Uno de los bastiones por antonomasia del catolicismo deja atrás su legislación antiabortista, la más regresiva de Europa. En referéndum, Irlanda aprobó acabar con la Octava Enmienda, que desde 1983 concedía derechos constitucionales a los nonatos. Las primeras estimaciones hablan de un 68 por ciento a favor del Sí, según el boca de urna del diario The Irish Times, en una jornada que convocó a cerca del 60 por ciento del electorado de tres millones de personas.
Hasta ahora, la ley irlandesa no contemplaba el aborto sino en casos de peligro para la salud de la mujer. Miles de irlandesas han viajado desde la sanción de la Octava Enmienda a Gran Bretaña para poder interrumpir sus embarazos y lo que hasta ahora se tipificó como delito acarreaba penas de prisión. A partir de este resultado electoral, se contempla la posibilidad de abortar en cualquier circunstancia dentro de las primeras doce semanas de gestación y, en casos excepcionales, el plazo se extiende hasta la 24ª semana.
Hace tres años, la isla había permitido, del mismo modo, el derecho de los homosexuales a casarse. Esa votación fue la que permitió llegar al cargo de primer ministro a Leo Varadkar, homosexual e hijo de indios. Fue Varadkar quien, hace un año, convocó al referéndum que con este resultado permite a las mujeres el derecho a decidir sobre sus cuerpos.
Uno de los nombres clave de la campaña ha sido Ailbhe Smyth, líder feminista de “Together For Yes” (“Juntos por el Sí”), una de las plataformas por el derecho al aborto. “La sociedad irlandesa ha cambiado enormemente en dos generaciones", aseguró sobre el presente. "Irlanda es ahora un país más abierto y tolerante, más próspero y educado. Aunque a veces tengo mis dudas y me pregunto si este país ha cambiado lo suficiente. Este referéndum puede muy bien ser la prueba definitiva", señaló en la víspera de la votación.
Sobre la campaña, la definió como “inusitadamente respetuosa”, y consideró que "en los actos de campaña y en el puerta a puerta, la actitud de la gente ha sido ejemplar”. Smyth fue fundador del Feminist Open Forum y llegó a la presidencia de la Federación LGBT de su país.
Respecto del referéndum que permitió el matrimonio gay y esta votación, Smyth planteó diferencias. "Aquella vez había grandes motivos para celebrar porque fue una especie de liberación colectiva y una puerta abierta al futuro", afirmó, y dijo que "en este caso es muy distinto por la dimensión personal y por las ramificaciones que tiene el tema”, ya que “ninguna mujer quiere abortar sin más, es siempre una elección dolorosa”. Cerró con el objetivo por muchos lucharon hasta llegar a hoy: “De lo que se trata es de reconocer el derecho a tomar esa decisión".