La ceremonia de premiación a Belén Sigot y Analía Giordanino, las dos ganadoras del Concurso Regional de Nouvelle de la Editorial Municipal de Rosario (EMR), dio pie en la quinta jornada de la Feria del Libro a una reflexión a varias voces sobre la narrativa contemporánea.

Pocos quieren recordar que Rosario fue una posta de la Guerra Guasú (1865‑1870), la infame Guerra de la Triple Alianza que es una herida abierta en el país hermano, Paraguay. Pocos saben que el Museo Histórico Julio Marc aloja el archivo fotográfico del doctor y capitán Carlos De Sanctis. De Sanctis fue un médico rosarino que en 1932 se enroló como voluntario en la Primera División de Infantería del Ejército Paraguayo en campaña. Llegó a amputar 500 miembros en un día de su trabajo como cirujano durante la Guerra del Chaco. Sus epígrafes y sus fotos configuran un diario del dolor, un alegato por la paz.

En estos y otros documentos y testimonios se basó el escritor paraguayo Javier Viveros (Asunción, 1977), actual vicepresidente de la Sociedad de Escritores de su país, para escribir los guiones de una serie de historietas y una novela, De Sanctis, que fue finalista del Concurso Regional de Nouvelle de la Editorial Municipal de Rosario.

El lunes pasado, en la sala B del Centro Cultural Fontanarrosa, el editor  Oscar Taborda se refirió a la diversidad de países y provincias abarcada por el conjunto de ganadoras y finalistas. La intendenta Mónica Fein y el secretario de Cultura, Guillermo Ríos, dieron cada uno un breve discurso celebrando los 25 años de la Editorial Municipal.

Sigot ambientó en su pueblo lo que el

dictamen define como "un fresco sobre

el sentido ominoso en una comunidad rural".

"Lo escuchaba hablar a Oscar de cómo se extendió el concurso hasta el Paraguay y pensaba cómo ciertas escuelas, ciertos escritores crean a sus predecesores, porque en el Concurso de Nouvelle 2012 salió premiado un libro de Mario Castells, que es un escritor argentino‑paraguayo, y ahora tenemos un concurso que llega hasta Paraguay; desde Paraguay alguien escribe sobre De Sanctis, y me parece que ese trabajo de la editorial une ciertos puntos", dijo el siguiente orador, Pablo Makovsky. "Rosario, según nuestros historiadores, fue el puerto que llevó la guerra desde Buenos Aires hasta el Paraguay; la literatura recupera esa historia nefasta, le da otro signo", reflexionó Makovsky. Autor de dos libros publicados por la EMR, Makovsky dijo que la considera como "una escuela" capaz de "mapear cierta literatura". Un mapa, podría decirse, que abarca espacio y tiempo, presente y pasado.

¡Y quizás otros planetas! "¿Se acuerdan del chupacabras?", preguntó a la atenta audiencia Luis Sagasti, integrante del jurado con Alan Pauls y Vera Giaconi. Sagasti voló desde Bahía Blanca para la premiación. "Primero aparece como chupacabras, pero cuando el mito va hacia la ciudad, se tecnifica y aparece como plato volador", evocó al explicar por qué Vacas, de Sigot, obtuvo un unánime primer premio.

Sigot ambientó en su pueblo natal, Pronunciamiento, provincia de Entre Ríos, lo que el dictamen define como "un fresco sobre el sentido ominoso en medio de una comunidad rural". Este compone un contrapunto entre la aparición de vacas mutiladas y la llegada de comunistas al pueblo. Sigot leyó un pasaje que describe con precisión quirúrgica las vacas que dan título a su nouvelle, nacida en el taller literario de Damián Ríos, al que ella asiste desde Concepción del Uruguay. Fue "El Damián" quien le avisó por teléfono desde Buenos Aires de un concurso que requería "pasaporte mesopotámico" para participar, como ironizó la autora en una voz entrerriana que es casi la voz de su escritura.

"Nadie escribe en el silencio universal", afirmó Sagasti como al pasar y es cierto para todas estas obras. Analía Giordanino tiene su párrafo en La literatura de Santa Fe, de Eduardo D'Anna. No es ésta (por citar un término de D'Anna al inicio de la Feria) una literatura "kelper" sino una que merece ser tenida en consideración mundialmente.

La extranjería de los apellidos, nombres y apodos es un rasgo que fue señalado por Sagasti y Makovsky como común a ambas novelas, en cuya musicalidad hizo hincapié el dictamen del jurado. La Ripley, de Giordanino, quien nació, vive y trabaja en Santa Fe capital, explora una Santa Fe desangelada, un "litoral profundo", como dijo la autora. Cuesta imaginar que esa historia de balazos que cantan en la chapa fue escrita con su hijita a upa sobre los hombros, según contó la poeta y cuentista. Esa mezcla de sordidez y levedad recorre el texto y fue captada por el jurado, que le dio el segundo premio. Para Sagasti es "un western litoraleño" que tiene "la ternura del abrazo del tigre".

A Analía le avisó Franco Rosso, de la localidad santafesina de Tostado, quien salió finalista por su nouvelle Mandarinas. Las demás obras finalistas fueron Harina de carnaval de Raúl Novau (nacido en Sauce, Corrientes; reside en Posadas, Misiones); Te compré girasoles de María Angélica Vicat (residente en Mercedes, Corrientes); La mujer camello del rosarino Manuel López de Tejada; Carne de cogote de Humberto Hauff (El Colorado, Formosa); Donde mueren caballos de Pablo Cruz (residente en la ciudad de Santa Fe), y Las lagunas de Juanjo Conti (oriundo de Carlos Pellegrini, provincia de Santa Fe).

"Y la madre, sola. La había dejado morir en el parto. No había ido, no había nadie, estaba sola, y ella se había atravesado a último momento y la presión le había subido. No le aguantó el corazón. Después supo que le habían hecho cesárea y que se había desangrado. Siempre aceptaban lo que los médicos decían", leyó Giordanino.

Así transcurre un capítulo de La Ripley titulado "El matadero". El audio de los diálogos y del capítulo leído por su autora puede escucharse en http://www.sonidosderosario.com.ar/audio/feria‑internacional‑del‑libro‑rosario‑c‑c‑fontanarrosa/