrumentos soy un negado, un orejero incapaz de sincronizar los dedos con el cerebro. Mateo, en cambio, es músico. Además tiene su proyecto personal (Barovero, se llama) en el que toca el bajo, y hace temas propios en la onda del rock progresivo, donde vuela y explora otros costados de la música. Igual, una cosa no quita la otra y tanto el dúo, como el trío Inestable, otro proyecto que tenemos, se extenderán en el tiempo. Al menos, esa es mi aspiración principal.