Desde 2013, la Universidad Nacional de Quilmes coordina la organización del seminario “ABC del litio, una red multidisciplinaria para coordinar estrategias en los 3 países de defensa de la soberanía”. “La idea es contactarnos porque es una preocupación regional, y es el único evento que no es organizado por las empresas”, explicó a este diario Federico Nacif, investigador de la Universidad de Quilmes. Argentina, Bolivia y Chile concentran el 70 por ciento de las reservas mundiales de litio.
“En el actual estado de situación de la Argentina en relación al litio, se está trabajando en un proyecto de ley para crear una Comisión Nacional del Litio integrada por expertos. La intención es empezar a llevar adelante política de fiscalización. El horizonte sería la declaración del litio como recurso estratégico para suspender la concesión de yacimientos que no están en explotación”, agrega Nacif.
–¿Sobre qué aspectos debería enfocarse la Comisión Nacional del Litio?
Federico Nacif: –Tanto en Bolivia como en Chile se trata de un recurso estratégico que no se puede concesionar, a diferencia del caso argentino, que todavía considera al litio como un mineral ordinario. Esto, más allá de la cuestión estratégica, es un gran problema porque el litio no es un recurso minero en sí sino que es un líquido. En los salares se están concesionando superficies del terreno que no delimitan correctamente las áreas de explotación, porque al bombear el líquido realmente no se sabe de dónde sale. Es decir, Se tiene que considerar el salar como un todo, no se puede administrar a través de concesiones mineras. El ingeniero Ernesto Calvo, director del Instituto de Química, Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía del Conicet, dice siempre que tenemos que salir de la etapa minera y pasar a considerar el litio como una industria química-energética, además de empezar a estudiar a quién se exporta y cuánto y qué líquidos se inyectan. También hay que romper con la idea de que la liberalización del mercado lleva a la eficiencia. La experiencia de Bolivia nos muestra que bajo un esquema de fuerte presencia estatal puede llegar una inversión extranjera verdaderamente productiva.