El 22 de mayo de 1978 fue aprobado, en el Parlamento italiano, la ley 194, que permite el aborto legal y que resistió a dos intentos de referéndum para derogarla, aunque quedó atrasada en relación a los avances del aborto medicamentoso (por eso la lucha actual es que se puedan realizar abortos no solo de forma quirúrgica y en el hospital) y tiene que enfrentar el obstáculo de la objeción de conciencia en el que se escudan siete de cada diez médicos para no realizar interrupciones voluntarias del embarazo. Raffaela Schiavon tiene sesenta y cinco años. A los veinte peleó por lograr el derecho en su país mientras estudiaba en la Universidad de Padua, trabajó ocho años en Italia en la implementación de la ley y festejó el cuarenta aniversario de la libertad de las mujeres a decidir sobre su cuerpo -en el territorio en donde el Vaticano sigue interviniendo contra la libertad sexual plena- en Buenos Aires, tejiendo argumentos para lograr el aborto legal, seguro y gratuito en Argentina. Al día siguiente del aniversario, el 23 de mayo, participó del encuentro “Evidencias y argumentos de salud pública para la legalización del aborto en Argentina”, convocado por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), el Centro de Estudio de Estado y Sociedad (Cedes) y la Red de Acceso al Aborto Seguro Argentina (Redaas). “La criminalización no es efectiva para reducir el aborto”, subraya.
Raffaela Schiavon es ginecóloga. Desde 1984 trabaja en México donde fue Directora General Adjunta de Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud Federal y Directora de País de la organización IPAS, una organización internacional no gubernamental dedicada a eliminar las muertes y discapacidades evitables atribuibles al aborto inseguro. Ella es una de las médicas que protagoniza la experiencia del aborto legal en la Ciudad de México de forma voluntaria, desde el 2007, mientras que en el resto del país sigue criminalizado. “La vida me dio la suerte de participar de dos cambios legales”, rescata. Y festeja: “No hubo ninguna muerte por abortos en el primer trimestre”, resalta después de más de una década de experiencia de pelear por la legalización, defender la constitucionalidad del aborto legal y ejercer y analizar la práctica de 194.505 interrupciones voluntarias del embarazo. En la Ciudad de México el 76 por ciento de los abortos son medicamentosos hasta el 2011 solo con misoprostol y, desde esa fecha, en conjunto con la mifepristona.
Ella analiza el debate en el Congreso de la Nación a favor y en contra del aborto legal, seguro y gratuito y contempla: “Es muy impresionante la solidez de los argumentos a favor del aborto legal y lo endeble de los argumentos de la derecha. Espero que los diputados y diputadas valoren la diferencia”.
-¿La experiencia de Italia demuestra que puede convivir la Iglesia y el aborto legal?
En Italia hace cuarenta años el poder religioso era más grande. La Iglesia tiene una postura sobre el control de la reproducción y el cuerpo con el aborto y la anticoncepción de emergencia donde tiene una guerra sin fundamentos científicos y contra la identidad de género y matrimonio entre personas del mismo sexo. Sus principios fundamentales no son estos. Pero está pagando un precio caro por estas posturas conservadoras.
-¿En qué aspectos nos sirven las experiencias de otros países por la legalización del aborto para tener en cuenta en Argentina?
Aprendamos las lecciones de otros países y vamos preparándonos: la historia reciente de México nos enseña que al mismo tiempo que estaban tratando de que la ley no pasara estaban presentando el recurso de inconstitucionalidad porque lo presentaron a días de aprobada la ley. Por lo que ya hay que ir preparando la estrategia de constitucionalidad. No hay ningún país que no se pueda aplicar el aborto legal por la Constitución e incluso en Irlanda (donde se aprobó el referendum a reformar la Constitución para aprobar el aborto legal) se dan cambios.
-¿Qué diferencias hay entre la pelea por la legalización en Italia, la Ciudad de México y Argentina?
Los argumentos anti derechos se han refinado, pero son los mismos. Los argumentos son los mismos: “No mates” con la misma iconografía, las mismas imágenes y el mismo video, pero ahora tratan de argumentar que la mortalidad es menor en México en los estados que está penalizado. Pero no es sólida esta argumentación, aunque lo siguen diciendo. Además la derecha recientemente dice: “Bueno, no son muchas muertes, si se mueren más de otras cosas”.
-¿Cuál es el escenario en América Latina?
En todo el mundo se estima que 35 mujeres por cada mil se hacen un aborto, Pero la región donde la tasa es más alta es en América Latina que llega a 44 por mil, aunque la ley es más restrictiva. Las mujeres tienen aspiraciones reproductivas más tardías y más reducidas pero el Estado tiene un desfase en la oferta anticonceptiva y en entender que no son solo cuestiones personales. Por eso, se generan embarazos no intencionados (estar embarazado sin haberlo buscado) que antes se llamaban no deseados o no planeados.
-¿Qué produce la penalización del aborto?
El marco legal restrictivo impacta en la falta de acceso por falta de mujeres y condiciona la capacitación de los médicos y la tecnología e impacta en muertes y complicaciones y en gastos para el sistema de salud y las mujeres. Yo no conozco a una sola mujer de alto nivel social que esté en la cárcel por realizarse un aborto porque tienen acceso a servicios de salud seguros a pesar del marco legal restrictivo.
-¿Cómo es un aborto seguro?
El aborto seguro es legal y con acceso a tecnología y servicios legales y seguros. Solo el 1 por ciento de los abortos en países que permiten el aborto legal es inseguro. Si el marco legal es más restrictivo es más inseguro y si es menos restrictivo es más seguro.
-¿Aumentan los abortos después de la legalización?
-La criminalización no es efectiva para reducir el aborto. Al principio aumenta, después hay una meseta y ya empieza e a disminuir. Aumenta porque los procedimieintos salen de la clandestinidad y se vuelven visibles.
-¿Cuál es el riesgo de morir por un aborto seguro e inseguro?
El riesgo de morir por cada 100.000 procedimientos ha disminuido en todo el mundo. Entre 1990 y 2014 la OMS estima que la tasa disminuyo en un 42 por ciento Se mueren 40 mujeres por cada 100.000 abortos. Pero no por los cambios legales, sino gracias al misoprostol. Los médicos te decían que las mujeres se ponían cosas en el útero para inducir el aborto y ese tipo de complicaciones son más raras. Todavía persiste en mujeres marginadas, con menos acceso a la información, pero eso ha cambiado. El aborto se ha vuelto más seguro en todo el mundo, sobre todo, por el acceso a la tecnología. Pero las mujeres deben saber que el aborto legal es un procedimiento muy seguro porque los anti derechos les dicen que se van a morir desangradas, van a quedar infértiles y locas. Y el aborto es más seguro que un parto y que muchos procedimientos médicos. Se mueren menos mujeres porque los procedimientos son menos inseguros. Es una buena noticia. Pero la disminución con la ley es mucho más pronunciada.
-¿Cómo es la experiencia de México?
En todo México hay una tendencia a la disminución de la letalidad, aún sin leyes. Y pasa de 56 muertes por 100.000 procedimientos a 32 riesgos de muerte por 100.000 y cuanto más se hospitalizan menos se mueren. En México se realizaron casi 195.00 procedimientos del 2007 al 2018 y hubo cero muertes en el primer trimestre, en el servicio público. El 76 por ciento de los procedimientos son abortos con medicamentos. El acceso a la tecnología es un pilar: tener acceso y calidad de medicamentos con misoprostol y mifepristona. Aunque Uruguay y México empezaron con misoprostol solo.
-¿Cuáles son los beneficios de la legalización?
Legalizarlo permite tener acceso a más servicios y más tecnologías seguras. Pero no es automático. Hay que trabajarlo. Las políticas públicas deben trabajar para que haya personal capacitado y tecnologías. Las muertes por aborto son evitables y deben ser evitadas.