Argentina, Bolivia y Chile transitan una oportunidad económica en relación a la producción de litio, mineral clave para el desarrollo de las energías renovables. Sin embargo, los tres países actúan de manera descoordinada y tienen modelos de producción muy diferentes: en Bolivia, el Estado tiene preponderancia y se visualiza la posibilidad de fabricar baterías para el mercado alemán, mientras que en Chile existe un acalorado debate público para que el Estado revierta los contratos privados. La Argentina posee el esquema más desregulado de los tres y existe alrededor del sector un juego financiero. PáginaI12 dialogó con Juan Carlos Montenegro, presidente de la empresa Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB); Miguel Núñez Arancibia, diputado chileno, y Federico Nacif, investigador de la Universidad Nacional de Quilmes.
–¿Cómo es el sistema de explotación del litio en Bolivia?
Juan Carlos Montenegro: –En Bolivia, todas las concesiones privadas de explotación de litio han sido revertidas. Los salares son reservas fiscales cuyo derecho de explotación y control corresponde al Estado boliviano porque lo hemos declarado como un recurso estratégico.
–¿Cuál es el horizonte productivo que se trazó Bolivia?
J. C. M.: –Nuestra proyección no se queda en la producción de las sales básicas (grandes cantidades de carbonato e hidróxido de litio para exportar) como se hace en Chile y en Argentina. La exportación del producto primario lo hacemos y lo estamos haciendo. Pero el objetivo principal es cerrar la cadena de agregación de valor, es decir, llegar al producto final, que son las baterías de litio. Venimos de realizar una inversión muy fuerte en la etapa de investigación de la batería de litio, cosa que no hubo nunca en Bolivia en ningún sector de la minería ni en otro rubro industrial. Al momento, el litio del salar de Uyuni ahora lo sintetizamos, lo aplicamos en materiales catódicos y esos materiales están siendo utilizados en pequeñas unidades productivas que producen baterías para resolver necesidades locales, como las baterías para alumbrado público y al interior de las viviendas de familias que no tienen acceso a las redes de conexión.
–¿Hay posibilidades de ingresar al mercado de baterías?
J. C. M.: –Sí, las hay. Definimos una serie de condiciones exigentes que la empresa alemana ACI Systems, por medio de una licitación, acordó cumplir para conformar una empresa mixta junto al Estado boliviano para la industrialización del litio. Bolivia es el primer país de la región que avanza en la producción de baterías. La primera condición que pusimos es que el Estado debe mantener la participación mayoritaria en la asociación; la segunda, que el socio debe tener tecnología de punta en la producción de baterías y una relación estrecha con el campo de la investigación; la tercera, que ellos garanticen el mercado de baterías fabricadas en Bolivia; la cuarta, que el socio esté dispuesto a procesar conjuntamente con nosotros todos los residuos de la industria del litio; la quinta, que el presidente de la empresa sea nombrado por el presidente de Bolivia.
–¿Por qué la empresa alemana accede a un acuerdo así?
J. C. M.: –A ellos les interesa tener asegurada la provisión de hidróxido de litio para las baterías bajo los estándares de calidad de la industria alemana. Se aseguran la provisión de una materia prima crítica.
–Los alemanes decidieron invertir, lo cual no quiere decir que no les hubiera sido más conveniente no tener que adecuarse a esas condiciones.
Federico Nacif: –Ellos siempre van a intentar lograr el acuerdo más conveniente. Las empresas realmente productivas han pensado en instalarse en la Argentina porque pueden manejar todo. Pero hay un problema, porque en los salares argentinos hay muchas empresas operando a la vez. Eso no funciona porque se extrae un líquido, entonces una empresa puede succionar material del área del yacimiento que pertenece a otra empresa. Una empresa de origen alemán realmente preocupada en el tema del litio no necesita un lugar donde haya una timba financiera permanente de compra-venta de yacimientos. En la Argentina el nivel de desregulación es tan grande que todos los salares están concesionados y hay muchas empresas compartiendo el salar, lo cual productivamente es muy complicado. Las empresas que operan en el país son mineras junior, que son por lo general inversiones financieras y muy pocas saltan de junio a la etapa de producción.
–¿Cuál es el esquema de producción de litio en Chile?
Miguel Núñez Arancibia: –En Chile, hay concesiones privadas que fueron otorgadas antes del `79. En ese momento, la dictadura vinculó el litio a la fusión nuclear y lo declararon como recurso estratégico. Eso le permitió al litio salir del sistema de concesiones y en cambió quedó en manos de la empresa estatal o de firmas privadas bajo el esquema de arrendamiento. Como el negocio atrae a los capitales, hay una gran presión sobre el Ministerio de Energía chileno para que autorice nuevos contratos de operación especial, por lo cual hay una situación de mucha presión.
–¿La situación de mayor desregulación en la Argentina permite a las empresas presionar con mayor facilidad sobre el gobierno de Chile?
M. N. A.: –Sí, presionan con la amenaza de instalarse en la Argentina. Si la Argentina avanza con su sistema desregulado en los salares, que son ecosistemas extremadamente frágiles, evidentemente van a empezar a haber conflictos ambientales de gran envergadura. El control del Estado puede permitir generar industrialización en el Cono Sur, en donde Argentina podría tener un papel protagónico. Estos minerales tienen ciclos relativamente cortos y hay un sentido de urgencia que hay que atender.
J. C. M.: –Siendo Sudamérica el lugar donde tenemos la mayor reserva mundial de litio, no podemos actual de manera aislada. Desde Bolivia tenemos un modelo que está dando resultado y que queremos irradiar en Chile y en Argentina.