Gente entre los escombros de la AMIA. Gente tratando de ayudar, de socorrer, pero también pisando cuerpos debajo de los escombros, destrozando pruebas y más pruebas.
Después una no-investigación. El armado de pistas falsas “al servicio de espurios intereses políticos”, como sentenció el Tribunal Oral. Un gobierno y un Estado sin ninguna voluntad de investigar. En el recorrido no faltó un fiscal, ya fallecido, “que viajaba mucho y trabajó poco”, con un viraje orientado a lo que pedían los servicios de inteligencia extranjeros.
A 24 años del atentado, la verdad sigue entre los escombros, a la espera de la condena a los encubridores y con un pequeño hilo de esperanza en nuevos fiscales y un trabajo más serio.