El dólar cerró ayer en 25,25 pesos, con una suba de 9 centavos. La presión cambiaria comenzó la semana en alza y generó que el tipo de cambio mayorista se ubique en 24,71 pesos, con un incremento de 11 centavos. Esta cotización se encuentra cada vez más cerca del techo implícito de 25 pesos que fijó el Banco Central ofreciendo divisas por un total de 5000 millones de dólares. Si el dólar mayorista sube otros 29 centavos, la autoridad monetaria tendrá que vender nuevamente reservas para ponerle un freno al dólar. Los funcionarios aseguraron la última semana que no dejarán que la cotización siga avanzando por arriba de 25 pesos. En mayo el tipo de cambio con el que operan grandes bancos, exportadores e importadores registró un aumento del 20 por ciento, lo que ya comenzó a generar tensiones con los precios del mercado interno, en particular en los alimentos de la canasta básica.
Las distorsiones financieras de la city no son sólo cambiarias. La tasa de interés de las Lebac sigue en niveles elevadísimos y compromete la capacidad del Central para manejar los vencimientos de esta deuda en el corto plazo. El 19 de junio es el próximo vencimiento, por 626 mil millones de pesos. Las letras del mercado secundario se negociaron ayer con tasas del 39,7 por ciento a 24 días y del 38,0 por ciento a 167 días. La autoridad monetaria aseguró que estos niveles de tasa se mantendrán por varios meses y generan fuerte preocupación entre referentes industriales y del comercio, por el efecto contractivo sobre la actividad económica. Más inflación y menos movimiento del mercado interno son un combo nocivo.
El Banco Central sigue sin poder sumar reservas internacionales en forma genuina. La entidad registró ayer 51.929 millones de dólares, con una caída de 173 millones. El pago de deudas a acreedores internacionales, organismos de crédito y el retiro de divisas de las cuentas de efectivo mínimo de los bancos explicaron la caída de las reservas en las últimas semanas. La entidad a cargo de Federico Sturzenegger perdió más de 11.000 millones de dólares desde el récord de las reservas registrado en enero, cuando ingresó deuda del extranjero por 8000 millones de dólares.
En el Central estuvieron dos años insistiendo que no había problema si entraban o salían dólares de la economía porque su política monetaria y cambiaria funciona correctamente con el libre movimiento de capitales. Pero la práctica no funciona como la teoría. La entidad pasó de tener un tipo de cambio flexible (los privados definían el valor del dólar) a tener que ofrecerle el 10 por ciento de las reservas (5000 millones de dólares) al mercado para conseguir un techo de la cotización.
La política cambiaria no fue lo único que se modificó. La estrategia monetaria también dio un giro desde abril. El organismo aseguraba hasta finales de marzo que una tasa de interés de 27 por ciento era adecuada para alcanzar la meta de inflación y no la iba a mover. Pocas semanas más tarde se encontró obligado a subir a 40 por ciento el rendimiento de las Lebac, ofreciéndoles a los inversores lo que pedían para frenar la fuga de capitales. En palabras simples: los privados definían hasta hace dos meses el valor del dólar y el Central la tasa de interés. Ahora, en cambio, el Central hace lo imposible para intentar sostener la cotización y el mercado es el que define cuál es la tasa de interés. El economista Mario Blejer lo definió adecuadamente. Por ahora la codicia le gana al miedo con 40 por ciento de tasa. ¿Hasta cuándo?