La semana final de 2016 repite y ahonda constantes del año. También aporta novedades. El Gobierno atraviesa su primera crisis de Gabinete cuya cima es el relevo de Alfonso Prat Gay y su reemplazo por Nicolás Dujovne y Luis Caputo. Síntoma de pujas internas tanto como de necesidad de buscar fusibles para explicar “fracasos” en todo lo referente a las necesidades populares.
Los indicadores de la economía real, empleo, consumo y valor adquisitivo del salario se mantienen cuesta abajo. La recesión y la inflación alcanzan marcas ignotas desde hace quince años.
El presidente Mauricio Macri veta la ley que decidía la expropiación del Bauen, una empresa recuperada por los trabajadores, con enorme sacrificio y capacidad de subsistencia.
Se renuevan despidos en el sector público, particularmente en el ministerio de Educación.
El oficialismo, político y mediático, celebra el resultado del blanqueo de capitales, la condena (no firme y en suspenso) a Milagro Sala, el procesamiento a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y la reapertura de la inicua denuncia del fallecido fiscal Alberto Nisman.
El microcosmos de pocos días resume objetivos logrados: la persecución a la protesta social, el asedio a Cristina, el enésimo beneficio a los grandes capitales, que contrasta con el ensañamiento contra las experiencias de economía popular.
Macri tiene mucho que agradecer a jueces sin escrúpulos, como los federales Claudio Bonadío, Julián Ercolini o los integrantes del Tribunal Oral Federal de Jujuy. Y al apoyo serpenteante del presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti (ver asimismo nota aparte).
Oscuridades del blanqueo: El blanqueo es, como todos los anteriores, una gracia estatal a evasores, fugadores o lavadores. Muchas administraciones acuden a la medida, que justifican porque contrapesaría la inmoralidad (y el destrato a los contribuyentes cumplidores) con el ingreso de recursos a las arcas fiscales. La práctica remanida no excusa sus vicios aunque sí resta legitimidad a los críticos de otras fuerzas que la utilizaron.
El presidente agravó la perversión mediante un decreto presidencial dedicado a su papá, Franco Macri, a la rica parentela y a otros allegados al séquito oficial.
Los especialistas disputan sobre el rédito económico del blanqueo. A los fines de esta nota baste decir que es un alivio relativo para el Fisco, tanto una bala de plata que se gastó.
Modus operandi: Un año es tiempo suficiente para captar el modus operandi predilecto del gobierno. La ciencia política avanzada lo describe con la sigla PPSP (prepear por si pasa). El primer reflejo es embestir contra adversarios, instituciones, derechos. La ley o la Constitución son detalles que se pueden dejar de lado. Si se consigue, aleluya. Se recula si hay resistencia, retaceo de apoyo parlamentario o acción directa eficaz. Los ejemplos son numerosos, escojamos unos pocos.
Empecemos por los que salieron fácil. El “acuerdo” (mal nombre de la rendición) con los Fondos buitres. La toma de deuda externa record, a intereses elevados cuyo costo se incrementó en pocos meses por las variaciones en el tablero internacional. El desbaratamiento de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
La aquiescencia imperdonable de la mayoría de la oposición parlamentaria lubricó los trámites.
En cambio, los despidos de estatales generaron las primeras réplicas organizadas que no les pusieron fin pero que, posiblemente, mitigaron la primera escalada.
Los aumentos de tarifas, concebidos sin debate ni audiencias públicas, inspiraron la primera movilización protagonizada por ciudadanos de distintas provincias, autoconvocados, mayormente. El Gobierno debió anular el tarifazo iniciático, postergar su aplicación, morigerarlo.
Las marchas y actos del movimiento obrero y de las organizaciones sociales acicatearon la Ley anti despidos, aprobada por el Congreso contra la voluntad de Cambiemos. Macri la vetó, aunque se allanó a buscar mecanismos de negociación, con la CGT.
La Ley de Emergencia Social se concretó con esos sectores como vanguardia y la oposición como aliada. Imposibilitado de vencerlos, el macrismo consensuó un texto con concesiones varias, asignaciones que no estaban en el Presupuesto 2017. Su real alcance se calibrará cuando se implemente. En cualquier caso fue una victoria de sus oponentes. El oficialismo contumaz podría tratar de burlarla en los hechos pero se expondría a reclamos y protestas masivos.
La Reforma del Impuesto a las Ganancias fue el preludio de un diciembre pletórico de errores no forzados del oficialismo que, nuevamente, se allanó a acordar un nuevo proyecto.
El voto electrónico se quiso imponer de arrebato, dando por sentada la apatía de los peronismos provinciales. La complacencia de los líderes territoriales fue la tendencia pero no la regla absoluta: en esta ocasión no funcionó.
El arrasamiento de los derechos de los investigadores del CONICET solo se detuvo merced a la decidida acción directa de los damnificados.
Los ejemplos pueden multiplicarse, cualquiera que lea esta columna podría agregar otros. Quedó fijado que se ejerce una variante gubernamental del vandorismo. Se pega primero y se negocia luego. Claro que como el punch del Estado es enorme, solo se negocia si el contrincante no baja la guardia o se rinde.
La acción directa, tal como se corrobora desde principios de este siglo, “paga” a sus actores. Los visibiliza, los potencia, les insufla mística. Interpela a los funcionarios, les delimita el poder, los induce o fuerza a enmendarse.
En el año que empieza mañana, todo lo indica, el macrismo se radicalizará. Aspira a reformar leyes laborales contra los derechos de los trabajadores, incitar paritarias con techos irrisorios cotejados con el aumento del costo de vida. La flexibilización es un paso necesario para el proyecto M, insinuado pero no completado aún.
En la vereda de enfrente quedarán trabajadores registrados o informales o desocupados. Los usuarios de servicios públicos serán objeto de nuevos sablazos al bolsillo.
El conflicto social tiene toda la pinta de ir in crescendo. Será una prueba para el relativo apego a la legalidad del macrismo. La insistencia de los medios dominantes que le exigen, de modo sinuoso, que reprima es una señal de alerta. El reto de Macri al Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta por la subsistencia de piquetes en suelo porteño es otro augurio, que ojalá no derrape a la violencia desatada.
Salidas y preembarques: Este cronista cree, admitiendo prueba futura en contrario, que el arribo de Dujovne no alterará, en sustancia, el rumbo del Gobierno. Es parte de un elenco económico fragmentado al máximo, esquema disfuncional que ahonda conflictos de competencias, entre otras variables. Dujovne deberá convivir con funcionarios de otras áreas, entre ellos los más predispuestos al “gasto social”. Y con los volantazos de Macri.
La salida del ministro de Hacienda y Finanzas, así sea devaluado, es síntoma de malestares y desacuerdos dentro del Gobierno. Los rumores, chismes u operaciones colocan a otros cofrades de ruta en pre embarque a la sociedad civil. Pueden ser certeras o aviesas, en todo o en parte… la primera sangría da la impresión de no haber coagulado.
Hay quien augura nuevos aires al rabino Sergio Bergman, Ministro de Medio Ambiente. Sus plegarias ecológicas no han sido atendidas, parece. Se ignora si sería sustituido por un sacerdote de otro credo, que le ruegue a otro Dios o por alguien que confíe en instrumentos distintos.
Otro que transita la cornisa es el Secretario de Obras Públicas, Daniel Chaín, por motivos evidentes aludidos líneas arriba.
Los ocho puntos de calificación no se corresponden con las malas ondas intestinas. Usted dirá cuál de los datos es más preciso.
Un indicio sobre las preferencias ideológicas del Gobierno es la vacancia de la Secretaría de Agricultura Familiar que al cierre de esta nota supera los dos meses.
El futuro a construir: El proyecto macrista es claro y le fue bien para atender minorías. Su dilema, póngale, es cómo perpetuarse democráticamente.
El establishment, en un cover del clásico “animémonos y vayan”, le da permiso para hacer kirchnerismo light un ratito más… a condición de ganar las elecciones de medio término. La macana es que no hay kirchnerismo light sino un programa de derecha, frenado a veces por la sociedad civil. Así no luce tan accesible revalidarse en las urnas.
Para la mayoría de los argentinos, éste ha sido un año duro con despidos, suspensiones, merma en las condiciones de vida, bajón generalizado. El presente es gris oscuro y el futuro puede empeorar. Claro que el devenir depende de acciones y reacciones, de políticas oficiales y de respuestas populares. El perenne desafío, hacer política, debe tramitarse en condiciones adversas. El aliciente para hacerlo es que el porvenir depende, en parte, del obrar de todos los ciudadanos, los partidos, los gremios, las organizaciones de la sociedad civil.
Por eso y porque la vida es acción y continúa, este cronista repite un rito de todos los años que es levantar una copa virtual para brindar, agradecido, con las personas que lo leen y acompañan, tanto como a este diario.
Salud, augurios de un año mejor y hasta el domingo que viene.
Subnota
"La Justicia", "la Justicia" perseguirá
Por Mario Wainfeld