Los círculos concéntricos de mujeres parecen rodear calderitos imaginarios en el patio del Liceo N° 1 José Figueroa Alcorta, también Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación (ISTLyR), para escuchar y discutir violencias, géneros y las descomposturas de un sistema que intenta a ramalazos acallar pensamientos y demandas. Es semana de lluvia tropical en Buenos Aires y como nunca antes, el 3 de junio se arma encendido en esas rondas y en otras miles que van desplegándose en las provincias, en los territorios populares, en los trabajos, en las casas y en las plazas asamblearias. La llamada se amplifica en el patio del Liceo cuando alguien anuncia la jornada de diálogo e intercambio “Educándo(nos) con perspectiva de género”, donde la intervención del Colectivo Ni Una Menos abre una vez más la posibilidad de reformular prácticas de acción y escucha potentes y de políticas amorosas contra los cinismos de la crueldad, las precarizaciones y los femicidios. Porque en la Argentina siguen asesinando mujeres cada 30 horas por el solo hecho de serlo.
–Estamos golpeadas pero no derrotadas, y para eso debemos cuidarnos entre nosotres en las calles, en los barrios y en nuestras casas.
–Somos nuestros propios motores vitales de lucha colectiva. Hagamos surcos y dejemos huellas.
–Denunciemos todas las tramas de las violencias machistas, patriarcales y misóginas que nos oprimen.
Las lenguas vivas se pronuncian y van produciendo un hecho político inédito pero que refleja la consolidación y reconfiguración de todas las luchas y las infinitas formas de representar(nos) desde el primer NiUnaMenos de 2015 hasta éste que se aproxima como tromba y marea feminista. “Feministas somos todas y lo bien que hacemos”, remarca Nora Cortiñas para que nadie se distraiga del gesto avulvado de sus manos y de ese grito colectivo que abraza al calor de cada pañuelazo por el aborto legal, seguro y gratuito en contextos de ajuste, despidos, desmantelamientos en salud y sistemas educativos en peligro. Los significados del colectivo Ni Una Menos se encuentran en cada uno de estos pliegues urgentes, motorizando, ampliando y complejizado las lógicas y las razones para desarmar las violencias machistas y construir nuevos modos de organizarse interseccionales y diversos. Alzarse como maestras mayores de obra es la tarea más querida.
“Desde el principio del Colectivo Ni Una Menos venimos ensayando modos alternativos de ocupar el espacio público para los cuerpos feminizados, a quienes el patriarcado quiere victimizados y confinados al espacio doméstico. Para nuestro movimiento, la expresión de los cuerpos deseantes es fundamental, por eso las intervenciones, los montajes, el baile juntes, que es un modo de producir empatía. Somos muy conscientes de la dimensión festiva que nos produce el placer de estar juntas, poniendo en práctica la vida como la queremos vivir.” La escritora, docente e integrante del Colectivo NUM, Cecilia Palmeiro, recita este párrafo como un mantra frente a la ronda enlazada en un centenar de brazos, y surge a borbotones la enumeración de acciones vitales desde el último Paro Internacional del 8 de marzo. “Jallalla, El Bolsón, Encuentro de Mujeres Zapatistas, Asambleas en Fiorito, Villa 31 de Retiro y 21-24 de Barracas, Asamblea popular de Villa Crespo, Festival de Las Pibas, acciones contra el FMI en el Banco Central y porque libres y desendeudadas nos queremos es que fuimos a manifestarnos en la inauguración de ArteBA”, desanda otra de las referentes de NUM, la productora audiovisual Ana Megna, que transita junto con la artista visual, escritora y curadora Fernanda Laguna los talleres feministas populares que las mujeres de Villa Fiorito celebran hace años.
Ni Una Menos es el hecho político más poderoso de la última década, no cadencia femenina edulcorada como quisieran mimetizarla algunas y algunos con el cacareo distorsionado. Aquí hay un cimbronazo demoledor que agita su propia agenda de reivindicaciones y reclamos, que diseña nuevos mundos desde la transversalidad comunitaria y organizada, que se rebela desde las bases y desobedece cualquier orden social establecido que suponga identidades sumisas y empequeñecidas. Todos los 3 de junio a la fecha, el Paro de Mujeres multitudinario del 19 de octubre de 2016, este 8 de marzo y su histórica fusión intersindical feminista de todas las organizaciones gremiales argentinas recogen ecos de saberes ancestrales para pegarles en el nervio al machirulaje institucional tan caro al Gobierno, al poder económico internacional que vuelve para arrasar el futuro y a todas las formas de represión y militarización en los territorios donde las más golpeadas son mujeres, lesbianas, trans, travestis, niñas y niños. Ni Una Menos por violaciones correctivas, Ni Una Menos por abortos clandestinos, Ni Una Menos por hijas ni amigas violadas, asesinadas y descartadas en bolsas de basura. Ya Basta, Yo No Me Callo Más, Vivas, Libres y Desendeudadas nos Queremos son parte de esa marea “que puede lidiar contra la burocracia helada del Estado”, como describe la escritora Gabriela Cabezón Cámara cuando se refiere al relato de una joven abusada que no se dio por vencida. “Necesitamos estar cada vez más atentas y cuidadosas con el dolor, con las formas particulares de violencia sexual contra las niñas y adolescentes, con los modos institucionales y clasistas con que se quiere de nuevo encorsetar nuestros debates y nuestros deseos”, expresa en uno de sus párrafos el documento elaborado por este colectivo para el próximo 3 de junio. “Porque no somos solamente víctimas pero el duelo no se termina, porque la respuesta misógina a nuestra autonomía es la crueldad que se imprime en los cuerpos feminizados.” Sucede que el mundo que conocíamos, el mismo que queremos cambiar se resquebraja y hacemos pie sobre tembladerales, dirá ese texto.
“Y porque queremos cambiarlo todo”, agrega la activista y educadora feminista Alejandra Rodríguez, referente de NUM y la organización Yonofui, que participó en la jornada del ISTLyR. “Necesitamos hacer lugar al desconcierto, pero en lucha en los territorios para construir nuevos horizontes inclusivos y revolucionarios. La ampliación de voces, la Educación Sexual Integral en las escuelas, las asambleas situadas en las cárceles, en los barrios populares, en El Bolsón por Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, en la villa 21-24 marcan interseccionalidades que nos atraviesan a todas para poder decidir en libertad qué queremos para nuestras nuevas vidas.”
Porque cuando se habla del movimiento Ni Una Menos no se puede eludir que implica denunciar el crimen de Estado que asesinó al joven mapuche Rafael Nahuel por la espalda y que hoy sigue criminalizando a las comunidades, describe una nota publicada en este suplemento por la investigadora y politóloga Verónica Gago. “Esta ampliación y generalización del análisis feminista, que lo ´mezcla´todo, está produciendo un proceso de rabia colectiva acá y allá, y una capacidad de lectura transversal de todos los fenómenos de nuestra coyunturas desde las propias luchas.”
Cuerpos colectivos
El segundo Paro Internacional Feminista tradujo un nivel de organización expresiva desde los barrios, sindicatos, escuelas, lugares de trabajo y en territorios plurinacionales que las mujeres migrantes organizadas exigen asentar en el próximo Encuentro de Mujeres a realizarse en el sur del país y que volverá a reverberar en las jornadas del 3 y 4 de junio. Condensar experiencias y derivas abarcaría, coinciden Luci Cavallero y Verónica Gago, ambas del Colectivo NUM, la masificación incontrastable del movimiento desde el primer 3 de junio de 2015, en la caída de los debates hegemónicos ante esta nueva experiencia de politización colectiva. “La discusión se transformó en experiencias de politización en diferentes lugares. Así el aborto pasó de ser un problema excluyente de salud pública para convertirse en una contraseña propia de decisión sobre lo que queremos hacer con nuestros cuerpos”, resalta Cavallero.
“La soberanía de los cuerpos, el deseo de maternar o no, los debates ampliados en las asambleas organizativas previas a las grandes movilizaciones en la Mutual Sentimiento son ensambles que trajinan una construcción profunda de la casa en la que queremos estar con nuestros gestos de desobediencia y de incomodidades bien en alto”, sostiene Gago.
En esas disputas por el poder son ejes y demandas imprescindibles para el próximo 3-4J la denuncia del endeudamiento público y privado al que nos está sometiendo este gobierno, agrega Cavallero, poniendo en cuestión dictados de odio visceral que recaen principalmente sobre lxs más pobres. “Desde el colectivo Ni Una Menos realizamos una acción en la puerta del Banco Central en 2017 con la consigna ´Vivas, Libres y Desendeudadas nos Queremos´, que hoy se hace urgente. En ese momento pensamos que el feminismo, apropiándose de la herramienta del paro y poniendo en escena la imbricación de la violencia machista con la violencia económica, financiera, institucional y política, tenía algo propio para decir en relación al endeudamiento y la forma en que afecta diferencialmente a las mujeres.
¿Un nuevo modo de pensar desde el feminismo las raíces de estas violencias?
–Un modo de pensarlo como bloqueo a nuestras autonomías, no sólo como un problema macroeconómico sino también ligado a nuestras economías cotidianas, donde nos endeudamos para financiar gastos corrientes en búsqueda de autonomía económica, pero a la vez esa deuda nos expropia capacidad de decisión en el futuro. Entre otras consignas, recuerdo dos muy importantes que salieron en esa acción: ´La deuda no nos permite decir no, cuando queremos decir no´ y ´Las mujeres hacemos cuentas todo el día´.
“Salgamos a cuestionar todas las estructuras de la casa patriarcal, reproduzcamos los armados trasversales en rondas de complementación y ayuda en común, como sucedió en las asambleas de Pepsico y la articulación con las trabajadoras de la Línea 144 de provincia de Buenos Aires, un área desmantelada donde se están produciendo despidos”, enfatiza Gago presionando para que las desobediencias en las fábricas, en las esquinas y en las camas no sean sólo ropajes a flor de piel. “Lo que se vio el 8M en las calles y lo que seguimos observando no son movilizaciones espontáneas ´y de color, como pretenden presentarlas ciertas coberturas periodísticas, sino un proceso que llegó para quedarse. Lo que vemos en acción es una nueva forma de construcción política que se amasa en asambleas, las cuales a su vez se nutren de cientos de organizaciones, experiencias y luchas en cada lugar. En ese sentido el feminismo que anima el colectivo NUM despliega una disputa cuerpo a cuerpo.”
El primer Encuentro Internacional político, artístico, deportivo y cultural de Mujeres que Luchan, organizado por las mujeres de las comunidades zapatistas en Chiapas entre el 8 y el 11 de marzo y que reunió a más de diez mil personas, es el antecedente directo de convocatorias que profundizan las construcciones políticas y sociales de una autonomía que enorgullece. Algo similar sucedió el 11 de mayo en el Festival de Las Pibas, al inaugurarse un acompañamiento a chicas en situación de calle y de extrema vulnerabilidad en la Plaza Martín Fierro rebautizada China Iron, en Cochabamba y Urquiza. Son acciones unidas por un hilo invisible de rondas liberadoras, donde cada una logre poner en el centro los dolores de la violencia femicida, las torturas, los golpes, de las presas y de las sobrevivientes de violencia sexual, para aprender a reconocer(nos) entre todas y a sanar las heridas.
“Las ollas populares feministas, las reuniones de las diferentes militancias que atravesaron sus propias crisis son puntos de encuentro que conectan muchas prácticas en acciones con sentido”, dice la artista Mariela Scafati, activista queer y actora central de NUM junto con Fernanda Laguna y Virginia Giannoni. “Hijas del paro, brujas cocinando juntas al calor de una transformación del espacio en cuadrillas de pintoras, en mesas de economías feministas, en radios abiertas no nos hablan de cifras sino de lo que nos molesta como colectiva feminista, y de aquellas voces que dejaron de estar obturadas para hacerse escuchar por primera vez.”
¿De qué hablan hoy estas etapas de transformación?
–De momentos clave y de sentirnos en estas escuchas con otra densidad. No nos callamos más es una consigna pero también es una forma de construcción que queremos derramar en el campo social. Debemos trabajar para que ninguna se sienta abandonada por el feminismo, y éste es el momento de reunir fuerzas para producir centralidades con poder instituyente y activar herramientas colectivas en momentos de emergencia regional, como el que estamos viviendo. Latinoamérica está en emergencia y los feminismos populares se organizan en resistencias creativas internacionales, como el Lula Festiva en Plaza de Mayo. Esa noche sobrevoló con mucha potencia el repudio por el crimen político de la legisladora brasileña Marielle Franco, negra, favelada, lesbiana y feminista ejecutada a manos de la policía; por la privación de la libertad de Lula da Silva, por el asesinato de Bertha Cáceres y porque la deuda es una de las violencias que Ni Una Menos denuncia como bandera en sus reclamos.
“La Internacional Feminista nos retroalimenta y ayuda a generar discursos propios, diversos pero en juntadas enriquecedoras que terminan dando espacios a nuevas voces, casi siempre reinaugurales de otras realidades”, resume Ana Megna. “Las vivencias traman nuevas instancias de organización que se prolongan hacia el interior de los espacios, poniendo en juego las capacidades de alianzas. Estos modos de pensarse en horizontes posibles son los que impulsa NUM por su naturaleza a contrapelo de los mandatos. Pero involucrando siempre el diseño de formas originales de autogestión en libertad, sin maridos ni patrones.”
Para todas nosotras
“Trabajadoras somos todas” es desde el 8M un viento que arrasa cualquier sordidez, una contrapedadogía frente a la crueldad y el terror que quiso diezmar a las compañeras de Gilda Olmedo Cañetes, vecina de la Villa 21-24 que falleció en abril. “Gilda no murió ayer electrocutada. A Gilda la mataron silenciada, sacando agua del pasillo inundado, con el foco amarillo apuntando para otro lado, aunque quieran culpar a un cable, inimputable”, dice el poema de la Corriente Villera Independiente y el Movimiento Popular La Dignidad, escrito poco después de su muerte. Gilda tenía 45 años, era madre de siete niños, trabajaba en una de las cooperativas de recolección de residuos de la Ctep y fue una de las organizadoras de las asambleas previas al 8M. “Gilda está haciendo historia ahora mismo”, insiste Natalia Fontana, del Colectivo NUM y secretaria de Prensa del Sindicato de Aeronavegantes.
“Gilda no es recuerdo, es lucha permanente y un reflejo potente del 8M y de todo por lo que debemos seguir peleando hacia el 3-4J. El 8 de marzo sucedió algo importantísimo e histórico para las trabajadoras organizadas y que de alguna manera enlaza lo ocurrido con esa compañera: pudimos profundizar aquel ´Trabajadoras somos todas´ que veníamos vociferando desde el Paro Internacional de 2017, llegando a concretar una plataforma de encuentro transversal de mujeres nucleadas en las diferentes centrales, incluidas las de la economía popular que Gilda encabezó.”
El armado de una organización intersindical feminista potencia una equidad de género en todos los órdenes laborales.
–Habla también de ese armado transversal cuando logramos ir más allá del arco político-partidario que impone lógicas electoralistas para nuestra composición. Esta confluencia la hicimos en el ámbito de una asamblea feminista que convocó, organizó y llevó adelante el primer Paro Internacional de mujeres, lesbianas, trans y travestis. A partir de entonces, seguimos activando ese espacio común de mujeres trabajadoras con el criterio construido en ese tiempo. Actualmente estamos poniendo en debate y discusión con diferentes legisladores, la ley de paridad que presentó el Gobierno nacional y que vendría a modificar leyes de protección laboral que hoy tenemos. También nos pronunciamos de manera conjunta en contra del FMI y de sus políticas de ajuste.
¿Qué significa la transversalidad desde el colectivo NUM en este concierto de despidos y persecuciones?
–Que sea transversal implica que dimos estatus de relevancia a los acuerdos y alianzas entre nosotras, para fortalecer nuestras demandas y consignas, para pensar acciones en común a futuro. Que sea transversal es que las decisiones las tomamos en toda la complejidad que somos, trabajadoras formales e informales a las que desde siempre se desconoce y se desvalorizan las tareas de cuidado que llevamos adelante. Y que sea transversal significa que ese sistema de alianzas no se rompe por los acuerdos que decidan nuestros compañeros en su función de representantes sindicales. Somos un movimiento que vinimos a quebrar estructuras, que no nos dejamos abroquelar por jerarquías patriarcales, y formamos parte de una enorme mayoría en clave feminista que estamos para nosotras y para discutir todas las formas de explotación que afectan nuestros cuerpos. Y esa es una determinación imparable.
La Asamblea situada en El Bolsón, el Pañuelazo Villero en la 21-24 de Barracas y la acción contra la deuda frente al Banco Central: nuevos procesos de organización feminista de base que desborda los reclamos.