El potencial con el que cuenta el seleccionado argentino continúa siendo de los mejores del mundo, como hace cuatro años atrás. La afirmación se apoya en la estructura que posee, principalmente, de la mitad de la cancha hacia adelante. Los nombres de Messi, Agüero, Higuaín, Dybala, Di María, Lanzini, Lo Celso, Banega y Pavón generan admiración de los rivales, y al mismo tiempo cierto temor. Más allá de que el sistema que aplicará el técnico Jorge Sampaoli en el Mundial no se termina de definir, las figuras con las que dispone le permiten aspirar a presentar una propuesta audaz, con el agregado de que la capacidad individual de cada uno de ellos le puede dar un plus adicional al esquema colectivo.
De los nueve mencionados hay siete que tienen la particularidad de que vienen de ser campeones en sus respectivas ligas, y a algunos se le suma la Copa de cada país. Si bien el ganar un título en su club no asegura que tenga continuidad en el conjunto nacional, el valor anímico que significa le permite adquirir mayor confianza para demostrar ese nivel en una cita como el Mundial. Y de esa manera, las sociedades que se pueden sellar entre ellos en distintos sectores del campo habilitan una cuota grande de entusiasmo.
Pero las virtudes que se pueden encontrar en esos sectores de la cancha, se contraponen con lo que puede exhibir el equipo del medio hacia atrás. El nivel de Mascherano está muy lejos de lo que exhibió en Brasil 2014, y sobre todo desde que empezó a ocupar la posición de segundo marcador central. Inclusive, el ex River tuvo que buscar una liga alternativa (China) y de menor jerarquía para poder tener continuidad. Biglia, Salvio, Acuña y Meza no se elevan por encima de la media de cualquier volante, y en el caso de Salvio es una incógnita saber cómo puede responder de lateral, tal como lo considera el entrenador.
Entre el resto de los defensores, Otamendi asoma como el líder y con la experiencia necesaria por desempeñarse en un equipo de elite. Más allá de que Rojo persiste en el Manchester United, dejó de ser inamovible para el entrenador José Mourinho, y el resto sólo tiene el mérito de mantenerse en el fútbol europeo, pero sin el reconocimiento mundial. Encima, lo que sucedió con Romero dejó abierto otro lugar clave como el del arquero. El puesto lo ocupará Caballero o Armani, quienes tuvieron que mentalizarse en la última semana que serán titulares en un Mundial. Esta plaza no es menos trascendente que la de un goleador, y quedó demostrado el sábado pasado en la final de la Champions League lo que puede ocasionar un hombre en ese lugar, con lo que le tocó vivir a Loris Karius (Liverpool).
La descompensación de la Selección Argentina puede ser un factor fundamental en el momento de las aspiraciones, y uno de los mayores desafíos que tendrá por delante será disimular esas diferencias.