“A este gobierno no le servimos, por eso es preciso construir la unidad, organizar la bronca, dejar de lado las diferencias y construir una alternativa que le pare la mano a Mauricio Macri, que cada día nos hace más pobres”, bramó Dina Sánchez, referente del Frente Darío Santillán, y una de las oradoras ante la multitud que participó del acto de cierre de la Marcha Federal por Pan y Trabajo. Junto a ella estuvieron Esteban “Gringo” Castro, Daniel Menéndez, de Barrios de Pie, y Carlos Alderete, de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), todos dirigentes que organizaron la marcha que partió de diferentes puntos del país y confluyó en la reinaugurada Plaza de Mayo. El reclamo de unidad fue el denominador común de los discursos pero también el reclamo de un paro general que le exigieron a la CGT. Según afirmaron ayer dos de los triunviros, la fecha se definirá el próximo jueves.
Los organizadores de la manifestación dijeron que la multitud, que se apiñó en la plaza pero también en las diagonales y en Avenida de Mayo ascendía a 500 mil personas. El número siempre será parte de una polémica innecesaria, pero lo indiscutible fue que la inmensa mayoría eran integrantes de los cientos de colectivos donde los pobres se organizan para sobrevivir en estos tiempos de crisis. También estuvieron organizaciones gremiales, políticas y gente suelta que llegó a respaldar las reivindicaciones de los movimientos sociales y exigir que se frene el tarifazo, la inflación y el programa económico. Un reclamo que lo sintetizaron en la necesidad de convocar cuanto antes a un paro general.
Sánchez, cuya organización se sumó a lo que se conoce como el triunvirato de San Cayetano, rechazó el retorno del FMI a la Argentina “porque significa hambre, desocupación y muerte” y en ese sentido reclamó “construir un paro nacional ya”.
Menéndez desarrolló su discurso en la misma línea al reclamar “la construcción de una agenda social porque es tiempo de unirnos” y advirtió que el ajuste del gobierno de Cambiemos, como los que se realizaron a lo largo de la historia, “terminan con hechos complicados, y nosotros queremos llamar al gobierno a la paz”. En ese sentido indicó que “el veto es una señal muy complicada porque rompe todos los puentes de diálogo. Un ajuste como el propuesto pone en riesgo la paz social”. Es por eso que consideró imprescindible la realización de un paro nacional y para ello se dirigió a los dirigentes sindicales: “Hay que poner el pecho porque no es tiempo para cobardes. Hay que ser capaces de pagar el precio por defender al pueblo. Por eso les pido que no nos den la espalda y hagan el paro”. La plaza, con vítores, gritos, cánticos y aplausos, respaldó la moción.
Los organismos de derechos humanos también estuvieron en el palco. Nora Cortiñas, por Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora, y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel (Serpaj), llevaron la solidaridad. Cortiñas le advirtió a Macri que “el pueblo quiere ser escuchado. Deje de gobernar para los ricos” y de la gobernadora María Eugenia Vidal dijo que “quiere que el pueblo sea analfabeto para poder llevar al país al hambre”. A su turno, Pérez Esquivel reclamó estar unidos para “vencer al neoliberalismo y al FMI”, pero además repudió la posibilidad de que el gobierno recurra a las Fuerzas Armadas para realizar tareas de seguridad interior: “La seguridad pasa por tener salud, educación, trabajo y techo y no militares en las calles”, aseguró.
Entre los oradores también hubo espacio para los dirigentes sindicales. Por ATE nacional habló Hugo Godoy, quien no sólo reclamó el paro general sino que además destacó que la Marcha Federal “nació para decirle no al ajuste, a la entrega” y llamó al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, “cipayo” por anunciar los recortes en la administración pública al tiempo que mantiene sus ahorros millonarios en el extranjero. El segundo sindicalista fue el bancario Sergio Palazzo, que luego de acercar la solidaridad de la Corriente Federal de los Trabajadores y del sindicato de Camioneros, insistió con la necesidad de que la CGT convoque “un paro general para que el Gobierno entienda que tiene que cambiar sus políticas y dejar de mirar a los más ricos”. Luego, en representación de las dos CTA, habló Roberto Baradel de Suteba. El líder docente ratificó el paro del 8 de junio que acordaron las dos centrales obreras y recordó que “el movimiento trabajador somos todos, los registrados, los no registrados y los de las economías populares”. Por último, advirtió que “no importan las difamaciones” porque “preferimos el desprecio del Presidente antes que el de los trabajadores”.
El cierre del acto estuvo a cargo de Alderete, por la CCC, y del Gringo Castro, de la CTEP. El primero agradeció a Pablo Moyano, de Camioneros, por haber prestado el camping del sindicato para que allí descansen las columnas que llegaban tanto del noreste como del noroeste. Una referencia que aprovechó para afirmar que “estamos hermanados en la lucha, en la calle dejando de lado las diferencias para unirnos y frenar así las políticas de hambre de este gobierno”. Castro, el último orador, aseguró que cuando tuvieron la certeza de que Macri vetaría la ley antitarifazo “supimos que la marcha sería contundente”. Entonces recordó que el párroco de La Quiaca, Jesús Olmedo, al despedir la columna que se dirigía a Buenos Aires, definió al Gobierno como el “proyecto del Demonio y lo tenemos que combatir”. Por último, reivindicó que el eje de la marcha fueron cinco proyectos de ley que llevaron al Congreso: Emergencia Alimentaria, Urbanización de Barrios Populares, Infraestructura Social, Agricultura Familiar y Ley de Adicciones. “Destruyen el trabajo, vienen los capitales de afuera para la timba financiera no para la producción. Por eso les advertimos que somos pacientes y prudentes, pero no somos mansos”, dijo como cierre del acto.