¿Cómo fue que llegaste a hacer un programa de televisión desde tan chico?
-En el interior en esa época era muy poco común tener cámara. Y me acuerdo que el papá de una compañera de la primaria tenía una, y siempre en su casa filmábamos cosas. Yo ya sabía que iba a ir para ese lado. Un día, cuando tenía diez años, no sé por qué me había peleado con mi papá y me fui enojadísimo. Agarré una mochila y me fui. Habré caminado quince cuadras, que era como un desafío, y llegue al canal de allá, el canal 6. Me metí y entré a pedir trabajo: “Vengo porque quiero trabajar acá, quiero hacer un programa de televisión”. Y justo me encontré con un señor que me dijo “Bueno, ¿pero viniste solo? ¡Sos muy chico! ¿Cómo vas a hacer un programa? ¿Qué idea tenés?”. Ahí mismo empecé a inventar una propuesta y me dijo “Bueno, armate algo, un bloquecito de cinco o diez minutos, y volvé mañana”. Fui al otro día y resulta que este tipo era el gerente del canal, me hizo una prueba y le gustó. “Bueno, vamos a hacer un programa, yo te lo voy a producir y vos lo vas a conducir y te vas a encargar del contenido”. Y ahí con un grupo de amigos empezamos a armar un programa, que empezó más infantil y terminó como más de bandas, más adolescente. Duró siete años, hasta que terminé la secundaria y me fui a estudiar cine a la Universidad de La Plata.
JUNTOS O SEPARADOS
¿Cómo se originó la idea de Juntitos?
-Cuando estaba en primer año de la facultad, con unos amigos de La Plata ya habíamos logrado armar una productora, éramos como veinte. Yo tenía ganas de empezar algo que fuera más individual. Cuando no me podía dormir pensaba “¿Qué hago?”. También tenía ganas de laburar con algo que produjera sentimientos encontrados. Que pudieras decir “¡Qué lindo!” pero que también hubiera algo que molestara un poco, que hiciera ruido. Y me parecía que estaba bueno laburar con elementos de la pornografía. En ese momento yo escribía mucho, textos muy románticos, y me grababa con un grabadorcito. Una noche bajé un video porno de internet, tomé de ahí algunas imágenes, les puse mi voz en off, leyendo uno de mis poemas. Cuando lo subí a Facebook se viralizó. Unos me decían “¿Pero por qué estás haciendo esto? ¿Qué te pasó?”, y otros “¡Está buenísimo!”. Era una variedad de comentarios que me encantó, y me atrajo eso, las diferentes miradas, tan extremas.
¿Sacabas una faceta tuya que no mostrabas antes?
-Sí, y también empezaba a ser consciente de un descubrimiento que tenía que ver con unir cosas que para mí estaban como muy separadas. Me flasheó mucho que todo eso, lo artístico, la sexualidad, la diversidad, los vínculos, pudieran ser parte de una misma cosa.
En uno de los episodios contás una relación poliamorosa entre tres amigos. ¿Tuviste alguna relación de ese tipo?
-¡Me encantaría que me funcione! Es muy difícil, lo intenté, no mucho, pero lo intenté. De las relaciones poliamorosas me empecé a enterar a medida que iba haciendo los cortos y los iba subiendo, uno por semana. Me llegaban comentarios donde me decían que leyera a Beatriz Preciado, a Judith Butler y a Foucault. Cuando empecé a leer eso, descubrí otro tipo de vínculos, o el poliamor, o todo un mundo que tenía que ver con cosas que me estaban pasando y que me estaba cuestionando pero que nunca había podido bajar en palabras hasta que no lo leí o hasta que no empecé a hablar de eso con mis amigos. Juntitos abrió el diálogo con gente nueva y empecé a ver otras posibilidades de amor, de relaciones, de trabajo, de estética, porque también yo venía como de una estética muy prolijita, muy armadita. Hay algunos de los videos que están hechos con webcam. Mis compañeros de la productora me decían “¡Pero cómo vas a grabar un video con webcam! ¡Si acá tenés una cámara!”.
¿Cuándo creaste Acento Frenético?
-Cuando decidí dar un cierre a Juntitos, que lo terminé en 2011. Para ese momento había tenido una repercusión en las redes que me había llevado a cuestionarme muchas cosas. De hecho un montón de personas y de clientes con los que estaba laburando, me decían “Yo no quiero hacer un videoclip con un director que hace esto”. Entonces, buscando cómo mostrar lo que hacía, salió Acento Frenético, otra identidad, no sé si de una productora pero algo así, y bajo ese nombre produje contenidos que tenían que ver con esa temática. Fue como que me reapropié de todo lo que se generó. Si una obra está censurada, más la quiero ver. Hay algo de lo prohibido que genera más deseo. Subí Juntitos un montón de veces a Vimeo, después lo tuve que subir con contraseñas para que no me lo bajaran. Me decían que los eliminaban porque tenían contenido explícito, entonces decidí usar una plataforma donde se pudieran subir videos porno. Los subí a Youporn, y a la semana me mandaron un e mail diciéndome “Este contenido es pornográfico pero pone más en valor otro contenido que no tiene que ver con lo pornográfico, entonces lo vamos a borrar”. Me puse a averiguar de qué otra manera mostrarlo y al final desistí. Ahí me empezaron a escribir para mostrarlo en festivales. Y me pareció bueno pasar a otro circuito, diferente de internet. Juntitos empezó a tener un recorrido por varios festivales durante cinco o seis años, en todos lados.
UNA PELÍCULA LLAMADA PELÍCULA
En una trama laberíntica de enamoramientos y desengaños amorosos, se entrecruzan las historias de Paolo y Santiago, que se dan cita por chat en una esquina de Buenos Aires y comienzan una relación, Soledad, amiga de Paolo, que se las ingenia para estar siempre cerca de la parejita, y Guillermina, que odia su nombre al que considera la causa de todos sus males y sale por las noches de levante, de incógnito, con una peluca celeste. Los caminos son inciertos, algunos no tienen salida. A diferencia de los videos de Juntitos, donde la transgresión pasa por las escenas de sexo explícito en un contexto poético y romántico, en Película, que ahonda en los mismos temas, la transgresión pasa por un replanteo acerca del lenguaje cinematográfico, desde el título, que vuelve la película Película difícil de nombrar, distorsiones intencionales en la imagen (glitches), una narrativa no lineal, subtítulos de diálogos que no escuchamos (voces en off sin voz), falsas entrevistas documentales y puesta en escena de actos psicomágicos.
¿Cómo vinculás Película con la psicomagia?
-La psicomagia básicamente tiene que ver con transformar hechos traumáticos que te han pasado, mediante lo artístico o mediante un ritual, en algo nuevo o de purificación. Casi todo lo que hice tiene que ver con esa transformación. Estar triste o melancólico o lo que sea, poder mutarlo mediante el arte a otra cosa. Juntitos nace en realidad de una historia que no fue, o de un amor que fue muy fugaz, y yo me quedé ahí con eso. Fue como una forma de canalizar y de sacar todo ese amor que tenía y todas esas ideas. ¿Hasta qué punto una relación es de amor o no? Y ese es también el tema de Película, abordado desde otro punto de vista.
En uno de tus videos decís “Mi herramienta no es la cámara, es el corazón”.
-¡Uy! ¡Qué cursi!
Pero ese tipo de reflexiones generan cierta empatía entre el espectador y esos personajes que van descubriendo las vicisitudes del amor.
-Es que a mí, Juntitos me sirvió para definirme a partir de la mirada de los otros. Yo en ese momento necesitaba no solo una exploración de identidad sexual y demás, sino que necesitaba también que los otros me dijeran cosas y construirme desde ahí. Juntitos es una propuesta no más naif pero sí más adolescente. Película tiene más que ver con una búsqueda personal, desde un lugar más maduro, y decir “Me planto, y lo que siento y lo que soy es esto, lo digo desde mí y lo comparto”.
Película se proyectará los martes de junio a las 22, en el Cine Select de La Plata, calle 50 entre 6 y 7. Los registros de performances, fotografías y toda la información sobre las producciones de Diego Stickar y Acento Frenético se encuentran en www.diegostickar.com.ar