El objetivo primario del flamante ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, será bajar el déficit fiscal. Suelto y cómodo frente a los micrófonos, el mediático economista encabezó ayer una conferencia de prensa en la Casa Rosada donde indicó que esa meta se conjugará con “una mejora del gasto en infraestructura y la reducción de impuestos distorsivos”. En el diagnóstico presentado junto con el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, el crecimiento económico, la recuperación del consumo, la reactivación de la inversión, la mejora en los ingresos y la creación de empleo privado representan un subproducto garantizado de la mejora en las cuentas públicas. Cualquier restricción que encuentre el funcionario para cumplir con los resultados fiscales auto-impuestos serán cubiertas por el nuevo ministro de Finanzas, Luis Caputo, a través del endeudamiento. La recomendación de los bancos extranjeros, ventiló ayer por la mañana, es emitir el primer tramo de los 43 mil millones de dólares previstos para 2017 en enero. Menos entrenado que Dujovne y con algunos titubeos, el ascendido funcionario afirmó que la expansión de los pasivos externos con el sector privado no pone en riesgo la sustentabilidad de la economía (ver aparte). 

“Mi objetivo es continuar con el programa económico del presidente Mauricio Macri. “Gran parte del trabajo de este año fue desmontar el esquema perverso en el que funcionaba la economía. Parto con el desafío de cumplir con el presupuesto”, expresó ayer Dujovne al referirse al déficit del 4,2 por ciento del PBI proyectado para el año próximo. Anticipó que los ingresos fiscales excepcionales provistos por el blanqueo podrían resultar en una mayor reducción del rojo fiscal. Antes que garantizar mayores ingresos a través de una expansión de la economía donde aumente la recaudación, la estrategia oficial es la indicada por los dogmas ortodoxos: “Gastar bien, hacer un gasto más eficiente, y que los recursos lleguen a los que menos tienen, vamos a mirar muy finito en qué estamos gastando”, indicó el ministro que desde el lunes ocupará las oficinas en el quinto piso del Palacio de Hacienda liberadas ayer por Alfonso Prat-Gay. 

En la búsqueda de esos objetivos la gestión de Dujovne estará subordinada a la dupla de vicejefes de Gabinete compuesta por Mario Quintana y Gustavo Lopetegui aunque durante 2017 también interactuará con el ministro de Interior, Rogelio Frigerio, el artífice de la inédita contracción en la inversión pública en el año.

Una herramienta prevista por ese equipo económico para mejorar el resultado fiscal es una reforma impositiva que deberá ser aprobada en el Congreso. “No contamos con demasiados recursos. Estamos administrando un conflicto de objetivos entre bajar los impuestos, aumentar el gasto en infraestructura y bajar el déficit”, reconoció Dujovne al ofrecer algunas vagas definiciones sobre los cambios en el esquema impositivo que, según indicó, “tiene que permitirnos mejorarle la vida al sector privado, simplificar la manera en que se relaciona con el fisco, pero, a la vez, que no nos genere una pérdida de recursos significativa”. 

Desde la perspectiva del Gobierno, el equilibrio en las cuentas públicas es condición necesaria y suficiente para bajar la inflación e impulsar la inversión privada. La decisión de convertir al resultado fiscal en el objetivo excluyente de la política macroeconómica condiciona y restringe la capacidad de intervención del Estado para mejorar los ingresos de los sectores populares o impulsar la actividad industrial. La historia argentina o la experiencia europea reciente revelan que esas recetas no sólo no lograron revertir los déficits fiscales sino que profundizaron los escenarios recesivos. 

“Hay confianza de los inversores en el cambio de ciclo, la inversión el año que viene jugará un rol muy importante”, indicó el nuevo ministro que también celebró la desaceleración en los aumentos de precios durante el segundo semestre sin vincularlo a la recesión, la creciente importación de bienes de consumo ni la apreciación cambiaria. 

En sintonía con sus recientes artículos periodísticos donde advirtió sobre los “costos laborales”, el ministro designado indicó además que buscarán “bajar los costos que impiden que Argentina pueda duplicar su producción exportable”. Sin embargo, el funcionario fue muy cuidadoso al referirse al escenario laboral, en particular a la situación del empleo en el sector público. “A nosotros no nos sobra ningún empleado público”, afirmó al apuntar que el incremento en las plantillas estatales estuvo concentrado en las provincias. En ese punto, algunas inconsistencias en el discurso del funcionario se hicieron evidentes: “De ninguna manera queremos reducir el empleo en las provincias, pero queremos una macroeconomía vibrante y pujante. Queremos que las provincias sean más austeras en lo fiscal, aunque también deben cuidar lo social”, sostuvo Dujovne. El economista aseguró que renunció a su productora de televisión, la columna en La Nación y su asesoría en el Senado en lo que definió como “terminar con todo lo que podría traerme un conflicto de intereses”.