Un mazazo. Un río de lágrimas incontenible, la sensación de haber perdido a un gigante ya no de la música sino de toda la cultura argentina. 2011 comenzó con el dolor de perder a Luis Alberto Spinetta, y con el agravio agregado de los medios que no respetaron su intimidad en los últimos días y le tendieron una trampa para fotografiarlo en la puerta de su casa. Y sin embargo, y a pesar de su ausencia, desde entonces el Flaco se hizo más presente que nunca: su música es levantada como estandarte por los muchos que lo amaron en vida, y a la vez descubierta por muchos otros que no se habían acercado a su obra y agradecieron zambullirse en un universo interminable de belleza y poesía. Dos años antes, en diciembre de 2009, Luigi dejó un regalo que se sigue agradeciendo hasta hoy: el concierto de las Bandas Eternas en Vélez sigue siendo la condensación perfecta de la obra de un tipo irrepetible, que un día se volvió canción y sigue embelleciendo nuestras vidas.
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