El anuncio del canje de las Lebac de corto plazo por títulos a más largo plazo generó reacciones a favor y en contra, como se esperaba. A favor, de los bancos y fondos de inversión, que se entusiasman con la posibilidad de estirar el horizonte de fuertes ganancias financieras con tasas que superen el ritmo de devaluación. En contra, de quienes ven en esta prolongación del período de piso de tasas entre el 38 y 40 por ciento, la antesala de un proceso recesivo impiadoso. Al poner la crisis económica y financiera en el centro del análisis, se observa que el gobierno, a través del Banco Central y el ministerio de Finanzas, logró superar la amenaza del 14 de mayo (día del último vencimiento de las Lebac) sin caer en su propia trampa (el riesgo de una fuga masiva de capitales hacia el dólar), pero a un costo altísimo para la economía. Logró reiniciar un nuevo ciclo de la bicicleta financiera, pero a un tipo de cambio más alto (25 pesos en vez de 17 ó 18 de fines de 2017) y a una tasa de interés mucho más elevada (38 a 40 por ciento contra 24,5 a 25,5 por ciento), posibilitando así que los fondos de inversión que se retiraron cuando el dólar estaba a 20, retornaran ahora cambiando sus dólares a más de 24 (precio mayorista). La nueva situación está lejos de poder interpretarse como “un nuevo punto de equilibrio”. El horizonte muestra que se avecinan mayores turbulencias. O, para decirlo en términos que los funcionarios de Cambiemos prefieren eludir, que la crisis se profundiza, y de financiera pasa a ser económica. Y de ahí a política, hay una sola escala.
El próximo vencimiento de Lebac (títulos de deuda del Banco Central) es el martes 19 de junio. De acuerdo a lo ya emitido, vencen ese día 658 mil millones de pesos: otra bomba financiera (al cambio mayorista de 24,10 pesos, son más de 27 mil millones de dólares). El Banco Central informó esta semana que comenzará a operar en el mercado secundario “para canjear las Lebac que vencen a corto plazo, por otras de plazos más largo”. Este mecanismo sólo podría tener éxito si se ofrecen tasas atractivas, es decir, muy similares al nivel de colocación de las Lebac “cortas” (a 35 días) emitidas el 14 de mayo (40 por ciento anual).
Por ahora, el Banco Central no instrumentó el “swap” a través del cual ejecutaría el canje, ni estableció las tasas a las que saldrá a operar. Pero ya el mercado dio algunas señales sobre cuál sería “el nivel de aceptación” de la nueva oferta. Hasta el jueves 24, último día de operaciones, en el mercado secundario (compras y ventas mayoristas, entre bancos, fondos de inversión y otros operadores institucionales) la tasa para vencimiento en junio (33 días) oscilaba en torno al 40 por ciento. Las Lebac con vencimiento a octubre (5 meses, o 150 días) se negociaban con una tasa apenas inferior, por encima del 38 por ciento. No es una buena señal para la economía real, porque especular es cada vez más atractivo que producir. Tampoco hace que sea recomendable consumir, si es que hubiera opción. Ni es un buen aviso para quienes necesiten sacar crédito, o estén pagando uno a tasa variable.
Otra novedad importante que deja el análisis de las cifras del mercado financiero es que, en la semana del 16 al 23 de mayo (últimas cifras publicadas), es decir después de la última licitación de Lebac (martes 14), el Banco Central se desprendió de un stock de nada menos que 50 mil millones de pesos en dichos títulos. Lo más llamativo es que, simultáneamente, los bancos en su conjunto bajaron sus tenencias netas de Lebac en 32 mil millones de pesos. Es decir, no fueron los bancos los que tomaron las letras que colocó el Banco Central, sino que por el contrario, sumaron su oferta a la de la autoridad oficial. Fueron, en total, 82 mil millones de pesos en Lebac lanzadas al mercado, que fueron absorbidas por instituciones o fondos privados.
La lectura inmediata es que estos fondos de inversión, algunos de los cuales habían salido del mercado de Lebac con un dólar en torno a los 20 pesos, hoy están volviendo cuando la moneda estadounidense cotiza a 24 (mayorista). Los rendimientos de las letras del BCRA al momento de retirarse estaba en torno al 26 por ciento, hoy vuelven con una tasa del 40. Todo a su favor. Ahora vuelven a aprovecharse de un nuevo circuito de la bicicleta financiera. El JP Morgan se ha convertido en un emblema de este tipo de jugada especulativa, que ya no se puede definir como un casino a nivel local: la banca no juega contra el apostador, sino que juega para que éste gane, anticipándole el número que va a salir cuando deje de rodar la bola.
Sturzenegger lo hizo. Caputo (Luis), también.
La segunda lectura de las señales que da “el mercado” es que el BCRA está tanteando intenciones y postura de los fondos especulativos. “Si tomaron todo lo que ofrecieron el Banco Central y los bancos, es porque a estas tasas no se van”, interpretó un especialista consultado por PáginaI12. La cuestión es a qué costo y con qué mecanismos logrará el Banco Central atraer a esos inversores con títulos a más largo plazo. Los especialistas ya hablan del “regreso de las Nobac”, letras a más largo plazo (a dos años, o a tres), pensadas en su momento para su colocación exclusivamente en los bancos. “Ahora no serían tan largas, quizás sólo para llegar hasta las elecciones”, sugirió un especialista. ¿A doce y dieciocho meses? La tasa no podría ser muy inferior a la vigente hoy en el mercado para plazos medianos, del orden del 38 por ciento. Quien entre, deberá confiar en que ese rendimiento será mayor que el aumento del dólar en el mismo período.
¿Cuál sería el costo, en términos de recesión, de estirar por tan largo plazo semejante nivel de tasas? Pocos se atreverían a responderlo. Pero lo que está claro que aquí se repite lo señalado al inicio de esta nota: una lectura es la que hacen los que se dedican al negocio financiero, que ven como atractivos estos instrumentos aunque de alto riesgo, y otra muy distinta es la de empresarios y profesionales que trabajan en la economía real, que ven un horizonte muy negro.
De todos los caminos posibles, la actual conducción económica se encamina hacia el más costoso y arriesgado. No es la primera vez que ocurre en la historia económica reciente. ¿Este Sturzenegger no es el mismo que estaba en el equipo de Cavallo en el 2001?