Hasta ahora el cine de superhéroes -adaptado del universo de historietas tanto de la DC o como de Marvel- solo se había animado a aludir en términos de sexualidades disidentes: la nunca esclarecida relación de Batman y Robin; las metáforas del universo de los X-Men con sus personajes de excluidos sociales e identidades mutantes; los tímidos y debiluchos que se metamorfosean en musculosos con doble identidad, el homoerotismo de Thor, Aquaman o el Hombre Antorcha.
Para alimentar el deseo lésbico apenas contábamos con la androginia sadomasoquista de Gatúbela, la comunidad autosuficiente de amazonas de la encantadora Mujer Maravilla y en la versión fílmica de Black Panter de este año (en la que fue censurada la relación entre las guerreras Okoye y Ayo que en las historietas es una relación amorosa). Tuvo que llegar Deadpool 2 para que finalmente no una sino dos súper heroínas salieran del clóset en el cine: Negasonic (Brianna Hildebrand) y Yukio (Shioli Kutsuna), aunque con reservas.
Deadpool2 se presenta más audaz que la primera parte poniendo más de manifiesto la pansexualidad del protagonista: en efecto Wade Wilson / Deadpool (Ryan Reynolds) juega desde los títulos finales con poses de vedette, resalta una vez más su atractivo trasero y si bien el amor de su vida es Vannessa (Morena Baccarin) parece proclive a caer en los encantos del musculoso Coloso a quien mira con cariño, le toca el culo y tiene una escena romántica. La relación toma ribetes tan apasionados que Vannessa post mortem desde esa especie de Limbo le dice que ella esperará hasta que muera pero que por favor “no coja con Coloso”.
Sin embargo Deadpool 2 tiene mucho de tufillo conservador. Por un lado, por más que el héroe juegue a ser un rato hétero y un rato homo ni siquiera se anima a un beso gay (la comunidad lgbti esperaba que en esta secuela tuviera un romance con Shatterstar, un personaje de los X-Men que ni siquiera aparece) y todo ese coqueteo humorístico con la bisexualidad se parece demasiado a lo que Eve Kosofsky Sedgwick llamó homosociabilidad: es decir esas comunidades de hombres sin mujeres que se personifica en muchachones del barrio, amigos de la barra o compañeros de fútbol o rugby que se ríen de la homosexualidad “haciéndose” los putos, aflautando la voz. A eso se suma que salvo Domino, Deadpool 2 carece de personajes femeninos fuertes. La muerte de Vanessa al inicio está cerca de convertir a la película en la clásica estructura narrativa en donde el crimen de la amada motiva al héroe y se convierte en el motor de la película y que ya fuera denunciada por la escritora Gail Simone como “women in refrigerators”: la mujer es usada ya no solo como objeto sexual sino como objeto de venganza pero no mucho más que eso.
La escena en donde Negasonic presenta a su novia es casual y la relación es aceptada con naturalidad. Por otro lado, la relación entre Negasonic y Yukio no es explorada ni explotada ni merece muchas líneas (Yukio, un personaje fuerte de Marvel se la pasa sonriendo) y apenas hablan. Y no quiero ser mal pensado pero el boom del cine de gays adolescentes ¿será para mostrar al sexo gay o lésbico como una etapa de exploración pasajera y no como una posibilidad de amar perdurable? Muchas dudas que esperemos se develen en Deadpool 3 o en la próxima de superhéroes que se atreva a más.