Tan temprano como en 1981, The Police –con la pluma de Sting– grabó un tema premonitorio, una especie de anuncio de los efectos nocivos que traería la interconexión virtual en el hombre de hoy. “Demasiada información corriendo por mi cerebro / Demasiada información que me vuelve loco (...) sobre mí, sobre ti, sobre todos”, decía la letra cuyo título explícito (“Too Much Information”) iba de suyo. Casi cuarenta años después, Nano Stern se enteró de su existencia y terminó haciendo una versión acorde a sus fines. “Este mundo abruma, absolutamente, a mí y a la inmensa mayoría de seres humanos que tenemos el privilegio y la carga de vivir en esta era de la información. Metadata, posverdad, fake news: son conceptos relativamente nuevos, que ya forman parte de nuestra cotidianidad y moldean la forma en que interactuamos”, reflexiona este músico total chileno, días antes de estrenar Lucero, su nuevo disco, mañana a las 21 en La Trastienda (Balcarce 460).
“Siento que vivimos en la era de la diabetes mental, porque nuestros organismos no están preparados, a nivel evolutivo, para lidiar con el vendaval de estímulos a los que estamos constantemente sometidos”, agudiza Stern, acerca del concepto matriz de su trabajo. Un disco eléctrico, que su mentor define como “un ente intenso”, y cuyo primer corte es, causalmente, “Demasiada información”. Se explaya el músico: “Diría que Lucero parte de la premisa de que vivimos en un mundo en el que nuestra estrella está invertida y apunta hacia la oscuridad. Nos hemos desviado del camino de la virtud a nivel colectivo y depende de cada uno hacer lo necesario para volver a mirar hacia ella”, profundiza este nigromante de sonidos y palabras, que viste tales conceptos existenciales con un ropaje eléctrico “saturado” e “intenso”, más que pulcro, acústico y sutil, como venían siendo –en general– sus músicas hasta hoy. Y así quedará demostrado no solo en el show porteño, sino en una serie que abarcará otras plazas argentinas (y chilenas), además de una gira por Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y México.
–El disco es esencialmente eléctrico. Incluso nombra a su banda actual (Fede Faure en bajo + Cristian Carvacho en batería) como “power trío”. ¿Ve aquí un retorno a sus orígenes rockeros?
–No es un ejercicio de nostalgia, no. Le digo power trío más bien porque se trata de un vehículo potentísimo, que permite una mezcla de intensidad sonora y libertad interpretativa que me pareció ideal para dar vida a este puñado de canciones. De alguna manera, es un formato que viene existiendo en distintas manifestaciones desde el barroco en adelante y por algo no deja de ser vigente. En suma, tengo la necesidad de seguir explorando, sin renegar de lo que he hecho antes ni querer distanciarme de ello.
La potencia sonora de Lucero está intrínsecamente relacionada con la labor Tony Platt, ingeniero de sonido conocido por sus trabajos con AC/DC, Iron Maiden y Motörhead, entre otras bandas de rock pesado. “Trabajar con Platt fue inmiscuirse en la historia misma del rock”, dice el multiinstrumentista cantor. “El ha estado detrás de álbumes tan emblemáticos como Back in Black, de AC/DC, o Catch a Fire, de Bob Marley, y fue un verdadero privilegio poder trabajar en el estudio con un productor que ha sido participe de algunos de los mas grandes capítulos de la música popular de nuestra era. Nos enseñó, por sobre todo, que el factor clave en la grabación de un disco, por sobre la pulcritud y la técnica, es la intensidad emocional”, sostiene Stern, que va por el sexto disco, el sexto Womad (el festival todoterreno que creó Peter Gabriel) y el décimo año de un trayecto ecléctico salpicado de trova, folk y rock, que lo hizo orbitar muy cerca de artistas diversos. Desde Pedro Aznar hasta Los Jaivas, Jorge Drexler, Quilapayún y Joan Baez, por nombrar algunos.
–¿Qué balance hace, en este péndulo estético que identifica su vida artística, de su etapa acústica?
–No la doy por cerrada. Es más, en paralelo a este período eléctrico que estoy transitando con Lucero, también estoy preparando un repertorio de música del renacimiento español junto a un ensamble de música antigua, y disfruto muchísimo del contraste extremo entre ambos contextos sonoros. Pero si siento que con el disco Mil 500 Vueltas alcancé un lenguaje acústico muy personal y el haber encontrado ese lugar que buscaba me ha obligado a seguir buscando caminos paralelos.
–¿Por qué Lucero, el nombre?
–Por la figura de la estrella invertida. La estrella de nuestra bandera, que es el lucero del alba que anuncia la llegada de un nuevo día. El disco está dedicado a Gastón Soublette, un sabio chileno que escribió un interesantísimo libro al respecto: “La estrella de Chile”.