El Papa Francisco aceptó hoy la renuncia de Héctor Aguer al arzobispado de La Plata y designó como su sucesor a Víctor Fernández, ex rector de la Universidad Católica Argentina. Aguer, representante del ala más conservadora del Episcopado, cumplió 75 años el pasado 24 de mayo y presentó la renuncia al Pontífice, como está obligado a hacer todo obispo que llega a esa edad.
Fernández, de 55 años, había renunciado al rectorado de la UCA en abril, dejando esa casa de altos estudios en manos del médico Miguel Schiavone. A falta de un mes para el 75º cumpleaños de Aguer, se barajaba el nombre de Fernández para ir a la capital bonaerense. Nacido en Córdoba en 1962, había sido designado al frente de la UCA en 2009. Antes, fue decano de la Facultad de Teología de la misma universidad. En 2013 había sido consagrado obispo.
El nuevo arzobispo platense llega a una ciudad marcada por los 18 años de ministerio de Aguer. El saliente prelado fue la cara más reaccionaria de la Iglesia Católica en materia de políticas de educación sexual y de Memoria, Verdad y Justicia. En 2009 denunció que se buscaba “adoctrinar” a los estudiantes bonaerenses “con versiones criollas de las ideas de Foucault y del neomarxismo de la Escuela de Frankfurt”.
Tres años más tarde, convertido en un cruzado contra el aborto, Aguer denunció que “médicos aborteros ha habido siempre, pocos felizmente, pero ahora son presionados por el Estado para que se conviertan en tales”. En 2017, calificó como “número mágico” la cifra de 30 mil desaparecidos cuando el gobierno de María Eugenia Vidal promovió una ley que estipulaba en esa cifra la cantidad de víctimas del terrorismo de estado.
Además, Aguer avaló con un millón de dólares del Arzobispado la fianza de Francisco Trusso, el banquero encarcelado por la quiebra fraudulenta del Banco de Crédito Provincial, a comienzos de siglo. El arzobispo fiador se solidarizó así con un banquero acusado de haber estado a más de 20 mil personas.