El Gabinete nacional quedó como Kansas después del tornado en El Mago de Oz: tienen ante sí un territorio desconocido. Para la conducción del macrismo hay nuevas aristas en la toma de decisiones, el regreso de algunos caídos y el intento de un sector de que nada cambie. En esa terra incognita, además, nada es igual y muchas cosas no son lo que parecen. Solo queda que la cúpula de Gobierno transite el camino de las lozas amarillas hasta que se acomoden los nuevos roles. PáginaI12 hizo un relevamiento entre fuentes oficiales sobre quienes quedaron fortalecidos y quienes se vieron debilitados con la crisis cambiaria.
En la primera columna se colocan los que ganaron un rol político más fuerte como el ministro de Interior, Rogelio Frigerio, y el presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó. También el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, que fue ascendido a coordinador del gabinete económico para llevar la interlocución con el FMI. Del lado de los que debieron resignar algo, si bien en el oficialismo intentaron que las formas lo disimularan lo más posible, están los coordinadores del gabinete Gustavo Lopetegui y Mario Quintana. Este último perdió a su mano derecha, el ex JP Morgan Vladimir Werning. Es más dudoso si el jefe de Gabinete, Marcos Peña, se puede ubicar en este grupo. Una de las impulsoras de los cambios, María Eugenia Vidal debió resignar sus rencores con un enemigo interno, como Monzó, y también recibió el impacto de la crisis en su imagen pública. Por último, Sturzenegger se siente reivindicado mientras algunos ya consideran que está jugando sus últimas fichas.
Nadie se anima a decir si los cambios han concluido o si continuarán. Algunos de los que integran la nueva mesa chica consideran que todavía hay que dar más señales, entre las cuales barajan la reducción de ministerios. El presidente Mauricio Macri es reacio a aceptar la idea, por el momento. De hecho, todos los cambios fueron cuidadosos y milimétricos. Esta es la foto del Gabinete después de lo que el mandatario llamó una “turbulencia”:
Fortalecidos
- Frigerio: El ministro del Interior hizo su ingreso en la mesa chica por la puerta grande. Si bien algunos dudan de cuánto se abrirá realmente ese grupo que toma las decisiones, para el funcionario es una oportunidad única de mostrar que puede coordinar la relación política con gobernadores y legisladores. “La crisis es oportunidad de cambio”, es un eslogan que bien podría colgar en su despacho. A la mesa se sumaron también los radicales, como aliados menores de Cambiemos. En ese grupo dudan de si esa ampliación no será efímera y luego todo volverá a la “normalidad”. Dentro del gabinete son más optimistas: “Una vez que le dieron ese lugar a Alfredo Cornejo, va a ser difícil que se lo puedan quitar”, dicen.
- Monzó: Para el presidente de Diputados corre la misma oportunidad que para Frigerio, con la diferencia de que para él es un retorno al lugar de donde lo habían exiliados. Por estos días, está preocupado porque ninguno de sus gestos sea interpretado como una revancha. No quiere sobreactuar, pero tuvo varias satisfacciones en pocos días: en medio de la crisis, Vidal –una de las dirigentes que más hizo para acelerar la apertura– se reunió con él, enterró el hacha de guerra y le pidió que no abandonara la Cámara de Diputados. “Sos valioso”, escuchó Monzó de parte de la dirigente con la que había tenido diferencias que lo llevaron al ostracismo. El otro que debió ceder es Peña, quien también tuvo sus choques con Monzó. El nuevo lugar que le dieron desactivó su salida hacia una embajada, que estaba casi confirmada poco antes de que comenzara la escalada del dólar.
- Dujovne: como consecuencia de que el FMI necesita un negociador con acceso a todo el tablero, el ministro de Hacienda fue empoderado. Le dieron la coordinación sobre nueve ministerios, una tarea que antes hacían Quintana y sobre todo Lopetegui. También la interlocución con el Banco Central. Si Frigerio y Monzó pasan a coordinar el área política, Dujovne queda a cargo del área económica. Esto implica que tiene acceso también a las políticas sobre las paritarias (por eso la inclusión del Ministerio de Trabajo en los nueve) y de la obra pública (es implicó sumar a Interior, además de Energía y Transporte). Habrá que ver en qué medida los nueve le responden.
- Luis Caputo: venía golpeado por las denuncias sobre offshores y por su salida intempestiva del Congreso. Una crisis cambiaria podría haber terminado de definir su salida del cargo. No obstante, ante la consideración del presidente, Caputo pasó a ser “el que la vio venir”. Le elogian la colocación de deuda previa a que subiera la tasa de interés de Estados Unidos. También la decisión de colocar día tras días cinco mil millones de dólares para fijar el techo del dólar en 25. Caputo es el que se llevó los méritos por esto y no Sturzenegger. La única contra: cuando llegó Dujovne, Caputo consiguió tener un ministerio propio para no quedar como su subordinado. Ahora lo tiene de coordinador. Sin embargo, aclaran en la Rosada, eso tiene que ver más que nada con la estrategia ante el FMI y no es un castigo para Caputo.
Debilitados
- Quintana y Lopetegui: El dúo inseparable de Peña perdió algunas funciones. No obstante, hay quienes afirman que esto es solo en apariencia: que Dujovne será el que se ocupe del trabajo sucio del ajuste y ellos seguirán decidiendo. El tiempo dirá quién tiene razón. No obstante, a las afirmaciones públicas de Macri de que hubo “problemas de coordinación”, se sumó un hecho muy concreto: la salida de la mano derecha de Quintana del Gabinete. Se trata del subsecretario de Coordinación y Análisis Económico, Vladimir Werning, un ex JP Morgan que tallaba en las cuestiones económicas más de lo que les gusta admitir en el Gobierno. Hubo quien llegó a soñarlo como reemplazante de Sturzenegger, cuando las tensiones entre el presidente del Banco Central y Quintana estaban en su cenit. La salida de Werning marca una baja para el trío de funcionarios que Macri había designado como: “Mis ojos, mis oídos y soy yo”. Esto es, Quintana, Lopetegui y Peña. De los tres, Lopetegui es que el busca un perfil más bajo y más técnico, por lo que los cambios no parecen golpearlo en sus aspiraciones. De todos modos, la forma en cómo se tomó la decisión de Dujovne da cuenta de la intención de no dejar heridos.
- Peña: nadie en el Gabinete se anima a decir que Peña perdió poder. “Sigue siendo el ejecutor de Macri”, indicaron en un ministerio en el que prefirieron el anonimato. Está claro que el jefe de Gabinete sigue manejando los hilos. También que, por primera vez en bastante tiempo de discusiones internas, tuvo que ceder en algunas posturas. Él estaba en contra de la figura de un ministro de Economía fuerte. A Macri, en cambio, le recomendaban ese camino el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, Frigerio, diversos gobernadores peronistas (de los llamados “razonables” o “dialoguistas”) y empresarios de primera línea. Finalmente, si bien no se optó por darle a Dujovne el tan mentado cargo de ministro de Economía, está claro que en un punto cedieron ante esos sectores.
- Vidal: si bien fue una de las articuladoras de los cambios, la gobernadora bonaerense perdió por primera vez desde el comienzo de la gestión PRO la capacidad de pasar las crisis sin perder imagen positiva. Según los sondeos del macrismo, el impacto no lo sufrió solo el presidente, también le llegó a ella, algo que su equipo de comunicación intentará revertir con anuncios sociales y la siempre presente campaña en los medios. “En algún momento alguna bala le iba a entrar”, se encogen de hombros en el oficialismo. Vidal también cedió –por voluntad propia, según comentan– ante Monzó e hizo una jugada para traerlo de vuelta al redil. “En las malas, ella siempre pone el pecho”, la elogiaban en la Rosada, pasado el tornado.
- Sturzenegger: las lecturas sobre el presidente del Banco Central son encontradas. Por un lado, el dirigente recuperó autonomía con respecto al punto en el que se encontraba el 28 de diciembre pasado, cuando Peña y Quintana lo forzaron a bajar las tasas y cambiar la meta de inflación. El presidente del Central está convencido de que recuperó su posición anterior, e incluso que reforzó su poder, pero en la Rosada no están tan seguros. “Hubo muchas broncas con él, y las medidas acertadas las tomó Toto (Caputo)”, dicen. Si pasa algo más en materia de inflación o del dólar, hay muchos que se preguntan cuántas vidas le quedan a Sturzenegger.
¿Terminan aquí los cambios? Nadie termina de afirmarlo. Un sector del Gobierno considera que el presidente debería proceder a achicar ministerios para dar una señal de austeridad. “Tal vez haya que dar una señal más fuerte”, le aconsejan al mandatario, que tiende a ser reacio a hacer grandes cambios (así fue, también, cuando era jefe de Gobierno). Por ahora, solo eliminó el ministerio de Comunicación. Habrá ver si escucha los consejos de su nueva mesa chica política o si los cambios se detienen en los que se vieron en las últimas semanas. Dependerá también de la negociación con el FMI y de cómo siga el vendaval económico. Por lo pronto, el tridente Peña, Quintana y Lopetegui enfrenta nuevos interlocutores y un reparto relativo de funciones. Kansas quedó muy, muy lejos.