La llegada de Barack Obama a la Casa Blanca fue recibida con alegría y esperanza en la región. Sin embargo, la decepción no tardaría en llegar. Ocupado en otros asuntos, Obama prácticamente se desentendió del malquerido “patio trasero”. La imagen muestra uno de los momentos de mejor sintonía entre el norteamericano y Cristina Kirchner. Fue en la reunión del G-20 celebrada en Pittsburgh, Pensilvania. Ante la ofensiva de algunas potencias que pretendían desactivar el bloque y volver al más reducido G-8, alternativa que dejaba a Argentina y a otros países medianos fuera de juego, Obama intervino para que el G-20 fuera designado como un foro de discusión permanente. “Sé que su posición fue muy importante”, se acercó CFK a agradecerle en un alto de la sesión. “Usted déjelo en mis manos, sé lo que hay que hacer”, fue el retruque canchero de Obama, lo que ocasionó las risas de la foto. No habría risas seis años después, cuando coincidieron en la cumbre de las Américas de 2015, en Panamá. Cristina Kirchner lo criticó duro por un decreto que calificaba a Venezuela como amenaza. Alertado de lo que se venía, Obama se había levantado de la mesa. Fue la última vez que se cruzaron.
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