La chica de la foto se llama Ninalee Allen Craig, y tenía 23 años cuando la fotógrafa Ruth Orkin la inmortalizó caminando por las calles de Florencia en 1951. De días atrás, cuando Ninalee falleció con 90 años, los diarios norteamericanos volvieron a recordarla en sus necrológicas, tanto a ella como a la foto, convertida en un clásico desde que se publicó en la revista Cosmopolitan un año después de que fue realizada, ilustrando un reportaje de Orkin sobre mujeres viajando solas por Europa. “La admiración pública no debe ponerte nerviosa”, se lee en el epígrafe original de la foto. “Comerse con los ojos a las mujeres es un pasatiempo popular, inofensivo y halagador que encontrarás en muchos países extranjeros. Los caballeros son usualmente mas ruidosos y demostrativos que los norteamericanos, pero no tienen malas intenciones”. Según recordó alguna vez la retratada, para lograr la toma definitiva la fotógrafa la hizo volver sobre sus pasos para caminar nuevamente por la misma vereda. Salvo ese detalle –y que Ninalee le gritó al pasar al único que hablaba inglés, el joven al volante del scooter, que pidiese a los demás que nadie mirase a cámara–, es un ejemplo fiel del día a día de la norteamericana durante su solitario viaje europeo. Inmortalizada bajo el título de “Chica norteamericana en Italia”, republicada muchas veces y convertida en poster, con el paso del tiempo la foto se fue transformando en un testimonio contra el acoso callejero, al punto de que muchos negocios y hoteles que solían exhibir orgullosamente la foto debieron bajarla de sus paredes ante las quejas de sus clientes. Incluso hay versiones en la que fue borrado el personaje que se toma su entrepierna. Entrevistada varias veces por la foto, Ninalee siempre dijo que nunca se sintió amenazada por las –según ella– espontáneas expresiones de admiración masculina recibidas en cada deambular solitario durante aquel viaje. Sobre el personaje del gesto mas extremo, aclaró que la mímica representa la protección de sus partes pudendas antes que la exhibición de las mismas. Pero lo más curioso es que el destino de Ninalee terminó entrecruzado con aquella foto, ya que se casó dos veces durante su larga vida, y sus dos maridos –un conde veneciano y un industrial canadiense– resultaron estar relacionados con alguno de los hombres que aparecen en la imagen. La madre del veneciano descubrió a un primo entre los que la miran pasar, y fue un escándalo familiar: recurrió a la justicia para que el nombre de su nuera no apareciera cada vez que se publicase la foto. Y el industrial reconoció a su socio en Italia como el joven al frente del scooter. “No puedo decir que esa foto haya cambiado mi vida, pero me dio muchas satisfacciones a través de los años”, confesó Ninalee un par de años atrás. “Y también más comidas gratis en restaurantes italianos de las que se puedan imaginar”.
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