Desde Bogotá

Hoy se sabrá el nombre del futuro presidente de Colombia o, si como se pronostica ninguno de los cinco candidatos gana con más de la mitad de los votos, se conocerán los dos nombres que se enfrentarán balotaje el 17 de junio. Los más opcionados son Gustavo Petro, de izquierda, que empieza a ser llamado “fenómeno” por el crecimiento de apoyos populares a su campaña, y un ex senador que también sorprende por puntear los sondeos habiendo ocupado apenas un cargo público en su vida. El senador Iván Duque del Centro Democrático es el rostro joven del Centro Democrático, partido de derecha, que tiene el 53% de la intención´n de voto a su favor según Invamer, contra el 43% de Petro, y un tercer candidato que también fue sorpresa por sobrepasar los pronósticos en la última semana. Sergio Fajardo, matemático ex alcalde de Medellín y ex gobernador de Antioquia, tendría según la más reciente encuesta un 16% pero en las calles y redes sociales es palpable un crecimiento de simpatía, más aún después de que fue el único en asistir al debate radial de la conductora Vicky Dávila.

Para muchos, votos como el de la señora Dávila que estaban inclinados a la derecha se voltearon hacia Fajardo que dice representar el centro y ha enfocado su campaña en presentarse, además de cómo profesor, como la opción tranquila, que no está en un extremo de derecha o izquierda, y que representa la esperanza. Con ello, el ahijado de Álvaro Uribe -hoy de nuevo en el ojo del huracán- estaría perdiendo votos pero también los candidatos que quedaron más rezagados como Germán Vargas Lleras, quien fue vicepresidente de Santos pero muestra posiciones contradictorias con la paz, y Humberto De La Calle, jefe de delegación de gobierno en los Diálogos con Farc y ministro de tres periodos presidenciales que se entregó antes y durante campaña a defender el Acuerdo de Paz.

Estas son consideradas por algunos como las elecciones presidenciales más importantes de las últimas décadas en Colombia pues, por una parte, son las primeras desde que se firmó la paz con la guerrilla de las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC) hoy Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), pero además es la primera vez que la izquierda tiene una posibilidad tan amplia de llegar al poder a la cabeza de Gustavo Petro que ya sacudió las bases de la política tradicional cuando estuvo en el Palacio de Liévano como Alcalde de Bogotá. Además, algunos interpretan que está en juego por primera vez en las presidenciales el modelo democrático y económico de Colombia, en tiempos en que la crisis de Venezuela tiene un enorme impacto en este país, no solo económico y humanitario, sino también en materia de seguridad y en lo emocional. Hoy los colombianos tienen mayor temor a tener una situación como la de sus vecinos y eso ha sido usado en las campañas de la derecha para desinformar al electorado, provocándole pánico.

Entre tanto, el hoy congresista Alvaro Uribe, que fue presidente en dos periodos consecutivos, sigue arrastrando millones de votos de gente que, sin importar la inexperiencia de Duque dice estar convencida de votar “por el que diga Uribe”. Éste ha sido el único jefe de estado elegido en primera vuelta y ayer quedó una vez más en la mira de la justicia y de la prensa internacional por sus presuntas relaciones con el narcotráfico. El diario The New York Times reveló que, según archivos desclasificados del gobierno de Estados Unidos, el jefe de la derecha colombiana mantuvo contactos con el famoso cartel de Medellín liderado por Pablo Escobar. 

Aunque no es la primera vez que el nombre de Uribe y grupos ilegales aparecen relacionados, esta vez la noticia viene de los Estados Unidos y se suma a una previa electoral más movida que de costumbre en un país que celebrará los comicios por primera vez sin el riesgo de la violencia armada del ya desarmado ejército rebelde de las Farc, hoy convertido en partido. A unas cuantas horas de las elecciones presidenciales, donde unas 35 millones de personas están habilitadas para votar, los candidatos sostuvieron un último debate. El viernes en la noche, tras dejar la silla vacía en W Radio, se dieron cita en el canal privado de televisión Caracol. 

Fajardo, triunfante porque al ser el único en asistir a la cita de la tarde ofertó una entrevista extensa a la señora Dávila, quien terminó dándole su voto públicamente, estuvo junto a De La Calle, que como es inusual en él se mostró cortante y enfático contra los argumentos de la derecha y de Germán Vargas Lleras, que lo acusó de haber gastado plata del estado para hacer campaña mientras fue jefe de los Diálogos de La Habana. El liberal, con vehemencia, le replicó que fue éste quien durante su función en el gobierno de Santos entregó viviendas por todo el país, preparando su hoy no tan fructífera campaña. Vargas apenas alcanza el seis por ciento en las encuestas y se mostró como un hombre frío que maltrata a sus trabajadores y desprecia a la gente en videos que se hicieron virales. Además, evidenció prejuicios de clase que hicieron a muchos desistir de apoyarle, mientras Petro y Fajardo sumaban simpatías entre los más jóvenes, los universitarios, las mujeres, los maestros, los sindicalistas, los trabajadores, y las clases populares y media, que ven en ellos la opción para la renovación de la política. 

Duque, por su parte, al mejor estilo de Uribe, se ocupó de ofrecer mano dura y “todo el peso de la ley” a las disidencias de las Farc y aseguró que hará cambios al acuerdo de paz. Mientras tanto Petro ofreció ser la opción para superar la desigualdad, la violencia, la pobreza y profundizar la democracia consiguiendo la justicia social que permita que la mayor parte de los colombianos lleguen a la clase media. De La Calle se ganó los aplausos al señalar que “el castrochavismo es el invento del fanatismo y la creación de un fantasma para minar la democracia, evitar la reflexión y acudir al odio y a la discriminación, es un fantasma que no existe. Pero claro, lo que se está diciendo es que vamos hacia Venezuela y no será así [...]”. Según el más experimentado de los candidatos, quien tiene 70 años, más de 40 en cargos públicos, “el fanatismo, esa configuración mental está haciendo añicos la verdadera reflexión democrática”. Con una Registraduría Nacional, máximo órgano electoral, cuestionada por posibles fraudes, justamente hoy lo robusto de la democracia está en juego en unas votaciones que se espera superen el margen de abstencionismo característico de este país donde coca y narcotráfico siguen atravesando  cada decisión trascendental.