Blanca Aran tiene 65 años, y hace ocho que es parte de las voluntarias del Hospital Gutiérrez. Era maestra jardinera y ahora se dedica a acompañar a los chicos y chicas de entre 10 y 11 años que están internados y les enseña a hacer manualidades. Blanca asegura que para ella el Hospital es un lugar de pertenencia y que ya no puede imaginar su vida sin ese espacio.
–¿Cuál es su rol dentro del grupo de voluntarias?
–Trabajo con otra voluntaria con los adolescentes generalmente y trabajamos haciendo bijouterie. Hacemos llaveros, pulseras con cuentas. Ellos se entusiasman tanto que después se hacen sus pequeños regalitos y algunos los venden a las enfermeras, a los amigos. Hubo chicos que han trabajado tanto que hasta pusieron en la puerta de su unidad un cartelito que decía “se venden llaveros”. La verdad es que nosotros les damos todos los materiales, les dejamos por ejemplo material para los días que no estamos, entonces ellos trabajan y una vez que empiezan a aprender y empiezan a crear solos, cuando ya más o menos tienen la base ellos ya empiezan a inventar sus gustos, lo que más quieren. Y les dejamos para que trabajen y así vamos repartiendo el trabajo.
–¿De qué edades son los niños y las niñas?
–Pueden ser desde hasta 10 años 11 años, por ahí si son más chiquitos se dedican más a la pulserita tanto nena como nene. A veces hay alguna mamá, algún papá que está ahí y también por ahí se engancha y hace también a veces. Por ejemplo vamos a la sala de terapia de las mamas que pasan muchas horas acá adentro y la verdad que la ocupación siempre viene muy bien. Vamos y trabajamos con ellas, les enseñamos a hacer y ellas muy entusiasmadas también se enganchan un montón y así pasan un poco mejor el tiempo que tienen que estar.
–¿Por qué decidió ser voluntaria del hospital?
–Soy maestra jardinera y como todas las maestras cuando nos jubilamos queremos seguir con chicos pero de otro lugar y bueno, esta idea del hospital la tenía. Cuando llegó eso momento dije voy a ver de qué se trata y la verdad es que desde el primer momento que vine me enganché, me gustó y ahora es una parte de mi vida
–¿Por qué el Gutiérrez?
–Porque es el hospital de niños que yo quería, es el que más cerca me queda de mi casa, o sea que puedo ir y venir caminando. Me vino muy bien el horario y fue al único que vine porque era el que más conocía. Una vez que vine a la primera reunión, a la entrevista ya me gustó y ya es imposible irme. Al contrario, creo que cada vez vengo más, lo hago con gusto porque me gusta engancharme, es como un lugar de pertenencia muy importante.