Más de diez horas en auto valen, sin duda, una llamativa victoria: puede decirlo Marco Trungelliti, quien tras viajar el domingo desde Barcelona a París venció ayer al australiano Bernard Tomic, en la primera ronda de Roland Garros. El tenista santiagueño había perdido en la qualy del torneo ante el polaco Hubert Hurkacz y no iba a jugar este año en la Porte d’Auteuil. Pero la suerte le sonrió, porque solo el egipcio Mohamed Safwat firmó el domingo la planilla de los lucky losers, los perdedores que pueden acceder al cuadro principal del torneo en caso de bajas. Y tras la decisión del australiano Nick Kyrgios, que se retiró por precaución del torneo, faltaba un rival para Tomic. Unos mil kilómetros más tarde, Trungelliti dijo presente.
En esa medida, la historia ya trascendía el partido, cualquiera fuera el resultado. Pero con la victoria, los focos apuntaron definitivamente al argentino, que contó su travesía en inglés y en español en la sala principal, llena de periodistas que querían escuchar al todavía 190 del ranking. “Estábamos en casa (vive en Barcelona), preparándonos para ir a la playa, por eso mi abuela había alquilado el auto”, contó Trungelliti.
“Yo tenía la maleta armada, no la había desarmado desde que había llegado, metieron (sus familiares) un par de cosas y viajé”, añadió el santiagueño, que hasta el momento se ha asegurado un cheque de 80.000 euros (unos 93.000 dólares): 21.000 por haber llegado a la última ronda de la qualy y 79.000 por acceder a segunda ronda, aunque de eso debe compartir la mitad del premio de primera ronda con el tenista que le dejó su plaza en el cuadro principal (20.000 euros).
El argentino, que fue avisado por su entrenador, responde así a preguntas curiosas, da los nombres de sus familiares (su abuela, Dafne, amante de los viajes imprevistos, es la otra gran estrella de la historia) y minimiza, además, la distancia recorrida: las modernas autopistas europeas, explica, no tienen mucho que ver con las difíciles rutas argentinas. “Es autopista”, ilustró el tenista que se medirá en la próxima ronda ante el italiano Marco Cecchinato. “En Argentina estamos acostumbrados a que no haya eso, por lo tanto es mucho más estresante, porque tienes que confiar en tus habilidades (como conductor) y en el que viene de frente, que no sabes si está drogado o tuvo un mal día”, explicó Trungelliti, que antes, en inglés, había graficado con sus manos esas rutas, más estrechas y desafiantes.
¿Será Trungelliti, pasada la emoción del cuento con final feliz, un “one-hit wonder”, una historia de un día? Ante Cecchinato, el argentino intentará demostrar que no, en un torneo que ya lo vio protagonizar una notable victoria, también en primera ronda, en 2016 ante Marin Cilic, cuando el croata era elécimo preclasificado.
“Si bien no pasa todos los días jugar una segunda ronda, tampoco es un jugador que está entre los primeros diez del mundo, cosa que siempre es bastante más complicada”, dijo el argentino, el perdedor más afortunado en mucho tiempo.