La anunciada cumbre entre Donald Trump y Kim Jong-un, anunciada originalmente para el 12 de junio en Singapur, que el magnate republicano canceló hace diez días, se reestableció hoy con un matiz que torna difícil una nueva cancelación: un representante de Kim entregó a Trump, en la Casa Blanca, una carta del líder norcoreano.
Kim Jong-chol, un general de cuatro estrellas que pertenece al núcleo íntimo de Kim, fue el emisario ante el mandatario estadounidense. El mismo a quien se atribuye el ataque a la corbeta surcoreana “Cheonan”, que en 2010 le costó la vida a 46 marineros, y el hackeo masivo a Sony Pictures en 2014 para frenar una película paródica sobre el Líder Supremo.
El emisario fue recibido en la Casa Blanca por el jefe de gabinete de Trump, John Kelly. Los responsables de seguridad revisaron la carta antes que fuera entregada en mano al presidente. Previamente, Kim Jong-chol se había reunido con Mike Pompeo, el secretario de Estado, interlocutor de Trump ante Corea del Norte y gestor de la cumbre.
Se desconoce el contenido exacto de la carta, pero la confirmación de la cumbre hace presumir que, en lenguaje diplomático, Kim expresó a Trump sus deseos de conocerlo. Aunque Corea del Norte pretende conservar su arsenal nuclear, Estados Unidos mantiene su presión para la desnuclearización de la península. La comparación de John Bolton, consejero de Seguridad Nacional, quien equiparó a Corea del Norte con el régimen de Muammar Gaddafi hace pocos días, causó escozor en Pyongyang.
“Bolton nos repugna y sus palabras muestran una iniciativa tremendamente siniestra para imponer sobre nuestro digno Estado el destino de Libia o Irak, que se derrumbaron por haberse sometido a las grandes potencias”, retrucó un funcionario coreano, que anticipaba el temor del gobierno de Kim de terminar como el líder libio si cede demasiado Washington.
Trump terminó aflojando, tras considerar que hay más para perder sin la cumbre que con el face to face con Kim. El encuentro con el general Kim parece despejar las dudas, al tiempo que el líder norcoreano ya tuvo dos encuentros con el presidente de Corea del Sur, en una aproximación sin antecedentes desde la guerra de de Corea, hace más de sesenta años.