Hay muchas cosas del mundo del skate que la gente no conoce y ni imagina. Una de ellas es el universo de intercambio y gran comunidad que existe entre los que ‘patean’, como ellos definen al andar con sus tablas por las calles. Una camaradería que no entiende de diferencias de edades ni sociales, de las que los argentinos tenemos muy buenos profesionales -riders- en el mundo entero, que además tienen la particularidad de relacionarse con la escena del diseño, como ya hemos dado cuenta en varias oportunidades en este suplemento. Por ostentar sus propias marcas de tablas o ropa o por trabajar como cazadores de tendencias para empresas.
Dentro de este apasionante universo, dos chicas se destacan con una propuesta que además suma en su ADN lo social. Se trata del emprendimiento Deslizate, de la empresa Dibago, de la diseñadora de indumentaria con posgrado en ciencias sociales Josefina Goñi y la abogada especialista en gestión cultural Sofía Piqué. Dos jóvenes profesionales con un alto compromiso social. Deslizate son patinetas old school (skates, pennyboards y longboards) con diseños únicos hechos a mano, cien por ciento en madera de lenga recuperada en la provincia de Tierra del Fuego. Lo más interesante es que con parte de lo que recaudan desarrollan talleres en zonas vulnerables, donde enseñan a los chicos a hacer su propia tabla.
“Son talleres prácticos en donde jóvenes de alta vulnerabilidad social aprenden a construir su propia patineta empoderándolos a través de la construcción de su propia herramienta de juego. El taller no sólo empodera a los jóvenes por la propia construcción de su herramienta de esparcimiento sino que también los incluye a través del arte y el aprendizaje de un oficio”, adelanta la dupla. Es una iniciativa que ya dio el presente en la Villa 1 11 14, Villa 31, La Cava, Munro, Barrio La Loma, Los Piletones, Ushuaia, Tolhuin y Río grande, entre otros.
“Para avanzar se requiere sólo un paso. Deslizarse es posible con el propio impulso. El equilibrio se encuentra dentro de uno, erguirse y mantenerse de pie depende la de la propia fuerza, voluntad, práctica, esfuerzo y paciencia. Y estas cosas se aprenden como, todo en la vida se aprende, hasta mirar con el corazón”, adelantan
Desde Dibago también imparten talleres de muralismo participativo donde se trabajan nociones de pertenencia al barrio, apropiación de los espacios y su resignificación a través del arte. Y se produce Mas, una marca de juguetes para chicos en madera de lenga, reutilizando los sobrantes de las tablas. Finalmente, están a punto de lanzar Yeah!, una línea de indumentaria femenina para andar en skate.
–¿Cómo empiezan con Deslizate?
Sofía Piqué: –Nos conocimos viajando por Bolivia en 2003 y nos hicimos muy amigas. Quedamos varadas por un estado de sitio en un hostel en La Paz. Teníamos 19 años, ahora 31.
Josefina Goñi: –Yo trabajaba para marcas como Vero Alfie, fui coordinadora del programa Cosiendo Redes durante cinco años. Hace cuatro años armamos con las amigas un grupo de poesía y en ese armado empezamos a hacer juntadas culturales donde teníamos un rito que era hacer cosas que nos hacían felices cuando éramos chicas entonces la invite a Sofi a andar en patineta. Yo venía haciendo cosas desordenadas bajo el nombre de Dibago entonces le propuse juntarnos para desarrollar todas esas cosas en común que nos gustaban.
–¿Las dos sabían andar en skate?
J. G.: –Mi mamá es de Mar del Plata así que andaba todos los veranos.
S. P.: –A mí me gusta mucho hacer deporte así que me enganché al toque cuando Jose me invito y empezamos a andar.
–¿Cómo surge hacer las propias?
S. P.: –Cuando estábamos andando a Josefina se le hundieron tres patinetas en Puerto Madero. La última era una que habíamos mandando a traer de Chile. Era la primer patada que había dado en esa patineta. Se fue re enojada a la casa y empezó a googlear cómo se hacían los skate tradicionales, los old schools y con su hermano empezó a armar dos. Y ahí enseguida surgió la idea.
J. G.: –Yo ya venía trabajando en territorio. E investigando lo de las tablas porque siendo diseñadora fue algo casi natural esto de observar cómo estaban hechas y cómo se podían hacer, pero gracias a la gestión de Sofi enseguida conseguimos apoyo para armar un taller en la villa 1-11-14.
–¿Cómo fueron los primeros skate que hicieron?
J. G.: –Las primeras las hicimos con dos tapas de un cajón de quebracho del estudio de arquitectura de mi viejo, que anduvieron impecable y aún conservamos.
Las primeras dos nacieron casi solas. Me baje planos, estudie en internet y opté por la madera más rígida que tenía. La cosa fue cuando quisimos escalar el emprendimiento. Muchas se partieron hasta que dimos con la lenga. Sofi estaba trabajando para la Embajada de Corea y ellos a su vez tenían relación con un aserradero de Tierra del Fuego con el que logramos hacer un convenio para que nos mandaran su descarte con los camiones que venían a Buenos Aires. Todo arranco en el 2014.
–¿Los talleres?
J. G.: –Son siempre espectaculares. Hay otros proyectos como por ejemplo Rescata tu vida, de un grupo evangelista, que enseñan a andar en skate pero a los chicos les fascina poder hacerse su propia tabla. Nuestros talleres son seis encuentros de dos horas y se la llevan. Además del apoyo que recibimos del estado, lanzamos la propia marca de tablas para poder sostener los talleres.
–¿Con qué se fueron encontrando?
S. P.: –Al ser un deporte en el que siempre estás aprendiendo, no existen las diferencias de edades o clases sociales. Siempre te estas cayendo así que no importa eso de más grande más chico o más rico más pobre. Los chicos aprenden rapidísimo y usan las patinetas para todo. Van a la escuela o salen del barrio porque además lo que tiene nuestras tablas es que al ser old school como las viejas de California, el rendimiento esta pensado para que duren mucho. Las ruedas son como las de long pero el truck es de skate, tienen un rulemán que va más rápido, esta todo pensado para ser un elemento de traslado más que de piruetas o algo sofisticada, entonces se la re bancan. El primero que probamos fue con el hermano de Josefina que mide 1,90 m.
–¿Y que todo este ideado por dos mujeres…?
J. G.: –Llama la atención porque en general el mundo del skate es más de varones.
–¿Por que les interesa lo social?
J. G.: –Creo que son los modelos sostenibles, los modelos de sentido común. La mejor manera de construir empresas. Yo vivo mucho en el marco de la economía social, colaborativa. Nosotras somos una empresa de triple impacto. Además tenemos la convicción de que no ayudamos a nadie sino que construimos con la gente. Creemos en una sociedad inclusiva no más inclusiva.
S. P.: –Yo ya no puedo vivir fuera de ese marco. Trato de promoverlo de mil maneras, desde llevar alguien en el auto o que venga alguien a tu casa y se quede a dormir. Es una filosofía de vida, no me imagino otra forma de proceder y espero ser consecuente con eso. Ahora soñamos con tener una escuelita fija para skate y los talleres. Veremos si lo logramos.